Capitulo 28-El Oeste

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Unas horas después de la tensa reunión en el Pozo Dragón, Daenerys y Aegon aterrizaron en Rocadragón. El aire estaba cargado de incertidumbre mientras caminaban por las antiguas salas de la fortaleza Targaryen.

Aegon rompió el silencio. "Esa reunión fue una pérdida de tiempo. Todo el rato hablando de alianzas para la paz... ¿la paz para el reino? Tienen miedo, eso es todo."

Daenerys, con una mirada afilada, asintió. "Solo queda las Tierras del Oeste y Atacaremos la capital."

Aegon frunció el ceño, su tono impaciente. "¿Y el Norte? ¿Por qué esperar? Sansa está en la capital y la mayor parte de sus casas están también allí. Están desprotegidos. Es hora de atacar."

Daenerys se detuvo, girándose hacia él. "El Norte es una de las regiones más grandes de Poniente. Ahora mismo no podemos perder tiempo en conquistarlo. Cuando esté asentada en el Trono de Hierro, cuando tengamos más aliados, lo atacaremos y lo conquistaremos."

Aegon asintió, aunque no parecía convencido. "¿Sigues pensando en destruir Roca Casterly?"

"No he cambiado de opinión," respondió Daenerys, su tono inquebrantable. "Pero eso no significa que deban olvidar el paso de la casa Targaryen."

Aegon la miró con un brillo de admiración y respeto. "¿Quieres que te acompañe?"

Daenerys negó suavemente con la cabeza. "No. Quédate en Rocadragón. Roca Casterly es mío. Pero quiero que le envíes una carta a Daario. Que se dirija a Roca Casterly y que nos veremos allí."

Aegon asintió, aceptando la decisión de Daenerys. "Lo haré." Luego, en un tono más suave, añadió: "Suerte."

Daenerys esbozó una pequeña sonrisa. "No me voy ahora, Aegon. Esperaré a mañana."

Ambos compartieron un momento de silencio, conscientes de las batallas que aún quedaban por librar y de los sacrificios que vendrían. La guerra no había terminado, pero los Targaryen estaban más decididos que nunca a reclamar lo que consideraban suyo por derecho.

Daenerys estaba cenando en la gran sala de Rocadragón, con solo un par de guardias a su lado, cuando Aegon entró. Observó la mesa puesta para dos y frunció el ceño, extrañado.

"¿Dónde están los demás?" preguntó, mientras se acercaba.

Daenerys levantó la mirada, una ligera sonrisa en sus labios. "Quería cenar a solas contigo esta noche. Sin consejeros, sin nadie más. La reina y su mano. Solos."

Aegon asintió, comprendiendo, y tomó asiento frente a ella. Hizo un gesto a uno de los sirvientes, pidiendo vino, mientras Daenerys lo observaba en silencio durante unos segundos antes de romper el hielo.

"¿Te he hablado alguna vez de la casa de la puerta roja?" preguntó Daenerys, su tono más suave de lo habitual.

Aegon la miró con curiosidad. "No, creo que no. ¿Qué es esa casa?"

Daenerys se tomó un momento, como si estuviera buscando las palabras correctas, y luego comenzó a hablar en voz baja, recordando. "Es un edificio grande con una puerta de entrada roja. Bajo una de sus ventanas crecía un limonero. Las vigas de madera estaban decoradas con tallas en forma de cabezas de animales. Viví allí con Viserys y Ser Willem Darry, nuestro protector. Fue el único lugar que alguna vez consideré un hogar. Después de que Ser Willem murió, los criados nos robaron lo que quedaba y fuimos echados de la casa."

Aegon la escuchaba atentamente. "Parece un recuerdo importante para ti."

Daenerys asintió, sus ojos perdiéndose en el pasado. "Lo era. Es lo más parecido a un hogar que tuve en mi vida. A veces sueño con volver allí. En Braavos... en esa casa, era feliz, aunque apenas recuerdo esos días."

THE FIRST OF HIS NAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora