Mi madre me saca las botas.
— ¿Qué pasó?
— Resbalé y caí. ― Digo. Cuatro pares de ojos me miran con incredulidad.
― Sobre algo de hielo. ― Pero todos sabemos que la casa debe de estar llena de micrófonos y no es seguro hablar abiertamente. No aquí, no ahora.Habiéndome sacado el calcetín, los dedos de mi madre palpan los huesos de mi talón izquierdo y hago un gesto de dolor.
— Debe de haber una rotura. ― Dice. Comprueba el otro pie.
― Este parece estar bien. ― Juzga que mi rabadilla debe de estar macerada.
Prim es despachada para buscar mi pijama y albornoz. Cuando estoy mudada, mi madre hace una capa de nieve para mi talón izquierdo y lo levanta en un escabel. Como tres cuencos de estofado y media hogaza de pan mientras los demás cenan en la mesa. Miro al fuego, pensando en Bonnie y Twill, esperando que la pesada nieve húmeda haya borrado mis huellas.
Prim viene y se sienta en el suelo junto a mí, apoyando la cabeza contra mi rodilla.
Chupamos caramelos mientras acaricio su suave pelo rubio detrás de la oreja.
— ¿Qué tal el colegio? ― Pregunto.
— Bien. Aprendimos sobre los derivados del carbón. ― Dice. Nos quedamos mirando al fuego durante un rato. ― ¿Te vas a probar tus vestidos de novia?— No esta noche. Probablemente mañana.
— Espera hasta que vuelva a casa, ¿vale?
— Pues claro. ― Si no me arrestan antes.
Mi madre me sirve una taza de té de camomila con una dosis de jarabe para dormir, y mis párpados empiezan a caer de inmediato. Envuelve mi pie malo, y Peeta se presenta voluntario para llevarme a la cama. Empiezo apoyándome en su hombro, pero me tambaleo tanto que al final se limita a levantarme y me lleva arriba en brazos. Me somete y me desea buenas noches pero yo cojo su mano y lo sostengo allí. Un efecto colateral del jarabe para dormir es que hace que la gente esté menos inhibida, como el licor blanco, y sé que tengo que controlar mi lengua. Pero no quiero que se vaya. De hecho, quiero que se acueste conmigo, para estar allí cuando las pesadillas lleguen esta noche. Por alguna razón que no puedo acabar de formular, sé que no se me permite pedirle eso.
— No te vayas aún. No hasta que me duerma. ― Digo.
Peeta se sienta en un lado de la cama, calentando mi mano en las dos suyas.
— Casi pensé que habías cambiado de idea hoy. Cuando llegaste tarde para cenar.
Estoy confusa pero puedo adivinar a qué se refiere. Con la valla en funcionamiento y yo apareciendo tarde y los agentes de la paz esperando, pensó que me había escapado, tal vez con Gale.— No, te lo habría dicho. ― Digo. Levanto su mano y apoyo mi mejilla contra el dorso, absorbiendo el leve aroma a canela y pepinillos de los panes que debe de haber horneado hoy. Quiero contarle lo de Twill y Bonnie y el levantamiento y la fantasía del Distritro 13, pero no es seguro hacerlo y puedo sentir cómo me estoy yendo, así que sólo digo una última frase.
― Quédate conmigo.
Mientras los hilos del jarabe para dormir me arrastran hacia abajo, puedo oírle susurrar una palabra en respuesta, pero no acabo de entenderla.
Mi madre me deja dormir hasta mediodía, después me levanta para examinar mi talón. Me ordena una semana de descanso en la cama y no objeto porque me encuentro fatal. No sólo mi talón y mi rabadilla. Me duele todo el cuerpo por el agotamiento. Así que dejo que mi madre me haga de médico y me sirva el desayuno en la cama y ajuste otro edredón a mi alrededor. Después me limito a quedarme allí tumbada, mirando por la ventana al cielo de invierno, ponderando cómo demonios acabará todo esto. Pienso un montón en Bonnie y Twill, y en la pila de blancos vestidos de novia arriba, y en si Thread averiguará cómo volví y me arrestará. Es gracioso, porque podría simplemente arrestarme, en cualquier caso, basándose en crímenes pasados, pero tal vez tenga que tener algo verdaderamente irrefutable para hacerlo, ahora que soy una vencedora. Y me pregunto si el Presidente Snow estará en contacto con Thread. Creo que es poco probable que nunca fuera consciente siquiera de la existencia de Cray, pero ahora que soy semejante problema nacional, ¿estará instruyendo cuidadosamente a Thread sobre qué hacer? ¿O está Thread actuando por cuenta propia? En cualquier caso, estoy segura de que los dos coinciden en mantenerme atrapada aquí dentro del distrito con esa valla. Incluso si pudiera averiguar una forma para escapar―tal vez poner una cuerda en esa rama de arce y escalar―ya no habría más escape con mi familia y amigos. En cualquier caso, le dije a Gale que me quedaría para luchar.
Durante los días siguientes, me sobresalto cada vez que llaman a la puerta. Aunque no hay agentes de la paz que vengan a arrestarme, así que poco a poco empiezo a relajarme. Estoy más segura cuando Peeta me dice casualmente que la electricidad está desconectada en secciones de la valla porque hay grupos asegurando la base de la verja al suelo. Thread debe de creer que de alguna forma me metí por debajo de la cosa, incluso con esa corriente mortal circulando por ella. Es un descanso para el distrito, el tener a los agentes de la paz haciendo algo además de abusar de la gente.
Peeta se pasa cada día para traerme bollos de queso y empieza a ayudarme a trabajar en el libro familiar. Es una cosa vieja, hecha de pergamino y cuero. Algún herborista de la parte de mi madre lo empezó hace mucho tiempo. El libro está compuesto de página tras página de dibujos de tinta con descripciones de sus usos médicos. Mi padre añadió una sección de plantas comestibles que fue mi guía para mantenernos con vida después de su muerte.Durante mucho tiempo, he querido grabar mis propios conocimientos en él. Cosas que aprendí por experiencia o por Gale, y después la información que conseguí cuando me estaba entrenando para los Juegos. No lo hice porque no soy ninguna artista y es crucial que los dibujos estén hechos hasta el más mínimo detalle. Ahí es donde entra Peeta. Algunas de las plantas ya las conoce, de otras tenemos muestras secas, y otras las tengo que describir. Hace bocetos en pedazos de papel hasta que estoy satisfecha de que están bien, después dejo que los dibuje en el libro. Después de eso, escribo con cuidado todo lo que sé sobre la planta.
Es un trabajo silencioso y absorbente que me ayuda a mantener la mente apartada de mis problemas. Me gusta mirar sus manos mientras trabaja, haciendo que una página en blanco florezca con golpes de tinta, añadiendo toques de color a nuestro libro previamente negro y amarillento. Su cara toma una expresión especial cuando se concentra. Su expresión habitualmente relajada es reemplazada por algo más intenso y lejano que sugiere todo un mundo encerrado dentro de él. He visto fogonazos de esto antes: en la arena, o cuando habla a una multitud, o aquella vez que apartó de un manotazo las armas de los agentes de la paz que me apuntaban en el Distrito 11. No sé exactamente qué pensar de ello. También me vuelvo un poco obsesionada con sus pestañas, en las que habitualmente no te fijas porque son tan rubias. Pero de cerca, a la luz del sol que llega oblicua por la ventana, son de un claro color dorado y tan largas que no sé cómo evitan enredarse todas cuando parpadea.
Una tarde Peeta deja de sombrear un capullo y alza la vista tan de repente que me sobresalto, como si me hubiera pillado espiándole, algo que de una forma extraña tal vez estuviera haciendo. Pero sólo dice:— Sabes, creo que esta es la primera vez que hemos hecho algo normal juntos.
— Sí. ― Estoy de acuerdo. Toda nuestra relación ha estado teñida por los Juegos. La normalidad nunca fue parte de ella.
― Está bien para cambiar.
Cada tarde me lleva abajo para un cambio de ambiente y molesto a todos encendiendo la televisión. Normalmente sólo la vemos cuando es obligatorio, porque la mezcla de propaganda y muestras del poder del Capitolio―incluyendo clips de setenta y cuatro años de Juegos del hambre―son odiosos. Pero ahora estoy buscando algo en especial. Ese sinsajo sobre el que Bonnie y Twill están basando sus esperanzas. Sé que probablemente sólo es tontería, pero si lo es, quiero descartarlo. Y borrar la idea de un Distrito 13 activo de mi mente de una vez por todas.
La primera vez que lo veo es en unas noticias referidas a los Días Oscuros. Veo los restos humeantes del Edificio de Justicia en el Distrito 13 y apenas si capto el ala blanca y negra de un sinsajo cuando vuela por la esquina superior derecha. En realidad eso no prueba nada. Sólo es una imagen vieja usada para contar un cuento viejo.
Sin embargo, varios días después, algo más capta mi atención. El presentador principal está leyendo un fragmento sobre un recorte de grafito afectando a la manufactura de objetos en el Distrito 13. Cortan a lo que se supone que son secuencias en directo de una reportera, encajada en un traje de protección, de pie ante las ruinas humeantes del Edificio de Justicia en el 13. A través de su máscara, informa que desafortunadamente un estudio acaba de determinar hoy que las minas en el Distrito 13 todavía son demasiado tóxicas para aproximarse a ellas. Fin de la historia. Pero justo antes de que corten de vuelta al presentador principal, veo la imagen inconfundible de la misma ala de sinsajo.
La reportera ha sido simplemente incorporada dentro de las viejas secuencias. No está en el Distrito 13 en absoluto. Lo que plantea la pregunta, ¿Qué está allí?
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En llamas
Teen FictionSegundo libro de la trilogía "Los Juegos del Hambre" Todos los derechos le pertenecen a la autora Suzanne Collins.