12.1

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Tomo el desayuno con mi madre y Prim y salgo en busca de un confidente. El aire es cálido con esperanzadoras pistas de la primavera en él. La primavera será un buen tiempo para un levantamiento, pienso. Todo el mundo se siente menos vulnerable una vez pasa el invierno. Peeta no está en casa. Supongo que ya se ha ido a la ciudad. Me sorprende ver a Haymitch moviéndose por su cocina tan temprano, sin embargo. Entro en su casa sin llamar. Puedo oír a Hazelle arriba, barriendo los suelos de la casa ahora sin mácula. Haymitch no está completamente borracho, pero tampoco está demasiado estable. Supongo que los rumores sobre Ripper volviendo al negocio son ciertos. Estoy pensando que casi mejor lo dejo ir a cama sin más, cuando sugiere un paseo a la ciudad.

Haymitch y yo podemos hablar con bastante facilidad ahora. En pocos minutos lo he puesto al día y él me ha hablado acerca de los rumores de levantamientos también en los Distritos 7 y 11. Si mis presentimientos son correctos, esto significaría que casi la mitad de los distritos han intentado cuando menos rebelarse.

— ¿Aún crees que no funcionará aquí? ― Pregunto.

— Aún no. Esos son otros distritos, son mucho mayores. Incluso si la mitad de la gente se acobarda en sus casas, los rebeldes tienen una oportunidad. Aquí en el Doce, tiene que ser o todos o ninguno.

No había pensado en ello. Cómo nos falta la fuerza numérica.

— ¿Pero tal vez algún día? ― Insisto.

— Tal vez. Pero somos pequeños, somos débiles, y no desarrollamos armas nucleares. ― Dice Haymitch con un toque de sarcasmo. No le excitó mucho mi historia del Distrito 13.

— ¿Qué crees que harán, Haymitch? ¿A los distritos que se están rebelando? ― Pregunto.

— Bueno, has oído lo que han hecho en el Ocho. Has visto lo que hicieron aquí, y eso fue sin provocación. ― Dice Haymitch.
― Si las cosas se les salen de verdad de las manos, creo que no tendrán problema destruyendo otro distrito, lo mismo que hicieron con el Trece. Dar ejemplo, ¿sabes?

— ¿Así que crees que el Trece de verdad fue destruido? Quiero decir, Bonnie y Twill tenían razón sobre las secuencias del sinsajo. ― Digo.

— Vale, pero ¿qué prueba eso? Nada, en realidad. Hay muchas razones por las que podrían estar usando secuencias viejas. Probablemente impresiona más. Y es mucho más sencillo, ¿o no? ¿Simplemente presionar unos botones en el cuarto de edición en vez de volar hasta allí y filmarlo? ― Dice.
― ¿La idea de que el Trece de alguna forma se ha recuperado y el Capitolio lo está ignorando? Suena como un rumor al que la gente desesperada se aferra.

— Lo sé. Sólo tenía la esperanza. ― Digo.

— Exactamente. Porque estás desesperada. ― Dice Haymitch.

No discuto porque, por supuesto, tiene razón.

Prim viene a casa del colegio borboteando de excitación. Los profesores anunciaron que hoy había programación obligatoria.

— ¡Creo que va a ser tu sesión de fotos!

— No puede ser, Prim. Sólo hicieron las fotos ayer. ― Le digo.

— Bueno, eso es lo que alguien oyó.

Tengo la esperanza de que se equivoque. No he tenido tiempo de preparar a Gale para nada de esto. Desde el azotamiento, sólo lo veo cuando viene a casa para que mi madre revise cómo se está curando. Con frecuencia tiene que ir siete días a la semana a la mina. En los pocos minutos de privacidad que hemos tenido, cuando lo acompaño a la ciudad, entiendo que los rumores de un levantamiento en el 12 se han apagado desde la llegada de Thread.
Sabe que no voy a huir. Pero también debe de saber que si no hay una revolución en el 12, estoy destinada a ser la esposa de Peeta. Verme luciendo hermosos vestidos en su televisión...
¿qué puede hacer con eso?

Cuando nos reunimos alrededor de la televisión a las siete y media, descubro que Prim tiene razón. Es cierto, ahí está Caesar Flickerman, hablándole a una apreciativa multitud en pie delante del Centro de Entrenamiento sobre mis próximas nupcias. Presenta a Cinna, quien se convirtió en una estrella de la noche a la mañana con sus trajes para mí en los Juegos, y después de un minuto de charla amigable, nos dirigen para que prestemos atención a una pantalla gigante.

Ahora veo cómo pudieron fotografiarme ayer y presentar el especial esta noche.
Inicialmente, Cinna diseñó dos docenas de vestidos de novia. Desde entonces ha habido el proceso de reducir el número de diseños, crear los vestidos y elegir los accesorios.
Aparentemente, en el Capitolio, ha habido oportunidades para votar por tu favorito a cada etapa. Todo esto culmina con imágenes mías en los seis vestidos finales, que estoy segura que no llevó nada de tiempo insertar en el espectáculo. Cada imagen se acompaña de una inmensa reacción de la multitud. La gente gritando y aclamando a sus favoritos, abucheando a los que no les gustan. Habiendo votado, y probablemente apostado en el ganador, la gente está muy implicada en mi vestido de boda. Es raro verlo cuando pienso que yo ni siquiera me molesté en probarme ninguno antes de que llegaran las cámaras. Caesar anuncia que las partes interesadas deben dar su voto final hacia el mediodía del día siguiente.

— ¡Llevemos a Katniss Everdeen a su boda con estilo! ― Grita a la multitud. Estoy a punto de apagar la televisión, pero entonces Caesar nos dice que permanezcamos conectados para el otro gran evento de la tarde. ― ¡Es cierto, este año será el septuagésimo quinto aniversario de los Juegos del Hambre, y eso significa que es hora de nuestro tercer Quarter Quell!

— ¿Qué harán? ― Pregunta Prim.
― Aún faltan meses.

Nos volvemos a nuestra madre, cuya expresión es solemne y distante, como si estuviera recordando algo.

— Debe de ser la lectura de la tarjeta.

Suena el himno, y en mi garganta se forma un nudo de revulsión cuando el Presidente Snow sube al escenario. Está seguido de un niño pequeño vestido en un traje blanco y sosteniendo una sencilla caja de madera. El himno termina, y el Presidente Snow empieza a hablar, para recordarnos a todos los Días Oscuros de los cuales nacieron los Juegos del Hambre. Cuando se establecieron las leyes de los Juegos, dictaminaron que cada veinticinco años el aniversario estaría marcado por un Quarter Quell. Haría falta una versión glorificada de los Juegos para refrescar la memoria de los muertos en la rebelión de los distritos.

Esas palabras no podían estar en mejor contexto, ya que sospecho que varios distritos se están rebelando ahora mismo.

El Presidente prosigue contándonos lo que sucedió en los previos Quarter Quells.

— En el vigésimo quinto aniversario, como recordatorio a los rebeldes de que sus hijos morían por su decisión de iniciar la violencia, cada distrito fue obligado a celebrar unas elecciones y votar a los tributos que lo representarían.
Me pregunto cómo debió de sentirse eso. Elegir a los chicos que tenían que ir. Es peor, pienso, que te entreguen tus propios vecinos en vez de que tu nombre salga de la bola de la cosecha.

— En el quincuagésimo aniversario, ― continúa el presidente.
― como recordatorio de que dos rebeldes murieron por cada ciudadano del Capitolio, se le requirió a cada distrito que enviara el doble de tributos.

Me imagino enfrentarme a un campo de cuarenta y ocho en vez de veinticuatro. Peores probabilidades, menos esperanza, y en última instancia más chicos muertos. Ese fue el año en que ganó Haymitch . . .

— Yo tenía una amiga que fue ese año. ― Dice mi madre en voz baja. ― Maysilee Donner.
Sus padres eran los dueños de la tienda de golosinas. Después de eso me dieron su pájaro cantor. Un canario.
Prim y yo intercambiamos una mirada. Es la primera vez que oímos hablar sobre Maysilee Donner. Tal vez porque mi madre sabía que querríamos saber cómo había muerto.

— Y ahora le hacemos el honor a nuestro tercer Quarter Quell. ― Dice el presidente. El niño de blanco se adelanta un paso, alzando la caja a la vez que levanta la tapa. Podemos ver las ordenadas filas en vertical de sobre amarilleados. Quien sea que concibió el sistema del Quarter Quell se había preparado para siglos de Juegos del Hambre. El presidente saca un sobre claramente marcado con un 75. Pasa el dedo por la solapa y saca un pequeño cuadrado de papel. Sin vacilación, lee.
― En el septuagésimo quinto aniversario, como recordatorio a los rebeldes de que incluso los más fuertes de entre ellos no pueden superar el poder del Capitolio, los tributos masculino y femenino serán cosechados de entre su existente colección de vencedores.

Mi madre suelta un débil grito y Prim entierra el rostro en las manos, pero yo me siento como la gente que veo en la muchedumbre en la televisión. Algo anonadada. ¿Qué significa eso? ¿Existente colección de vencedores?
Después capto lo que significa. Por lo menos, para mí. El Distrito 12 sólo tiene tres vencedores existentes entre los que elegir. Dos hombres. Una mujer . . .

Voy a volver a la arena.

En llamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora