16.3

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Me quedo mirando en esa dirección, perpleja. Pero entonces lo veo. Un pequeño espacio de unos quince centímetros cuadrados en la esquina de la mesa parece estar vibrando. Es como si el aire estuviera ondeando con pequeñas olas visibles, distorsionando los ángulos afilados de la madera y de una copa de vino que alguien puso allí.

— Un campo de fuerza. Han puesto uno entre los Vigilantes y nosotros. Me pregunto por qué. ― dice Beetee.

— Por mí, probablemente. ― Ofrezco.
― El año pasado les lancé una flecha durante mi sesión privada de entrenamiento. ― Beetee y Wiress se me quedan mirando con curiosidad.
— Fui provocada. Así que ¿todos los campos de fuerza tienen un punto como ese?

— Grieta. ― Dice Wiress vagamente.

— En la armadura, o como si lo fuera. ― Termina Beetee.
― Lo ideal sería que fuera invisible, ¿no?

Quiero preguntarles más, pero anuncian la comida. Busco a Peeta, pero está con un grupo de unos diez vencedores, así que decido simplemente comer con el Distrito 3. Tal vez pueda conseguir que se nos una Seeder.

Cuando llegamos hasta la zona de comedor, veo que algunos en la pandilla de Peeta tienen otras ideas. Están arrastrando todas las mesas pequeñas para formar una mesa grande para que todos tengamos que comer juntos. Ahora no sé qué hacer. Incluso en el colegio solía evitar comer en una mesa concurrida. Francamente, probablemente me habría sentado sola de no ser porque Madge cogió la costumbre de juntarse conmigo. Supongo que habría comido con Gale, excepto que, estando a dos cursos de distancia, nuestras comidas nunca cayeron a la misma hora.

Cojo una bandeja y empiezo a andar entre los carros repletos de comida que rodean la sala.
Peeta se une conmigo en el estofado.

— ¿Qué tal va?

— Bien. Va bien. Me gustan los vencedores del Distrito Tres. ― Digo.
― Wiress y Beetee.

— ¿De verdad? ― Pregunta.
― Son algo así como un chiste para los demás.

— ¿Por qué será que eso no me sorprende? ― Digo. Pienso en cómo Peeta en el colegio siempre estaba rodeado por una muchedumbre de amigos. Es alucinante, de verdad, que jamás se fijara en lo más mínimo en mí excepto para pensar que era rara.

— Johanna los ha apodado Nuts y Volts .

— Y entonces yo soy estúpida por pensar que podrían ser útiles. Por algo que Johanna Mason dijo mientras se estaba embadurnando los pechos para la lucha. ― Replico.

— De hecho creo que el apodo ha estado circulando durante años. Y no lo dije como un insulto. Sólo estoy compartiendo información.

— Bueno, Wiress y Beetee son listos. Inventan cosas. Pudieron decir que han puesto un campo de fuerza entre nosotros y los Vigilantes. Y si tenemos que tener aliados, los quiero a ellos. ― Lanzo el cucharón de nuevo en una pota de estofado, salpicándonos a los dos con la salsa.

— ¿Por qué estás tan enfadada? ― Pregunta peeta, limpiándose la salsa de su camisa.
―¿Porque me metí contigo en el ascensor? Lo siento. Creí que simplemente te reirías por eso.

— Olvídalo. ― Digo con una sacudida de la cabeza.
― Es un montón de cosas.

— Darius.

— Darius. Los Juegos. Haymitch obligándonos a formar equipo con los demás.

— Puede ser sólo tú y yo, ya lo sabes.

— Lo sé. Pero tal vez Haymitch tenga razón. No le digas que lo dije, pero generalmente la tiene, en lo referente a los Juegos.

— Bueno, tú puedes tener la última palabra sobre nuestros aliados. Pero justo ahora, me inclino por Chaff y Seeder. ― Dice Peeta.

— Me parece bien Seeder, Chaff no. Aún no, en cualquier caso.

— Vente y come con él. Lo prometo, no le dejaré volver a besarte.

Chaff no parece tan malo en la comida. Está sobrio, y aunque habla demasiado alto y hace un montón de chistes malos, la mayor parte son sobre sí mismo. Puedo ver por qué podría ser bueno para Haymitch, cuyos pensamientos discurren tan oscuros. Pero aún no estoy segura de si quiero tenerlo por aliado.

Intento muy duro ser más sociable, no sólo con Chaff sino con el grupo en general. Después de la comida hago la estación de los insectos comestibles con los tributos del Distrito 8―Cecelia, que tiene tres niños en casa, y Woof, un hombre muy viejo que es duro de oído y que no parece enterarse de nada ya que sigue empeñado en meterse bichos venenosos en la boca. Desearía poder mencionar el haberme encontrado a Twill y Bonnie en el bosque, pero no imagino cómo.

Cashmere y Gloss, los hermanos del Distrito 1, me invitan con ellos y hacemos hamacas durante un rato. Son educados pero fríos, y me paso todo el tiempo pensando en cómo maté a los dos tributos de su distrito, Glimmer y Marvel, el año pasado, y que ellos probablemente los conocían y tal vez incluso fueran sus mentores. Tanto mi hamaca como mi intento de conectar con ellos son mediocres como mucho.

En llamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora