El efecto en los Vigilantes es inmediato y satisfactorio. Varios sueltan grititos. Otros dejan caer sus vasos de vino, que se hacen añicos musicalmente contra el suelo. Dos parecen estar considerando desmayarse. La apariencia de shock es unánime.
Ahora tengo la atención de Plutarch Heavensbee. Se me queda mirando fijamente mientras el zumo del melocotón que estrujó en su mano corre entre sus dedos. Finalmente se aclara la garganta y dice:- Ya puede retirarse, señorita Everdeen.
Inclino una vez la cabeza con respeto y me vuelvo para irme, pero en el último momento no puedo resistirme a lanzar el recipiente de jugo de baya sobre mi hombro. Puedo oír cómo el contenido da de lleno en el muñeco mientras un par de vasos de vino más se rompen.
Mientras las puertas del ascensor se cierran ante mí, veo que nadie se ha movido.
Eso los sorprendió, pienso. Fue precipitado y peligroso y sin duda pagaré por ello diez veces. Pero por el momento, siento algo que se parece mucho a la euforia y me permito saborearlo.
Quiero encontrar a Haymitch de inmediato para contarle mi sesión, pero no hay nadie. Supongo que se están preparando para la cena y decido darme una ducha, ya que tengo las manos sucias por el jugo. Mientras estoy bajo el agua, me empiezo a cuestionar la sabiduría de mi último truco. La pregunta que debería guiarme ahora es "¿Ayudará esto a mantener a Peeta con vida?" Indirectamente esto tal vez no. Lo que sucede durante el entrenamiento es alto secreto, así que no tiene sentido llevar a cabo nada en mi contra cuando nadie sabrá cuál fue mi transgresión. De hecho, el año pasado fui recompensada por mi temeridad. Aunque esto es un tipo diferente de crimen. Si los Vigilantes están enfadados conmigo y deciden castigarme en la arena, Peeta también podría quedarse atrapado en el ataque. Tal vez fui demasiado impulsiva. Aún así . . . no puedo decir que lamente haberlo hecho.
Cuando nos reunimos todos para cenar, percibo que las manos de Peeta están manchadas de una amplia variedad de colores, incluso aunque su pelo aún está húmedo del baño.
Después de todo, debe de haber hecho alguna forma de camuflaje. Una vez está servida la sopa, Haymitch va directo al asunto que está en mente de todos.- Está bien, así que ¿cómo fueron vuestras sesiones privadas?
Intercambio una mirada con Peeta. De algún modo no me entusiasma demasiado poner lo que hice en palabras. En la tranquilidad del comedor, parece demasiado extremo.
- Tú primero. ― Le digo.
― Debe de haber sido muy especial. Tuve que esperar cuarenta minutos para entrar.
Peeta parece estar atascado con la misma reticencia que estoy experimentando yo.
- Bueno, yo . . . yo hice la cosa del camuflaje, como sugeriste tú, Katniss. ― Vacila.
― No exactamente camuflaje. Quiero decir, usé los tintes.
- ¿Para hacer qué? ― Pregunta Portia.
Pienso en qué nerviosos estaban los Vigilantes cuando entré en el gimnasio para mi sesión.
El olor de los limpiadores. La alfombra sobre ese punto en el centro del gimnasio. ¿Era para ocultar algo que no pudieron limpiar?- Pintaste algo, ¿no? Un cuadro.
- ¿Lo viste? ― Pregunta Peeta.
- No. Pero se preocuparon mucho por cubrirlo.
- Bueno, eso sería normal. No pueden dejar que un tributo sepa lo que otro hizo. ― Dice Effie, despreocupada.
― ¿Qué pintaste, Peeta? ― Parece un poco llorosa.
― ¿Fue un retrato de Katniss?
- ¿Por qué iba a pintar un retrato mío, Effie? ― Pregunto, irritada.
- Para mostrar que va a hacer todo lo que pueda para defenderte. Eso es lo que todos se esperan en el Capitolio, en cualquier caso. ¿No se presentó voluntario para ir contigo? ― Dice Effie, como si fuera la cosa más obvia en el mundo.
- De hecho, pinté un cuadro de Rue. ― Dice Peeta.
― Tal y como estaba después de que Katniss la cubriera de flores.
Hay una larga pausa en la mesa mientras todos asimilan esto.
- ¿Y qué pretendías conseguir exactamente? ― Haymitch pregunta en una voz muy mesurada.- No estoy seguro. Sólo quería hacerlos responsables. ― Dice Peeta. ― Por matar a esa niña pequeña.
- Esto es temible. ― Effie suena como si estuviera a punto de llorar. ― Ese tipo de pensamiento . . . está prohibido, Peeta. Absolutamente. Sólo os traerás más problemas para ti mismo y para Katniss.- Tengo que estar de acuerdo con Effie en esto. ― Dice Haymitch.
Portia y Cinna permanecen callados, pero sus rostros están muy serios. Por supuesto, tienen razón. Pero aunque me preocupa, creo que lo que hizo es alucinante.
- Supongo que este es un mal momento para mencionar que yo ahorqué a un maniquí y le pinté el nombre de Seneca Crane encima. ― Digo.Esto tiene el efecto deseado. Después de un momento de incredulidad, toda la desaprobación de la sala me golpea como una tonelada de ladrillos.
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En llamas
Teen FictionSegundo libro de la trilogía "Los Juegos del Hambre" Todos los derechos le pertenecen a la autora Suzanne Collins.