En un puerto oscuro y cubierto por la niebla, el olor a pescado podrido y agua salada se mezclaba con la tensión del momento. Arstan Selmy, con la mirada fría y firme, sostenía a un hombre tembloroso contra un muro de piedra. Edric Dayne permanecía a su lado, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de ira y determinación. El hombre, ensangrentado por los golpes que ya había recibido, seguía rehusándose a hablar. Cada vez que intentaba balbucear una excusa, otro puñetazo en el estómago lo hacía retorcerse de dolor.
"No es necesario que sigas resistiéndote" dijo Arstan, su voz tan tranquila como letal. Solo queremos saber una cosa: ¿dónde está Aegon Targaryen?
El hombre, uno de los seguidores de Illyrio, escupió sangre al suelo y forzó una sonrisa débil.
"No... sé de qué habláis..."
Arstan intercambió una mirada con Edric, y este último asintió antes de golpear al hombre nuevamente, esta vez con el puño cerrado, directo a la mandíbula. El crujido del golpe resonó en el callejón, pero el hombre solo soltó un gemido de dolor.
"No tenemos tiempo para esto "dijo Edric, su paciencia al límite. "Habla ahora, o te juro que te desearás haber muerto".
El hombre respiraba con dificultad, su rostro hinchado y ensangrentado. Arstan lo observaba con calma, pero en sus ojos había un brillo peligroso. Había visto demasiada violencia en su vida, y aunque no era de su agrado emplearla de este modo, sabía que no había tiempo que perder. Aegon estaba en peligro, y cada segundo que este hombre se negaba a hablar era un paso más cerca de la muerte.
"No entiendo por qué protegéis a un hombre como Illyrio" dijo Arstan. "¿Crees que le importa tu vida? ¿Crees que vendrá a salvarte si te dejamos aquí, roto y desangrándote?"
El hombre escupió de nuevo, esta vez en dirección a Edric.
"Illyrio..." gruñó "es más poderoso de lo que... jamás podríais imaginar. Sois hormigas... no sois nada..."
Edric lo miró con desprecio. "Hormigas, ¿eh?" repitió, y luego sacó su daga. "Veremos qué tan rápido hablan las hormigas cuando están bajo el pie de un dragón."
El hombre trató de retroceder, pero no había a dónde ir. Edric lo agarró por el cuello y le acercó la hoja a la cara.
"Última oportunidad" dijo, su voz llena de furia contenida. "¿Dónde está Aegon Targaryen?"
El hombre jadeó, el miedo finalmente quebrando su resistencia. Los ojos de Arstan seguían fijos en él, tranquilos, pero inquebrantables.
"Está..." comenzó a decir, su voz entrecortada—... está en Skane... en manos de nuestro Dragon Negro... Lo tienen encerrado. Están esperando el momento... para cumplir con la profecia...
Arstan y Edric intercambiaron una mirada, y Edric soltó al hombre, que cayó de rodillas, jadeando y temblando. Habían obtenido la información que necesitaban, pero el sabor de la revelación no era más dulce por ello. Aegon estaba en manos de sus enemigos, y Skagos no era un lugar fácil para llegar ni para sobrevivir.
"Si nos estás mintiendo" dijo Arstan, con voz baja pero cargada de amenaza—, volveremos por ti. Y te aseguro que la próxima vez no habrá preguntas.
El hombre asintió frenéticamente, tosiendo sangre mientras intentaba levantarse. Sin perder más tiempo, Arstan y Edric lo dejaron allí, en el suelo del callejón, y se marcharon con pasos firmes hacia el puerto.
"Skane..." murmuró Edric mientras caminaban. "Ese lugar es una trampa mortal".
"Lo sé" respondió Arstan. "Pero si Aegon está allí, iremos. No hay otra opción."
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THE FIRST OF HIS NAME
FanfictionEn las profundidades de los misteriosos confines de Volantis, donde la magia y el misterio se funden en un torbellino de poderes antiguos, un sacerdotisa roja en trance vislumbra una visión: una figura envuelta en llamas, con cabellos de plata ondea...