Capitulo 44-Loba y Dragon

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Aegon, aún adolorido por la herida, sacó de una pequeña bolsa unos pastelillos de limón que había traído consigo desde Desembarco del Rey. Sin saberlo, eran el dulce favorito de Sansa Stark. Los sostuvo frente a ella y le ofreció uno, tratando de aligerar la tensión que los envolvía.

Sansa lo miró con una ligera sorpresa, pero aceptó el pastelillo. "Son mis favoritos", comentó con una leve sonrisa, casi nostálgica.

Aegon, sorprendido, levantó una ceja. "No lo sabía."

Comieron en silencio por un momento, con la lluvia repiqueteando sobre la entrada de la cueva y el eco distante de Elianys vigilando el exterior. Tras unos momentos de reflexión, Sansa rompió el silencio.

"¿Qué crees que quiere ese hombre?" preguntó, refiriéndose a Illyrio Mopatis, su tono cargado de cautela.

Aegon suspiró, mirándola con seriedad. "No lo sé. Illyrio siempre juega a dos o más bandas. Ya en las Islas del Verano movió sus hilos, atacando cuando menos lo esperábamos. Esta cicatriz," dijo señalando su rostro, "es su obra, aunque no fue él directamente."

Sansa lo miró con sorpresa. "¿Illyrio te hizo eso?"

Aegon negó con la cabeza, aunque con una mueca amarga. "No él, un mercenario al que pagó. Aunque, para ser un mercenario, era increíblemente hábil. Si no fuera porque una mujer le ordenó detenerse, estaría muerto."

Sansa observó a Aegon con atención antes de murmurar: "Un gobernante que se esconde detrás de verdugos pagados pronto olvida qué es la muerte."

Aegon hizo una pausa, como si las palabras de Sansa resonaran en él, pero pronto cambió de tema. "¿De verdad quieres el Trono de Hierro?" le preguntó de manera directa, sus ojos buscando una respuesta sincera.

Sansa lo miró de reojo mientras masticaba lentamente otro bocado de pastelillo. "Si es lo mejor para el Norte, asumiré el poder."

Aegon no pudo evitar mostrar cierta duda en su rostro. "¿Para el Norte, o para ti?" preguntó con sutileza, sabiendo que la ambición a menudo se enmascaraba bajo la apariencia de lealtad a una causa mayor.

Sansa dejó escapar un suspiro profundo, su mirada volviéndose más dura, más desafiante. "Mientras Daenerys se siente en el Trono de Hierro, jamás estaremos a salvo. El Norte nunca estará a salvo. La guerra no acabará hasta que Jon esté muerto o todo el Norte sea destruido."

Aegon la miró con cierta incredulidad. "Podéis evitarlo, Sansa. Podéis arrodillaros y jurarle lealtad. La guerra acabaría."

Sansa negó lentamente con la cabeza, con los ojos fijos en él, sus palabras cargadas de una amarga certeza. "Daenerys no acabará con la guerra tan fácilmente. Ella misma lo dijo: llevará la guerra al resto del mundo hasta que gobierne todo. Y sabes qué es lo que más le molesta... que el Norte nunca la verá como reina más que a Jon."

Aegon quedó en silencio por un momento, asimilando las palabras de Sansa. Conocía las pérdidas de Daenerys, la dureza de sus decisiones, pero también sabía que las heridas de ambos bandos eran profundas. Finalmente, rompió el silencio con un tono calmado pero firme.

"Todos hemos perdido mucho, pero la paz es posible, si estamos dispuestos a buscarla."

Sansa lo miró de nuevo, esta vez sin tanto desafío, pero con la duda aún presente en sus ojos. "¿Estás seguro de eso, Aegon? Porque yo no lo estoy."

La tormenta seguía rugiendo afuera, el sonido de la lluvia pesada retumbaba en la cueva mientras Aegon y Sansa se veían obligados a pasar la noche juntos. Aegon salió un momento bajo el aguacero, volviendo empapado pero con suficientes troncos para hacer una fogata. Tras unos minutos de intentos, finalmente consiguió prender el fuego, y las llamas iluminaron tenuemente la cueva.

THE FIRST OF HIS NAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora