Horas después, Daenerys se despierta en una cama improvisada en el campamento. El dolor en su cuerpo se mezcla con la confusión, y se siente desorientada. A su lado está Arela, observándola con preocupación.
"Me alegra veros despierta, mi reina," dice Arela, con una calma que no logra ocultar del todo la tensión en su voz.
Daenerys, con el ceño fruncido, se incorpora lentamente. "¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Aegon?" pregunta, su voz cargada de inquietud.
Arela baja la vista un momento antes de responder. "No sabemos dónde está... Ni Aegon ni los dragones han sido vistos desde el final de la batalla."
Los ojos de Daenerys se llenan de preocupación, y se levanta con dificultad, ignorando el dolor. "Mandad a alguien a buscarlo. No podemos perder más tiempo."
Arela asiente, pero responde con tono firme. "Edric Tormenta y Arstan Barbablanca ya han partido para buscarlo. Pero vos debéis descansar, mi reina. No os servirá de nada continuar si estáis agotada."
Daenerys toma aire profundamente, claramente ansiosa. "Si tienen noticias, venid a informarme enseguida."
Arela asiente. "Lo haré, mi reina. Ahora intentad descansar. Vuestro pueblo aún os necesita." Dicho esto, sale de la tienda.
Daenerys se deja caer de nuevo en la cama. Aunque su cuerpo clama por descanso, su mente sigue enfocada en un solo pensamiento: Aegon. Finalmente, el agotamiento la vence, y cae en un sueño inquieto, con imágenes borrosas de Aegon perdido en la nieve y el caos de la batalla.
Mientras tanto, Aegon abre los ojos lentamente. El balanceo bajo él y el olor salado del aire le indican que está en un barco. Al intentar moverse, siente las pesadas cadenas que le sujetan las muñecas y los tobillos. Sus heridas han sido vendadas, pero aún se siente débil y desorientado.
En otra habitación del barco, Daella está inclinada sobre una pequeña cuenca de agua, limpiándose la sangre de la boca, secuela del golpe que Aegor le dio en la cueva.
"Vamos, hermanita, no te quejes," dice Aegor, entrando en la habitación con una sonrisa burlona. "Tampoco te he golpeado tan fuerte."
Daella, sin mirarlo, responde con un tono mordaz: "Deberías haberme golpeado más fuerte, si esa era tu intención."
Aegor se ríe suavemente. "Sabes que no puedo matarte. Padre me arrancaría la cabeza si toco a su dulce y peligrosa hija."
Daella lo mira de reojo, su expresión fría. "Más te vale recordarlo."
Aegor se sienta en una silla cercana, jugueteando con una daga mientras la observa. "¿Sonya te ha dicho qué hacer con Aegon?"
Daella asiente. "Quiere hacerle algunas preguntas, averiguar lo que pueda. Pero necesita estar con vida por ahora."
Aegor sonríe, y su tono se vuelve burlón. "¿Solo eso? Lo veo en tus ojos, Daella. Aún tienes sentimientos por él, ¿no es así? Después de todos estos años, ¿sigues pensando en encamarse con nuestro enemigo?"
Daella lo mira sin parpadear. "Aegon es un peón, igual que todos en esta guerra. Le tengo... aprecio, eso no lo niego. Pero no puedo ignorar lo que he vivido con él. Si debe morir, que así sea."
Aegor se levanta, acercándose a ella con una sonrisa astuta. "Recuerda lo importante, hermana. Nuestra causa. No te dejes llevar por tus emociones. Aegon es solo un obstáculo, y lo será hasta que lo eliminemos."
En ese momento, la puerta se abre y entra Illyrio Mopatis, imponente y envuelto en un manto grueso para el frío. Su presencia llena la habitación, y sus ojos se fijan primero en Aegor, luego en Daella.
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THE FIRST OF HIS NAME
FanfictionEn las profundidades de los misteriosos confines de Volantis, donde la magia y el misterio se funden en un torbellino de poderes antiguos, un sacerdotisa roja en trance vislumbra una visión: una figura envuelta en llamas, con cabellos de plata ondea...