Aegon y Jon entraron a toda velocidad en Invernalia. Humfrey apenas respiraba, su rostro pálido, y la sangre seguía manando de la herida profunda. Aegon, completamente nervioso, bajó a Humfrey del caballo casi sin esfuerzo, con una agitación que superaba la fatiga de la batalla. Sin perder tiempo, lo cargó en brazos y corrió hacia el Gran Salón, sin siquiera esperar a Jon, que intentaba seguirle el paso pero no lograba alcanzarlo.
El gran portón se abrió de golpe, interrumpiendo la conversación entre Daenerys y Sansa. Aegon entró corriendo, su respiración entrecortada, con la ropa ensangrentada y la expresión de puro pánico. "¡Ayuda! ¡Ayuda!" gritó, su voz cargada de desesperación.
Edric y Arstan, que estaban vigilando el salón, rápidamente acudieron a su lado. "¡Por aquí, Aegon!" dijo Arstan, guiándolo hacia una de las camas improvisadas. Juntos, entre los tres, colocaron a Humfrey sobre el lecho, donde su cuerpo yacía casi inmóvil, excepto por las débiles y erráticas respiraciones.
Daenerys, al ver la gravedad de la situación, se levantó inmediatamente. "¡Rápido, llamen a Sam Tarly!" ordenó, con la voz firme, aunque el nerviosismo se notaba en su mirada.
Edric salió corriendo, mientras Aegon se inclinaba sobre Humfrey, sus manos temblando, tratando inútilmente de detener la hemorragia. Jon llegó finalmente, jadeando, pero sin decir una palabra, viendo la desesperación en el rostro de Aegon.
Sam llegó en cuestión de minutos, con su bolsa de suministros médicos a cuestas. Sin perder tiempo, comenzó a revisar la herida. La carne alrededor de la herida estaba desgarrada, y la sangre seguía fluyendo. Al quitar las ropas empapadas, Sam mostró el terrible daño: la hoja había penetrado profundamente, afectando órganos vitales. La herida era asquerosa, con bordes irregulares y carne expuesta, y el hedor del metal mezclado con sangre se hacía insoportable.
Sam comenzó a trabajar de inmediato. Usó una aguja gruesa para cerrar la herida mientras los demás observaban en silencio. Cada punto hacía que Humfrey gimiera de dolor, y Aegon apretaba los puños, deseando poder hacer algo más.
"¡Arstan!" gritó Daenerys, volviendo su atención a la situación. "Ve a por Khinra y Haldon, diles que es urgente."
Arstan asintió y salió disparado del salón. Mientras tanto, Sam seguía trabajando. Utilizaba gasas, alcohol y ungüentos que apestaban y hacían que la escena fuera aún más desagradable. La sangre burbujeaba alrededor de la herida mientras Sam intentaba controlar la hemorragia. Jon apartó la mirada, conteniendo las náuseas, mientras Aegon no podía apartar la vista, con el horror reflejado en su rostro.
Finalmente, Khinra y Haldon llegaron. Khinra, con una calma que contrastaba con el caos del momento, miró la situación y se acercó a Aegon. "Es mejor que nos dejes a solas, Aegon," dijo suavemente, pero con firmeza. "En cuanto acabemos, te avisaré."
Aegon dudó, pero al ver la seriedad en los ojos de Khinra, asintió. Se levantó lentamente, mirando una vez más a Humfrey antes de salir de la habitación.
Khinra cerró la puerta detrás de ellos, dejándolos a todos fuera del cuarto de curación. Aegon, completamente agotado, se dejó caer en una silla cercana, con la cabeza entre las manos. El sonido de su respiración pesada resonaba en el pasillo, mezclado con el silencio de la incertidumbre.
Daenerys se acercó lentamente y lo abrazó por detrás, sus brazos rodeando sus hombros en un gesto de consuelo. Aunque ella misma estaba nerviosa, hizo todo lo posible por ocultarlo, manteniendo una fachada de calma para él. "Va a estar bien, Aegon. Sam, Khinra y Haldon harán todo lo posible."
Aegon se dejó abrazar, pero su mirada seguía perdida en el vacío. No podía sacudirse la sensación de culpa y miedo. "Si... si... si no hubiera ido al bosque..." murmuraba, las palabras casi ahogadas en su voz.
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THE FIRST OF HIS NAME
FanfictionEn las profundidades de los misteriosos confines de Volantis, donde la magia y el misterio se funden en un torbellino de poderes antiguos, un sacerdotisa roja en trance vislumbra una visión: una figura envuelta en llamas, con cabellos de plata ondea...