Después de semanas de arduo viaje por las tierras inhóspitas de Essos, Aegon y su ejército de Jogos Nhai finalmente llegaron a las vastas llanuras de Vaes Dothrak. A su paso, los dothraki observaban con curiosidad y respeto al contingente liderado por el extranjero de cabellos teñidos de azul, cuyas hazañas ya comenzaban a resonar en todo el continente. Los cebrallos, montados por los curtidos guerreros Jogos Nhai, formaban una fila impresionante mientras cruzaban el territorio sagrado de los señores de los caballos.
En el centro del campamento, Daenerys Targaryen, la Reina de Dragones, esperaba la llegada de Aegon y su comitiva. Sus ojos brillaban con interés cuando Aegon se acercó, con Shajara a su lado, su traductora y aliada entre los Jogos Nhai.
"Daenerys, te presento a Shajara," dijo Aegon con voz firme, señalando a la mujer a su lado.
Daenerys inclinó la cabeza levemente en señal de respeto. "He oído hablar mucho del extranjero de cabellos azules que lidera a los Jogos Nhai," dijo con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, un matiz de preocupación y expectativa en su voz.
Aegon respondió con una sonrisa segura. "Estamos más cerca de Poniente y del Trono de Hierro," afirmó, su voz llena de determinación.
Daenerys asintió, pero su mirada se tornó seria. "Hablemos en privado sobre el próximo movimiento," dijo, tomando la iniciativa y dirigiéndose hacia una colina cercana que dominaba el vasto campamento.
Desde lo alto de la colina, ambos observaban el inmenso ejército que Daenerys había logrado reunir: dothraki, inmaculados, la Compañía Dorada, y ahora los Jogos Nhai. La combinación de culturas y fuerzas formaba un mar de guerreros y caballos, todos listos para conquistar Poniente bajo el estandarte de los dragones.
"El mayor ejército que el mundo ha conocido," comentó Aegon, admirando la vista. "Y cuando tengamos a Drogon, será imparable."
Daenerys lo miró de reojo y sonrió. "Entre los dothraki, hay una costumbre: cuando ganas una batalla, debes hacerte una trenza en el pelo. Creo que te la has ganado."
Aegon soltó una carcajada, tocando su cabello corto. "No sé si podrás... llevo el pelo demasiado corto."
Daenerys, sin perder la compostura, respondió con un tono juguetón: "Puedo hacer más cosas de las que crees, Aegon Targaryen."
Aegon se sentó en el suelo, intrigado, mientras Daenerys se arrodillaba detrás de él y comenzaba a trabajar con sus hábiles manos. Mientras trenzaba, sus dedos se mancharon ligeramente del tinte azul que cubría el cabello de Aegon.
"¿Por qué sigues ocultando tu verdadero cabello?" le preguntó Daenerys con curiosidad.
Aegon suspiró. "Es mejor mantener la baza de mi linaje guardada, hasta que llegue el momento adecuado."
Daenerys asintió en silencio, comprendiendo la necesidad de estrategia y sorpresa. Continuó trenzando, con cuidado y dedicación. Después de un rato, la pregunta de Aegon la sacó de sus pensamientos. "¿Y tú? ¿Por qué no llevas trenzas?"
Daenerys dejó de trenzar por un momento, y luego, con una sonrisa melancólica, respondió: "Desde que volví a la vida aún no he ganado mis batallas."
Aegon se giró levemente, mirándola a los ojos. "La antigua sangre y la muralla negra cuentan. Venga, siéntate. Te haré yo una trenza."
Aunque reacia al principio, Daenerys aceptó. Aegon comenzó a trenzar su cabello, cada movimiento meticuloso y cuidadoso, como si cada mechón representara una batalla ganada, un obstáculo superado.
Cuando terminó, Daenerys se levantó, tocando la trenza recién hecha. Sus ojos, por un momento, mostraron vulnerabilidad, antes de que volviera a su compostura habitual. "Te puedo decir algo, Aegon?"
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THE FIRST OF HIS NAME
FanfictionEn las profundidades de los misteriosos confines de Volantis, donde la magia y el misterio se funden en un torbellino de poderes antiguos, un sacerdotisa roja en trance vislumbra una visión: una figura envuelta en llamas, con cabellos de plata ondea...