La mañana llegó con un cielo gris y nubes densas, pero la tormenta finalmente se había calmado. La cueva todavía olía a humo de la fogata que habían encendido la noche anterior, y fuera, Elianys aguardaba impaciente, sus heridas ya mejoradas gracias a los cuidados de Aegon.
Aegon salió de la cueva primero, seguido de cerca por Sansa. El suelo estaba mojado y resbaladizo, y el aire aún traía el frío del norte, algo que Sansa, a pesar de todo, encontraba reconfortante. Se acercaron a la imponente dragona, que los esperaba con la mirada fija en ellos.
Aegon acarició brevemente a Elianys antes de montar con facilidad. Giró la cabeza hacia Sansa, con una sonrisa desafiante.
"¿Me vas a dejar aquí?" preguntó Sansa con tono frío, cruzándose de brazos.
Aegon la miró de reojo, la sombra de una sonrisa burlona en sus labios. "Apañatelas para volver. No somos aliados."
Sansa soltó un suspiro, endureciendo la mirada. "Si dentro de ti hay algo de honor, me llevarías a casa."
"¿O mejor te llevo a Desembarco del Rey?" replicó Aegon, su tono algo más cortante. "Y Daenerys te corta la cabeza. ¿Qué te parece mi plan?"
Sansa lo observó, evaluando su expresión. "Ahí está tu honor, Aegon."
Aegon suspiró y sacudió la cabeza. "Te voy a llevar a las afueras de Invernalia. No es honor, es un favor por curarme la herida. Pero que quede claro: es el último. En cuanto pises Invernalia, volvemos a ser enemigos."
Sansa lo miró de manera desafiante. "Lo que tú digas, Aegon."
Él le tendió la mano, ayudándola a subir a la espalda de Elianys. Aunque no le gustaba la idea de tenerla tan cerca, la pragmática necesidad de salir de allí y volver al conflicto los unía temporalmente.
La dragona desplegó sus majestuosas alas, y en cuestión de segundos, Aegon lo dirigió hacia el cielo. El viento los envolvía a medida que ascendían, con la húmeda bruma del amanecer todavía cubriendo las tierras de los ríos. Bajo ellos, el Forca Verde serpenteaba entre bosques y colinas, recordando a Aegon la importancia de cada batalla librada en ese lugar.
Volaron sobre el Tridente, dejando atrás el lugar donde habían sido emboscados por Illyrio y sus mercenarios. Elianys rugió de vez en cuando, como si aún sintiera el eco de esa batalla. El paisaje cambió gradualmente: ríos y colinas dieron paso a los vastos terrenos del norte. A lo lejos, los muros de Invernalia comenzaron a emerger, oscuros y sólidos contra el horizonte blanco.
Durante el viaje, Sansa permaneció en silencio, perdida en sus pensamientos mientras observaba las tierras que pronto estarían de nuevo bajo sus pies. Aegon tampoco habló, concentrado en el vuelo y en las decisiones que tendría que tomar en los próximos días.
Finalmente, Elianys descendió suavemente en un claro a las afueras de Invernalia, lejos de las patrullas y de cualquier ojo curioso. Aegon hizo que el dragón aterrizara con elegancia, levantando una ligera capa tierra. Sansa bajó del dragón con la ayuda de Aegon, aunque la tensión entre ambos seguía palpable.
"Recuerda lo que te dije," le advirtió Aegon mientras la miraba a los ojos. "En cuanto pises esos muros, volvemos a ser enemigos."
Sansa sonrió con frialdad. "El norte recuerda, Aegon."
Ella dio un paso hacia los árboles, en dirección a Invernalia. Aegon la observó un instante más antes de girarse hacia Elianys, listo para volver a Desembarco del Rey y enfrentarse a sus propios desafíos.
Jon, Tyrion y Arya estaban en lo alto de los muros de Invernalia, observando en silencio mientras Sansa se acercaba lentamente a las puertas. Pero no era solo su hermana lo que capturaba su atención. A lo lejos, detrás de ella, una dragona majestuosa se mantenía al acecho: Elianys, con Aegon montado sobre su espalda.
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THE FIRST OF HIS NAME
Fiksi PenggemarEn las profundidades de los misteriosos confines de Volantis, donde la magia y el misterio se funden en un torbellino de poderes antiguos, un sacerdotisa roja en trance vislumbra una visión: una figura envuelta en llamas, con cabellos de plata ondea...