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Mientras caminaban por el bosque el viento parecía más feroz, dando paso a moderadas ráfagas que se extendían por los árboles, Hinata era consciente de la distancia que habían recorrido, era parte de su plan, podía sentir la mirada sobre ella, le asqueo aun así siguió caminando hasta observar el ultimo árbol en el que había marcado el inicio de sus trampas.

—¿Falta mucho?

—No, solo unos pasos más.

—Pero que lejos está tu proyecto, ¿No será que quieres que nos alejemos para estar solos?

—No sé, quizás...-la tomo sorpresivamente de los hombros para pegarla a un árbol de forma brusca, sin medida comenzó a acercarse demasiado a ella.

—Lo veo y no lo creo. No creí que eras de esas, dime linda ¿Tanto así, te gusto?-no pudo evitar gemir cuando la había empujado, tenerlo a centímetros de ella la disgustaba demasiado. Giro el rostro cuando el intento besarla, ciertamente miro hacia un costado, directamente a un montón de hojas en el suelo.

—Me estas lastimando.

—No digas eso, es obvio lo que quieres, al parecer quieres hacerte la mustia, eso no funciona conmigo. Wow pero que bien hules, sabes siempre me habías gustado, tienes un buen cuerpo, pero siempre metida en esa biblioteca para que nadie se te acercara, solo estabas esperado, esperándome, mírame ahora me tienes. -beso su cuello, Hinata lo empujo alejando su cuerpo de él, eso por supuesto que no le gusto.

—¡Pero qué te pasa! -no respondió, solo retrocedió ciertamente avanzaba hacia las hojas.

—Pasa que yo no soy de esas.

—Ja, mira nada más, ¿Ahora te haces la inocente? Pero así hace unos instantes parecías querer otra cosa. -el hizo señales obscenas señalando sus pantalones.

—¡Quítate la pulsera! -grito Hinata mientras se detenía.

—¿Ah? ¿De qué putas hablas?

—¡La pulsera! ¡Quítatela! -él pareció entender sus palabras, soltó una risa ladina.

—¿Así que sabes de la pulsera? ¿He? ja, la verdad no sé porque tengo esta baratija, debí tirarla a la basura, es ahí donde pertenece. Supongo que sobran las explicaciones ¿No?

—Qui-tatela

—¿A caso te pusiste celosa? no tienes por qué, eres más hermosa que ella, es una suerte que no este, no habrías podido cercarte a mí.-cuando el dio un paso ella retrocedió. —¿Pero qué te ocurre?

—¡Te dije que te la quitaras! No mereces portarla maldito, no después de lo que le hiciste. -el quedo en silencio, su mirada de asombro paso a una de evidente enojo.

—¿Qué tanto sabes?

—Suficiente, ahora quítatela, no lo volveré a decir.

—¿Y qué piensas hacer? Nadie te creerá, es tu palabra contra la mía, tengo las de ganar porque... los muertos no hablan. -esta vez Hinata no se movió, ni se tambaleo, le sostuvo la mirada. —Lo siento linda pero ahora que sé que lo sabes pues... comprenderás que no puedo dejarte ir. Descuida hare que tus últimos instantes de vida sean los mejores, sabrás de lo que ella gozo antes de partir. -corrió hacia ella con la intención de inmovilizarla. —¡AYYY!

Gritos desgarradores comenzaron a escucharse pero fueron amortiguados por los árboles que conformaban el espeso bosque, en el suelo Kimimaro se retorcía de dolor, no tenía mucha movilidad porque estaba atrapado en varias trampas para osos, tenía cuatro incrustados en su cuerpo, la del píe derecho fue la primera, con ella cayó al suelo, ahí un costado fue atrapado y cuando intento levantarse su brazo fue presa de otras dos trampas.

Hinata solo lo miro en silencio dejando que gritara lo que quisiera, una sensación de satisfacción invadió su cuerpo, la satisfacción se volvió placer, cuando Kimimaro pareció agotado ella tomo un palo para mover hojas descubriendo las demás trampas, se tomó su tiempo para recoger las quince trampas que habían colocado, al terminar se acercó a él para quitarle la pulsera de Shiho, con sus pocas fuerzas suplicaba piedad pero ello lo ignoro, camino hacia otro árbol para sacar un galón, lo destapo y lo coloco junto a él.

—Por favor, por favor ayúdame. Ya entendí, hice mal, pero por favor...

—¿Lo disfrutaste? Disfrutaste jugar con sus sentimientos, disfrutaste ¿Quitándole la vida?...ella en verdad te amaba, era una buena chica, ¿Sabes que tenía planes para el futuro? ¿No verdad? Te importo tan poco, -el comenzó a llorar con desesperación. —Cuando murió Shiho hice una promesa, estoy a punto de cumplirla.

—¡Perdón! ¡Lo siento!

—Tus palabras no me sirven.

—¡No, no! ¡Oh dios!

—¿Ahora te acuerdas de dios? Ni siquiera deberías mencionarlo. Es hora de terminar con esto, ciertamente no creí que sería así de fácil. -tomo unas tijeras y un cuchillo entre sus manos, mientras se acercaba de nuevo a él. —Antes de esto -expreso mientras le enseñaba el galón. —Es mejor quitarte tu orgullo ¿No crees?, sinceramente solo planeaba asarte, pero... creo que es justo, al fin de cuentas no parabas de presumir al respecto. -comenzó a cortar el pantalón y la ropa interior de aquel chico que no hacía nada más que implorar.

Hinata no perdió tiempo, tomo el cuchillo y comenzó a cortar sin detenerse a medir sus movimientos, la sangre comenzó a brotar, coloco el miembro cortado en un palo como si de una brocheta se tratara, seguido de eso tomo el galón para rociarle un poco de gasolina y después le prendió fuego, Kimimaro estaba a punto de desmayarse, pero Hinata se lo impidió embocándole aquella brocheta en la boca.

Eso fue suficiente para que lo vomitara, tomo el galón, con una paciencia admirable comenzó a rociar el resto de la gasolina sobre él, tomo un cerillo colocándolo al frente de su ahora víctima.

—Hombres como tú, no merecen vivir, suplica, suplica tal como ella lo hizo. -pronto las llamas invadieron el cuerpo que ya no tenía fuerza, después de unos minutos dejo de moverse, ella permaneció ahí hasta que comenzó a llover, cuando el fuego se apago recogió sus cosas y se fue, sabía que los animales harían el resto.

Al llegar a su casa una bofetada fue lo primero que la recibió, eran las nueve de la noche y su madre no quería escuchar escusas, la mando a la cama sin cenar, si Hanna le hubiera pedido una explicación sin duda se la habría dado sin omitir ningún detalle, que podía perder.

Nada

Comenzaba a pensar que todos los hombres eran iguales, tal como su padre, hombres sin corazón que solo usan a las mujeres para cubrir sus oscuros deseos y cuando ya no las necesitan simplemente se desasen de ellas de formas atroces, justo así había muerto Samui y Shiho.

Estaba convencida, ella jamás tendría hijos y mucho menos se enamoraría, no haría lo que hicieron con ella y no creía encontrar a alguien que pudiera hacerla cambiar de opinión. En sus siguientes meses de escuela todo parecía normal, pronto la desaparición de Kimimaro dejo de sonar en el pueblo, ahora el nombre de Mu Muujin acaparaba la atención, habían encontrado sus restos en una carretera con muestras de tortura, aquel hombre tenía un historial delictivo por manejar ebrio, falta de moral, agresión a policías y asesinato, había sido acusado de matar a sus exparejas, a falta de pruebas fue liberado, poseía también ordenes de restricción. Mientras las morbosas noticias se difundían en su escuela, Hinata tomaba su almuerzo con toda tranquilidad ante los constantes cuchicheos que no parecían para.

LYCORIS ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora