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Por todo el campus se corría el rumor sobre la expulsión de al menos 20 estudiantes, el número era una exageración aun así ese hecho llamo la atención por algunos días, pero como en todo, pronto apareció otro chisme en el cual voltear de vez en cuando, las fechas de los partidos nacionales para aquellos equipos sobresalientes en las diferentes áreas estaban próximas.


Por primera vez las palabras de Hinata fueron tomadas en cuenta, él le dio su espacio por no decir que la dejo en paz, llego a creer que mostraría algo de gratitud, como siempre no fue así.

Por 	primera vez las palabras de Hinata fueron tomadas en cuenta, él le 	dio su espacio por no decir que la dejo en paz, llego a creer que 	mostraría algo de gratitud, como siempre no fue así

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Por su parte, ella no se sentía del todo bien, no entendía por qué si después de todo había recuperado su amada soledad, algo se sentía diferente.

—Hola. –la pelinegra levanto la mirada de su libro solo para cerciorarse que era a ella a quien le hablaban, volteo a ambos lados, dándose cuenta de que si, efectivamente era a ella a quien le hablaban. La cafetería no era su lugar favorito pero ese día no tenía opción, no había desayunado nada, lo que no le pasaba antes, moría de hambre desde su primera clase por lo que no vio mal comer algo y avanzar con su lectura, después de todo la mesa más alejada de los demás estudiantes estaba libre. —Eres Hinata ¿Verdad?

Se incomodó cuando aquella chica tomo asiento a su lado, ni siquiera espero su respuesta lo que la irrito, la fulmino con la mirada esperando que notara su disgusto.

—Qué tal, soy Fuu, estoy en la carrera de medicina, muchos me conocen como Lúcida, es solo un sobre nombre por... olvídalo, sé que te impresione, quizás te estés preguntando qué hago aquí, contigo, la respuesta es muy sencilla, me agradas y me gustaría que fuéramos amigas. –la cara de Hinata no podía dejar más en claro lo que pensaba.

¡Está loca!

—Yo también fui tutora, bueno, lo fui por un mes, ah... ¿Te parece bien si almorzamos juntas?

Hinata la miro de arriba para abajo convenciéndose de la clase de persona que era, una de las chicas perfectas, aquellas que siempre vestían de rosa y actuaban como muñequitas, pendientes a la moda de cada temporada, irritantes y desesperantes que no escuchaban un no como respuesta.

—Este lado de la cafetería me encanta...aunque no suelo sentarme de este lado es algo...oscuro -saco un pañuelo limpiando su área como si estuviera muy sucio.

—No te conozco y no tengo interés por conocerte. –cerro de golpe el libro que sostenía.

—Uy pero que carácter, no te haría mal tomar algunas clases de modales, mira, no te acomplejes, no quiero que te sientas abrumada con mi presencia, relájate. Sé que puede ser algo sorpresivo o hasta asombroso que yo esté aquí, hablándote, solo piensa que soy una mortal más como tú.

Por su mente se figuraba la clase de pensamiento que rondaba por la cabeza de esa chica, se sentía y creía ser alguien grandiosa, a quien todos les honraría que les hablara.

LYCORIS ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora