Aegon fue arrastrado por los guardias fuera del barco, apenas capaz de mantenerse en pie. El calor sofocante le golpeó de inmediato, y el sol brillaba intensamente sobre una ciudad portuaria exótica, rodeada de palmeras y vegetación tropical. A lo lejos, las aguas cristalinas del océano reflejaban el azul del cielo. Sin embargo, la belleza del lugar contrastaba con la dura realidad de la situación: el puerto estaba lleno de esclavistas, mercaderes y otros prisioneros, todos esperando su destino.
La ciudad se llamaba Cabo de Ébano, y se encontraba en la costa sur del Valle del Loto Dulce, en la isla de Jhala, una de las muchas Islas del Verano. Casas de madera y piedra, con techos de paja, se alzaban en la colina, rodeadas por selvas espesas que ocultaban el interior de la isla. Un intenso aroma a especias y pescado salado flotaba en el aire, junto con el humo de los fuegos que ardían en los mercados del puerto.
Aegon fue puesto en fila junto a los demás esclavos, la mayoría exhaustos y derrotados, aunque algunos todavía mantenían un aire de desafío. Otar, el hombre que le había hablado durante el viaje, estaba justo delante de él.
"¿Dónde estamos?" preguntó Aegon con un hilo de voz, sus palabras apenas audibles.
"Cabo de Ébano," respondió Otar sin girarse. "Uno de los principales puertos de Jhala, en las Islas del Verano. Aquí es donde Khalvos decide el destino de cada uno de nosotros."
Aegon intentó mantenerse firme, pero su cuerpo estaba debilitado por el largo viaje. "¿Qué nos va a pasar?"
Otar suspiró profundamente, su rostro endurecido por la resignación. "Depende. Algunos serán vendidos como sirvientes, otros como gladiadores. Los débiles no durarán mucho en la arena." Giró la cabeza ligeramente para mirar a Aegon. "Por tu aspecto, Targaryen, temo que elige la arena para ti."
La fila avanzaba lentamente mientras los guardias inspeccionaban a cada esclavo. Khalvos, el "Rey de las Cadenas", estaba al final de la línea, observando con desdén a cada prisionero. Era un hombre corpulento, con la piel oscura, adornado con anillos de oro y collares brillantes que contrastaban con su mirada cruel. Su voz grave resonaba en el aire cuando daba órdenes a sus hombres sobre el destino de los prisioneros.
Cuando fue el turno de Aegon, el esclavista lo miró de arriba abajo con una sonrisa burlona.
"Este parece que no durará ni un día," dijo Khalvos con desprecio, dándole un empujón en el pecho. "Demasiado débil. ¿Cómo se supone que alguien como tú pueda sobrevivir en la arena?"
Aegon, apenas capaz de mantenerse en pie, lo miró con el poco orgullo que le quedaba. Sus labios secos se curvaron en una sonrisa amarga antes de escupir directamente en la cara de Khalvos.
Los guardias se quedaron en silencio por un instante, atónitos ante la osadía de Aegon. Khalvos, por su parte, se quedó inmóvil, y lentamente limpió el escupitajo de su mejilla. Luego, empezó a reír, una risa grave y gutural.
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THE FIRST OF HIS NAME
FanfictionEn las profundidades de los misteriosos confines de Volantis, donde la magia y el misterio se funden en un torbellino de poderes antiguos, un sacerdotisa roja en trance vislumbra una visión: una figura envuelta en llamas, con cabellos de plata ondea...