Capitulo 63-Despertando Al Dragon

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Pasaron varias semanas desde que Aegon había sido llevado de regreso a la Fortaleza Roja. Su recuperación había sido lenta, demasiado lenta para el gusto de muchos. Pero las curas de Khinra y Haldon estaban dando resultados, y aunque Aegon seguía débil, su piel ya no tenía aquel tono enfermizo. Las heridas más profundas habían cerrado, y los huesos rotos estaban vendados y apoyados por tablillas.

Cada día, Daenerys había estado a su lado. Sus responsabilidades como reina la llamaban fuera de la habitación por momentos, pero volvía siempre, pasando noches en vela, observándole respirar, aferrándose a la esperanza de que despertaría y la miraría con esos ojos que tantas veces la habían llenado de fuerza.

Una noche, después de muchas sin dormir bien, Daenerys estaba sentada en una silla junto a la cama, sus dedos entrelazados con los de Aegon. El silencio era pesado, roto solo por el sonido suave de la respiración de Aegon. Había recuperado algo de color en el rostro, pero seguía pareciendo frágil, como si aún estuviera suspendido entre la vida y la muerte. Daenerys había permanecido tanto tiempo así que, por un momento, sus párpados comenzaron a cerrarse.

Lentamente, se levantó de la silla, pensando que quizás podía dejarlo descansar por unas horas. Con un suspiro cansado, soltó la mano de Aegon y se dispuso a marcharse, pero justo cuando se dirigía hacia la puerta, una voz débil la detuvo.

"Daenerys..." Aegon habló, casi en un susurro, tan bajo que parecía un eco en la habitación silenciosa.

Daenerys se giró rápidamente, sorprendida, su corazón acelerándose. Volvió hacia él y se inclinó sobre la cama, viendo cómo los ojos de Aegon se entreabrían débilmente, enfocándose en ella con esfuerzo.

"¿Aegon?" murmuró, emocionada, su voz temblando mientras volvía a tomar su mano. "¿Me escuchas?"

Él asintió apenas, su mano débil intentando apretar la suya. "No te... vayas..." susurró, sus palabras fragmentadas por la debilidad. "Quédate..."

Los ojos de Daenerys se llenaron de lágrimas al escucharle hablar, aunque fuera apenas un hilo de voz. Aegon estaba allí, luchando por regresar. Se sentó a su lado y tomó su rostro entre sus manos, inclinándose para estar más cerca de él.

"Estoy aquí," le dijo con suavidad, acariciando su mejilla con el pulgar. "No me voy a ir. Nunca te dejaré."

Aegon parpadeó lentamente, sus ojos llenos de una mezcla de dolor y gratitud. "Pensé... que... te había perdido..." logró decir, sus palabras arrastrándose entre suspiros.

Daenerys negó con la cabeza, las lágrimas rodando por sus mejillas. "No, Aegon. Aquí estoy, y siempre estaré contigo. No me perderás... nunca."

Él trató de sonreír, pero su debilidad lo hizo difícil. "Te amo... Dany," susurró, usando el apodo que tantas veces había sido pronunciado por aquellos que más la amaban.

Daenerys sintió un nudo en la garganta al escucharlo. Inclinándose, besó suavemente su frente, dejando que sus labios descansaran allí por un momento. "Yo también te amo," le respondió con la voz rota, tratando de mantener la calma, aunque las emociones la desbordaban. "Y no importa lo que pase, vamos a salir de esto. Juntos."

Aegon cerró los ojos lentamente, agotado por el esfuerzo de hablar. Pero antes de que volviera a dormirse, murmuró: "Siempre juntos..."

Daenerys lo observó en silencio, con el corazón lleno de amor y miedo. La fragilidad de Aegon era un recordatorio constante de lo cerca que habían estado de perderse el uno al otro. Pero en ese momento, en esa pequeña fracción de tiempo, ella supo que su conexión era inquebrantable. Pase lo que pase, estarían juntos, hasta el final.

THE FIRST OF HIS NAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora