— Aunque tuve un sueño. ― Digo, pensando.
― Estaba siguiendo a un sinsajo por el bosque. Durante mucho tiempo. En realidad era Rue. Quiero decir, cuando cantaba, tenía su voz.— ¿Adónde te llevó? ― Dice, apartándome el pelo de la frente.
— No lo sé. Nunca llegamos. ― Digo. ― Pero me sentía feliz.
— Bueno, dormías como si estuvieras feliz.
— Peeta, ¿cómo es que nunca sé cuándo estás teniendo una pesadilla?
— No lo sé. No creo que grite o me revuelva o nada. Sólo me despierto, paralizado por el terror.— Deberías despertarme. ― Digo, pensando sobre cómo puedo interrumpir su sueño dos o tres veces en una mala noche. Sobre cuánto puede llevarle el tranquilizarme.
— No es necesario. Mis pesadillas suelen ser sobre perderte a ti. ― Dice.
― Estoy bien en cuanto me doy cuenta de que estás aquí.Ugh. Peeta hace comentarios como este tan sin venir a cuento, y es como si me golpeara en el estómago. Sólo está contestando mi pregunta con sinceridad. No me está presionando para que le responda a la altura, para que haga ninguna declaración de amor. Pero aún así me siento horrible, como si lo hubiera estado utilizando de alguna forma terrible. ¿Lo he hecho?
No lo sé. Sólo sé que por primera vez, me siento inmoral por tenerlo aquí en mi cama. Lo que es irónico ya que ahora estamos oficialmente prometidos.
— Será peor cuando estemos en casa y duerma solo otra vez. ― Dice.Eso es verdad, ya casi estamos en casa. La agenda para el Distrito 12 incluye una cena en la casa del Alcalde Undersee esta noche y un rally de victoria en la plaza durante el Festival de la Cosecha mañana. Siempre celebramos el Festival de la Cosecha el último día del Tour de la Victoria, pero habitualmente significa una comida en casa o con unos pocos amigos si puedes permitírtelo. Este año será un evento público, y ya que el Capitolio lo estará organizando, todo el mundo en todo el distrito tendrá la barriga llena.
La mayor parte de nuestra preparación tiene lugar en la casa del alcalde, ya que volvemos a estar cubiertos de pieles para las apariciones en exteriores. Sólo estamos brevemente en la estación de tren, para sonreír y saludar mientras subimos al coche. Ni siquiera vemos a nuestras familias hasta la cena de esta noche.
Me alegro de que sea en la casa del alcalde en vez de en el Edificio de Justicia, donde tuvo lugar el memorial por mi padre, donde me llevaron tras la cosecha para esos desgarradores adioses a mi familia. El Edificio de Justicia está demasiado lleno de tristeza.
Pero me gusta la casa del Alcalde Undersee, especialmente ahora que su hija Madge y yo somos amigas. Siempre lo fuimos, de algún modo. Se hizo oficial cuando vino a decirme adiós antes de que me marchara a los Juegos. Cuando me dio la insignia del sinsajo para desearme suerte. Después de llegar a casa empezamos a pasar tiempo juntas. Resulta que también Madge tiene bastantes horas vacías que llenar. Al principio fue un poco incómodo porque no sabíamos qué hacer. A otras chicas de nuestra edad les he oído hablar sobre chicos, u otras chicas, o ropa. Madge y yo no somos cotillas y la ropa me aburre a muerte. Pero después de varios inicios en falso, me di cuenta de que se moría por ir al bosque, así que la he llevado un par de veces y le he enseñado a disparar. Ella está intentando enseñarme a tocar el piano, pero más que nada me gusta oírla tocar a ella. A veces comemos en casa de la otra. A Madge le gusta más la mía. Sus padres parecen amables pero no creo que los vea mucho. Su padre tiene que gobernar el Distrito 12 y su madre tiene terribles jaquecas que la obligan a quedarse en cama durante días.
— Tal vez deberíais llevarla al Capitolio. ― Digo durante una de ellas. Ese día no estábamos tocando el piano, porque incluso a dos pisos de distancia el sonido le causaba dolor a su madre.
― Apuesto a que pueden curarla.— Sí. Pero no vas al Capitolio a no ser que te inviten. ― Dice Madge con tristeza. Incluso los privilegios del alcalde son limitados.
Cuando llegamos a la casa del alcalde, sólo tengo tiempo de darle a Madge un abrazo rápido antes de que Effie me apremie a ir al tercer piso a prepararme. Después de que estoy lista y metida en un vestido plateado hasta los pies, todavía tengo una hora que llenar antes de la cena, así que me escapo para encontrarla.
La habitación de Madge está en el segundo piso junto a varias habitaciones de invitados y el estudio de su padre. Meto la cabeza en el estudio para decirle hola al alcalde, pero está vacío. El televisor está encendido, y me paro a ver planos de Peeta y míos en la fiesta del Capitolio anoche. Bailando, comiendo, besándonos. Esto se estará emitiendo en cada casa de Panem ahora mismo. La audiencia debe de estar harta hasta la muerte de los amantes imposibles del Distrito 12. Sé que yo lo estoy.
Estoy marchándome de la habitación cuando un pitido capta mi atención. Me vuelvo para ver a la pantalla de la televisión quedarse negra. Después aparecen las palabras “ACTUALIZACIÓN EN EL DISTRITO 8”. Instintivamente sé que esto no es para mis ojos, sino algo pensado sólo para el alcalde. Debería irme. Rápido. En vez de ello me descubro acercándome más al televisor.
Aparece una presentadora a la que no he visto nunca antes. Es una mujer de pelo canoso y una voz ronca y autoritaria. Avisa de que las condiciones están empeorando y de que se ha activado una alerta de Nivel 3. Se están enviando fuerzas adicionales al Distrito 8, y la producción textil ha cesado.
Cortan desde la mujer a la plaza mayor del Distrito 8. La reconozco porque estuve allí apenas la semana pasada. Aún hay banderas con mi rostro agitándose desde los tejados. Bajo ellas, hay una escena de disturbios. La plaza está llena de gente gritando, sus rostros escondidos con trapos y máscaras caseras, lanzando ladrillos. Edificios ardiendo. Agentes de la paz disparan a la multitud, matando aleatoriamente.
Nunca he visto nada como eso, pero sólo puedo estar presenciando una cosa.Esto es lo que el Presidente Snow llama un levantamiento.
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En llamas
Teen FictionSegundo libro de la trilogía "Los Juegos del Hambre" Todos los derechos le pertenecen a la autora Suzanne Collins.