Los primeros rayos de luz entraban por la ventana de la habitación, iluminando las siluetas de Aegon y Daenerys. Ambos estaban tumbados en la cama, aún enredados entre las sábanas tras una noche tranquila en Desembarco del Rey. Daenerys, con una sonrisa traviesa, giraba la daga de Aegon en sus manos, trazando su filo con la punta de los dedos. Aegon, apoyado en su codo, la observaba con una mezcla de curiosidad y diversión.
"¿Te gusta jugar con eso?" le preguntó Aegon, su voz ronca por el sueño, mientras la miraba con cariño. Daenerys dejó la daga sobre la mesilla, soltando una suave risa antes de acercarse a él.
"Prefiero jugar contigo," respondió con una sonrisa seductora, antes de besarle con intensidad.
Los cuerpos se entrelazaron de nuevo, perdiéndose el uno en el otro, disfrutando de un momento de intimidad cargado de deseo. La pasión entre ambos era palpable, un fuego que parecía reflejarse en los dragones que sobrevolaban la ciudad. Los susurros y gemidos llenaron la habitación, y el calor de sus cuerpos se mezclaba con la luz que entraba a través de los ventanales. Fue un momento lleno de fervor, donde cada caricia, cada beso, se sentía más profundo, más intenso. Sus respiraciones entrecortadas se fundían hasta que, finalmente, alcanzaron el clímax juntos.
Cuando sus cuerpos descansaron, Daenerys quedó apoyada sobre Aegon, quien acariciaba su espalda con delicadeza, aún respirando pesadamente. El silencio de la mañana se sentía reconfortante, pero Daenerys rompió el hechizo con una pregunta.
"¿Qué vas a hacer hoy?" le preguntó en voz baja, sus dedos aún trazando pequeños círculos en su pecho.
Aegon se estiró, soltando un suave suspiro antes de responder. "Voy a ir a Rocadragón," dijo mientras se incorporaba, apartando la manta que les cubría. Se sentó al borde de la cama, mirando a Daenerys mientras ella jugaba con su cabello.
"¿Rocadragón? ¿Qué hay allí hoy?" preguntó Daenerys, arqueando una ceja, evidentemente intrigada.
"Hoy llega el empleado del Banco de Hierro de Braavos," respondió Aegon, buscando su ropa dispersa por la habitación.
"¿El Banco de Hierro? Creía que llegaba dentro de unos días," dijo ella, levantándose para buscar también algo de ropa.
Aegon se volvió hacia ella, mientras terminaba de vestirse. "Ayer llegó una carta diciendo que vendría mañana. Quieren adelantar las negociaciones, supongo."
Daenerys asintió, observando cómo Aegon se vestía. "Ve y represéntame. Yo tengo que atender asuntos del reino... parece que los norteños están empezando a atacarse entre ellos."
Aegon se detuvo, levantando una ceja. "¿Norteños contra norteños? ¿Y qué hay de las tropas de Illyrio?"
"De momento, Illyrio parece quieto. Pero esto entre los norteños es raro," dijo Daenerys, pensativa. Luego, soltó una pequeña risa. "Aunque quizás sea mejor que se destruyan ellos mismos."
Aegon se rió también, poniéndose la capa antes de acercarse a ella. "Eso suena bien. Menos enemigos para nosotros."
Antes de irse, Aegon le dio un beso suave, sus labios rozando los de Daenerys con ternura. "Cuida de los dragones," le susurró en broma, antes de volverse hacia la puerta.
"Siempre lo hago," respondió Daenerys con una sonrisa mientras lo observaba marcharse. Sabía que los días de tranquilidad estaban contados, pero por el momento, ambos estaban decididos a aprovechar cualquier respiro en medio de las tensiones de la guerra que se aproximaba.
Cuando Aegon salió de la habitación, ya estaba decidido a enfrentar no solo las cuestiones del Banco de Hierro, sino también a planificar el siguiente movimiento en su batalla contra los enemigos que aún acechaban en las sombras.
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THE FIRST OF HIS NAME
FanfictionEn las profundidades de los misteriosos confines de Volantis, donde la magia y el misterio se funden en un torbellino de poderes antiguos, un sacerdotisa roja en trance vislumbra una visión: una figura envuelta en llamas, con cabellos de plata ondea...