Capitulo 40-Nuevos Puestos

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A la mañana siguiente, Aegon caminaba junto a Daenerys hacia la playa de Rocadragón, el aire salino acariciando sus rostros mientras el sol comenzaba a ascender lentamente en el horizonte. Las olas rompían suavemente en la orilla, pero Aegon apenas notaba el paisaje; su mente estaba ocupada por el reencuentro con su reina, los recuerdos de su doloroso pasado reciente, y lo que el futuro les deparaba. Daenerys caminaba a su lado, su mirada fija en el cielo claro.

"Alguien te echaba de menos," dijo Daenerys de repente, rompiendo el silencio, con una leve sonrisa en su rostro mientras miraba al cielo.

Antes de que Aegon pudiera responder, un sonido familiar retumbó en el aire. Alzó la vista y vio a lo lejos una forma majestuosa volando entre las nubes: su dragona, Elianys. Su corazón latió con fuerza al verla acercarse, su silueta dorada y escarlata iluminada por los primeros rayos del sol. Elianys descendió en un arco elegante y aterrizó suavemente frente a ellos, sus enormes ojos fijándose en Aegon con un reconocimiento inmediato.

Aegon avanzó lentamente, alzando una mano para tocar el cálido hocico de su dragona, que lo observaba con una mezcla de nostalgia y lealtad. "Elianys..." susurró, su voz cargada de emoción. La dragona bufó suavemente, acercándose más, casi como si lo estuviera envolviendo en su protección. El reencuentro entre jinete y dragona era una escena hermosa, cargada de un vínculo profundo e inquebrantable que solo los que comparten alma con un dragón podrían entender.

Daenerys sonreía con suavidad desde un costado. "Lo sabía. Sabía que vendría por ti en cuanto sintiera que habías vuelto."

Aegon asintió, montando con agilidad sobre el lomo de Elianys, sintiendo cómo las cicatrices de su cuerpo parecían desvanecerse en su mente mientras retomaba su lugar como jinete. "Siempre regresa," dijo con una sonrisa, mientras Elianys rugía con fuerza, desplegando sus alas.

Daenerys se volvió y llamó a Drogon, quien no tardó en aparecer desde las alturas. El gigantesco dragón negro aterrizó a su lado, y ella lo montó con la misma gracia que siempre la caracterizaba. Se miraron desde sus respectivas monturas, sus dragones latiendo con una energía inigualable. Era un momento de poder y conexión.

Desde el aire, con los dos dragones alzándose hacia las nubes, Daenerys se inclinó hacia Aegon, gritando por encima del viento. "Una carrera hasta Desembarco del Rey, ¿qué dices?" Su tono era juguetón, desafiante, y sus ojos brillaban con una chispa de emoción.

Aegon sonrió, aceptando sin dudar. "Acepto el reto."

Con una señal de ambos, Drogon y Elianys se lanzaron al aire en una carrera feroz, surcando el cielo con una velocidad impresionante. El viento rugía en sus oídos, y Aegon sintió cómo la adrenalina corría por sus venas mientras volaba junto a Daenerys, a la altura de su lado. Elianys mantenía un ritmo firme, casi como si leyera los deseos de su jinete. Los paisajes de Poniente pasaban bajo ellos como manchas borrosas, mientras los dos dragones competían en el aire, cada uno mostrando su majestuosidad.

Pero, por más que Aegon y Elianys lo intentaron, Drogon era simplemente más grande y poderoso. Con un rugido ensordecedor, el dragón negro aceleró en los últimos tramos, dejando a Elianys y Aegon apenas un poco atrás cuando llegaron a los cielos sobre Desembarco del Rey.

Aegon no pudo evitar sonreír con orgullo y emoción cuando vio la vasta ciudad que se extendía bajo ellos. Estaba de vuelta. Desembarco del Rey, el corazón de su linaje, la capital de los Siete Reinos. Y no pasó mucho tiempo antes de que el pueblo los viera también. Gritos de sorpresa y asombro se alzaron desde las calles mientras los dos dragones volaban por los cielos de la ciudad. El regreso del príncipe Targaryen, montado sobre su dragona, era algo que nadie había esperado, y el impacto fue inmediato.

THE FIRST OF HIS NAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora