Con la reunión concluida y el plan de conquista esbozado, Daenerys se detuvo un momento en la Cámara de la Mesa Pintada. Solo Aegon permaneció a su lado mientras los demás consejeros salían en silencio, comprendiendo que era momento para la reina y su sobrino de hablar en privado. Daenerys, todavía sumida en la gravedad de sus decisiones, se volvió hacia Aegon.
"Bien," dijo, su voz calmada pero curiosa. "Me dijiste que tenías un plan. Cuéntamelo."
Aegon sonrió, con ese brillo travieso que a veces aparecía en sus ojos. "Quiero ir a Desembarco del Rey. Esta misma noche."
Daenerys lo miró sorprendida, su ceño fruncido mientras consideraba sus palabras. "¿Quieres ir a la boca del lobo? ¿Estás loco?"
"Exactamente," respondió Aegon, con un tono de confianza que casi la desconcertó.
Daenerys sacudió la cabeza. "Es imposible que pise Desembarco del Rey. Además, ¿qué planeas hacer allí? La ciudad está llena de enemigos, espías, y... ¿para qué?"
Aegon se acercó un poco más, bajando la voz para que solo ella pudiera escuchar. "Nunca he estado en Desembarco del Rey. Además, podríamos conseguir información valiosa. Pero, más allá de eso... todo este tema del Trono de Hierro, las alianzas y las conquistas cansa bastante. ¿Por qué no te relajas y vienes conmigo? No vamos a la Fortaleza Roja, sino a la verdadera ciudad. La Desembarco del Rey que nunca has visto."
Daenerys lo miró, dudando. "¿Y si alguien me reconoce? No sé qué podrían hacer si descubren quién soy."
Aegon sonrió de nuevo y sacó una pequeña bolsa de cuero de la que extrajo un parche para el ojo y un frasco de tinte negro. "No te he contado todo el plan," dijo, mientras levantaba los objetos frente a ella. "Vamos de incógnito."
Daenerys observó el tinte y el parche, y luego a Aegon, que parecía disfrutar la idea. "No sé, Aegon..."
"Nos lo pasaremos bien," insistió Aegon. "Te vendrá bien estar unas horas alejada de las conquistas y disputas. Además, ¿cuándo fue la última vez que simplemente exploraste una ciudad, como una persona común y corriente?"
Daenerys, aunque todavía dudosa, comenzó a sonreír ante la idea. "Quizás tienes razón. Podría ser... interesante."
Con una risa contenida, Aegon le ayudó a aplicarse el tinte negro en su cabello plateado. Su melena, ahora oscura, le daba un aire completamente diferente. Mientras trabajaba, Daenerys se sentía extrañamente liberada, como si estuviera dejando atrás su carga real, aunque solo fuera por un momento.
Aegon también cambió su aspecto, aplicándose tinte azul en su cabello. Cuando Daenerys se colocó el Parche, Aegon no pudo evitar soltar una carcajada.
"Ahora sí, pareces Aemond el Tuerto," bromeó, refiriéndose a su ancestro.
Daenerys se rió también, aunque le lanzó una mirada de advertencia a Aegon. "Mejor que no te acostumbres a llamarme así."
Ambos se colocaron las capuchas sobre sus cabezas y, esa misma noche, abordaron una pequeña barca que los llevaría, en silencio, a Desembarco del Rey. Las estrellas brillaban sobre ellos mientras se deslizaban por las tranquilas aguas, y la sombra imponente de la Fortaleza Roja se alzaba a lo lejos, casi como un recordatorio de los peligros que acechaban en la ciudad.
Pero en ese momento, no eran la Reina Daenerys Targaryen ni el Príncipe Aegon. Solo eran dos personas, explorando un mundo que estaba más allá del alcance de las coronas y las guerras, al menos por unas horas.
Aegon y Daenerys llegaron a las afueras de Desembarco del Rey en una noche estrellada, las sombras de las murallas de la ciudad se alzaban como gigantes sobre ellos. La Puerta de Hierro, una de las siete grandes puertas que rodeaban las murallas de la ciudad, se encontraba justo frente a ellos. Estaba ubicada en la pared noreste, dando al camino costero que conducía hacia Rosby. La puerta estaba flanqueada por guardias que vigilaban con atención a todos los que intentaban entrar.
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THE FIRST OF HIS NAME
FanfictionEn las profundidades de los misteriosos confines de Volantis, donde la magia y el misterio se funden en un torbellino de poderes antiguos, un sacerdotisa roja en trance vislumbra una visión: una figura envuelta en llamas, con cabellos de plata ondea...