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Han pasado seis años desde que Baji dejó plantada a TN en el altar, un acto que aún pesaba en su conciencia como una sombra constante de arrepentimiento. A medida que los años pasaban, el remordimiento se intensificaba, y Baji se encontraba atormentado por la decisión que había tomado aquel día fatídico.
Un día, incapaz de soportar más el peso de su culpa, Baji decidió enfrentarse a su pasado y buscar redención por sus acciones. Con el corazón lleno de nerviosismo y esperanza, se dirigió a la casa de su madre, Ryoko, en busca de respuestas.
Al llegar, Baji notó inmediatamente la presencia de un niño jugando en el jardín. Su corazón dio un vuelco al ver al pequeño, cuyos rasgos le resultaban extrañamente familiares. Se acercó lentamente, sintiendo un nudo en la garganta mientras el niño se volvía hacia él con una sonrisa inocente.
Mako. Abuela ¡mira quién está aquí
exclamó el niño, su voz llena de emoción.
Ryoko-san salió de la casa con una expresión de sorpresa al ver a su hijo frente a ella.
Ryoko. Baji, querido, ¿qué haces aquí?
preguntó, su voz llena de confusión y curiosidad.
Baji titubeó por un momento, luchando por encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que sentía.
Baji. ¿Quién es este niño, mamá?
preguntó finalmente, su voz apenas un susurro.
Ryoko-san miró al niño con ternura antes de responder.
Ryoko. Este es Mako, el hijo de TN
reveló, sus palabras resonando en el aire con una solemnidad sombría.
El corazón de Baji se detuvo en su pecho al escuchar esas palabras. El peso de su arrepentimiento se hizo aún más abrumador al darse cuenta del impacto devastador de sus acciones en la vida de TN y en la de su hijo. Se sintió abrumado por la culpa y la tristeza, deseando desesperadamente poder deshacer el pasado y enmendar sus errores.
