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Kazutora se encontraba solo con Hiroshi mientras TN estaba fuera por trabajo. La primera mañana, el lunes, resultó ser un desafío. Llegaron tarde a la escuela y no permitieron la entrada a Hiroshi. Sin más opción, Kazutora lo llevó consigo a su trabajo.
Kazutora: Hiroshi, ¿por qué siempre llegamos tarde?
Hiroshi: - encogiéndose de hombros- No sé, papá.
Esa noche, Hiroshi estaba agotado, y Kazutora se dio cuenta de que cuidar de él no era tan sencillo como parecía. Al día siguiente, martes, Kazutora cometió otro error: se olvidó de darle de comer a Hiroshi.
Hiroshi: Papá, tengo hambre.
Kazutora: ¡Oh, cierto! Lo siento, Hiroshi. ¡Vamos a preparar algo!
El miércoles no fue mucho mejor. Kazutora se olvidó de secarle el cabello a Hiroshi después del baño, y este terminó enfermándose.
Kazutora: Hiroshi, papá no debería olvidarse de estas cosas.
Hiroshi: Está bien, papá. No pasa nada.
Esa noche, durante una videollamada con TN, Kazutora no pudo contener sus emociones. Entre lágrimas, admitió lo difícil que estaba siendo cuidar a Hiroshi solo.
TN: Kazutora, ¿qué pasa? ¿Por qué estás llorando?
Kazutora: -sollozando- No puedo hacerlo solo, TN. Hiroshi se merece alguien mejor.
TN: Kazutora, escucha. No puedes derrumbarte así. Tienes que aprender y esforzarte. Hiroshi necesita a su papá.
Kazutora se sintió reconfortado por las palabras de TN, aunque también se sintió regañado. Decidió tomar en serio sus responsabilidades como padre.
Los días siguientes, Kazutora hizo un esfuerzo consciente para mejorar. Aprendió sobre la rutina de Hiroshi, organizó sus horarios y se aseguró de no cometer los mismos errores.
Finalmente, cuando TN regresó a casa, Kazutora y Hiroshi habían establecido una rutina más fluida. Aunque Kazutora había pasado por momentos difíciles, aprender a cuidar de su hijo le permitió crecer como padre. La experiencia le enseñó la importancia de la paciencia, la organización y, sobre todo, el amor incondicional que tenía por Hiroshi.
