Los ojos negros miraron con vacilación.
—¿Seguro que no quieres tomarte solo un descanso? Es mejor a que renuncies de raíz, quisiera que lo consideraras. –Menma quedo en silencio mostrándose pensativo. —No permitas que los sentimientos afecten tu trabajo.
—Que no es eso. –expreso el pelinegro exasperado.
—Somos familia, prácticamente yo te crie, te conozco, tu mejor que nadie sabe que las relaciones con pacientes no llevan a nada, menos con historiales escalofriantes.
—Nada de eso, no me lo recuerde por favor. Soy un adulto responsable, no tiene que darme un sermón tío, he tomado mi decisión, quiero otros aires nuevos, lo mejor es irme a otro lugar.
—Respeto eso pero considero que...
—Por favor, no me haga repetirlo.
—Bien Menma, tienes razón, solo espero que de vez en cuando nos llames, no quieras desaparecer del mapa ¿Cuándo te iras?
—Ya todo está esclarecido así que hoy, hoy mismo. –el doctor Orochimaru no dijo más, solo asintió.
Menma hizo las ventas de sus bienes, todo lo necesario para irse sin tener ningún pendiente, todo para que no quedara rastro suyo, incluso viajo hasta llegar al recinto donde descasaba una cripta en nombre de Hinata, no fue con las manos vacías, compro un extraordinario ramo de flores.
Justo al llegar vio a un hombre frente a aquella tumba vacía que lloraba desconsolado mientras repetía un sinfín de frases, eso le incomodo ya que parecía exagerado a su punto de vista, estuvo tentado a irse de ahí pero sintiéndose curioso se quedó unos minutos, de los cuales se arrepintió.
¿De dónde conoce a Hinata? ¿Quién es ese?
Las dudas se disiparon cuando entendió de quien se trataba, algunas líneas de los expedientes de Hinata aparecieron en su mente mientras ampliaba los ojos. Era Naruto, el padre de su hijo, el hombre del cual estaba locamente enamorada, su obsesión, por quien ella era capaz de asesinar. Instintivamente camino hacia atrás bajando el ramo de flores.
¡No puede ser, se suponía que estaba muerto!
Eso le hizo pensar que quizás su hijo también lo estaba y si eso era así, entonces...
Menma apretó su agarre en las flores, dio vuelta y camino hacia la salida, tenía que irse lo antes posible, no paro a descansar ni una sola vez lo que permitió que llegara prácticamente en la madrugada.
Al salir del auto respiro hasta tener una aura serena, no quería poner a Hinata sobre aviso, eso arruinaría sus planes, cuando se tranquilizó cogió su maleta y camino hacia la cabaña pensando que la hallaría dormida.
Cuando se acercó noto las luces encendidas algo inquieto abrió la puerta encontrándose con un aroma riquísimo. Cerro la puerta curioso cuando vio a Hinata salir de la puerta que daba a la pequeña cocina.
—Por fin llegas. –la imagen le pareció salida de un cuento, le pareció lo más hermoso de su vida, lo que provoco que soñara con el mañana, donde ella lo recibía así todos los días de su existencia. —Prepare algo de sopa, ya que no hay mucho que se pueda hacer, no me dejaste mucha variedad de ingredientes. –lo último sonó a reproche.
—No te preocupes, te comprare más comida, a partir de a hoy no te faltara nada. –Hinata no contesto, no parecía feliz con esas palabras. —Siento haber tardado pero ya estoy aquí.
Camino hacia ella con la intención de abrazarla, no logro su objetivo.
—Cenemos porque no he comido, perdí la noción del tiempo leyendo. –ella camino a la cocina.
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LYCORIS O
HorrorCuando el amor obsesivo se dispara, nada parece detenerlo. El sentido común, la farmacoterapia, la terapia electroconpulsiva, los médium, la regresión y la hipnosis fracasan al unísono. Ni magia ni terapia. La adicción afectiva es el peor de...