La mañana en Guardiaoriente del Mar estaba bañada en una luz grisácea, el cielo cubierto de nubes bajas que anunciaban tormentas lejanas. Los soldados se movían con eficacia, organizándose en filas, llevando sus pertrechos hacia los barcos que esperaban anclados en la bahía. El sonido de las olas rompiendo contra la orilla, mezclado con las órdenes de los capitanes, creaba una sinfonía caótica.
Los barcos de la reina Daenerys eran los más imponentes, destacando por sus velas negras y el emblema del dragón de tres cabezas ondeando al viento. Los soldados del norte, de Poniente todos subían con determinación, sus semblantes endurecidos ante la guerra que se avecinaba.
En uno de los barcos más grandes, Jon Nieve caminaba hacia Aegon, quien estaba en la cubierta superior, observando el horizonte. Mientras los marineros levantaban anclas, Jon se acercó, las botas resonando sobre la madera húmeda del barco.
"Un ejército se ve diferente desde aquí, ¿no?" comentó Jon, mientras ambos miraban cómo las tropas iban subiendo, ocupando cada rincón del barco.
Aegon asintió. "Se ve imponente, pero sé que las batallas no se ganan solo por el tamaño de los ejércitos."
Jon le lanzó una mirada, como si algo le quemara por dentro. Finalmente habló, su tono más grave. "Hace años, lideré una batalla en este mismo lugar. En Casa Austera... fue contra enemigos mucho peores que cualquier hombre."
Aegon se giró hacia él, sorprendido por el peso en las palabras de Jon. "¿Peores que mercenarios, dragones, y IIIyrio?"
Jon asintió lentamente. "Peores. Los Caminantes Blancos. No sé si has escuchado las historias, pero yo los vi. Son la muerte encarnada. Vinieron de la oscuridad, y con ellos trajeron un frío que se te mete en los huesos, en el alma. No había escape."
Aegon lo miraba fijamente, la brisa fría jugando con su capa, pero sus ojos se mantenían fijos en los de Jon. "He oído leyendas, pero no creí que fueran más que eso."
"Te aseguro que no lo son." Jon dejó escapar un suspiro, la memoria de aquella batalla aún pesando en su pecho. "Nos rodearon en Casa Austera. Millares de muertos alzados por su magia oscura. Todo lo que habíamos matado, volvió a levantarse. Tuvimos que luchar contra los muertos mientras intentábamos salvar a los pocos vivos que quedaban."
Aegon deslizó los dedos por el mango de su daga, el acero valyrio brillando tenuemente bajo la luz gris. "¿Cómo los venciste?"
"Con acero valyrio y vidriagón," respondió Jon, su mirada perdiéndose en el horizonte. "Matamos a algunos, pero había demasiados. Perdimos muchos hombres. Al final, no fue una victoria... solo una retirada desesperada. Casa Austera no es solo una tierra maldita por los hombres, Aegon. Está marcada por la muerte misma."
Aegon no dijo nada por un momento, observando su daga. El acero valyrio parecía más significativo ahora, un arma más que necesaria contra esos horrores que Jon describía. Finalmente, levantó la mirada hacia Jon.
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THE FIRST OF HIS NAME
FanfictionEn las profundidades de los misteriosos confines de Volantis, donde la magia y el misterio se funden en un torbellino de poderes antiguos, un sacerdotisa roja en trance vislumbra una visión: una figura envuelta en llamas, con cabellos de plata ondea...