- ¿A salvo para hacer qué? ― Dice con un tono más dulce.
― ¿Morirse de hambre?¿Trabajar como esclavos? ¿Enviar a sus hijos a la cosecha? No has hecho daño a nadie: les has dado una oportunidad. Sólo tienen que ser lo bastante valientes como para cogerla. La gente ya habla en las minas. Gente que quiere luchar. ¿No lo ves? ¡Está pasando! ¡Por fin está pasando! Si hay un levantamiento en el Distrito Ocho, ¿por qué no aquí? ¿Por qué no en todas partes? Esto podría serlo, eso que hemos estado . . .- ¡Detente! No sabes lo que estás diciendo. ¡Los agentes de la paz fuera del Doce no son como Darius, ni siquiera como Cray! Las vidas de la gente del distrito . . . ¡significan menos que nada para ellos!
- ¡Por eso tenemos que unirnos a la lucha! ― Responde con brusquedad.
- ¡No! ¡Tenemos que marcharnos de aquí antes de que nos maten a nosotros y también a muchas personas más! ― Estoy gritando de nuevo, pero no puedo entender por qué está haciendo esto. ¿Por qué no ve lo que es tan irrefutable?
Gale me empuja con aspereza lejos de sí.
- Márchate tú, entonces. Yo no me iría ni en un millón de años.
- Antes estabas bien contento de irte. No veo qué es lo que tiene un levantamiento en el Distrito Ocho salvo hacer que sea más importante que nos vayamos. Sólo estás enfadado por...- No, no puedo lanzarle a Peeta a la cara.
― ¿Qué pasa con tu familia?- ¿Qué pasa con las otras familias, Katniss? ¿Las que no pueden huir? ¿No lo ves? Ya no puede ser sobre salvarnos a nosotros. ¡No si la rebelión ha empezado! ― Gale sacude la cabeza, no escondiendo su descontento hacia mí.
― Podrías hacer tanto. ― Lanza los guantes de Cinna a mis pies.
― He cambiado de idea. No quiero nada que hicieran en el Capitolio. ― Y se va.Bajo la vista a los guantes. ¿Nada que hicieran en el Capitolio? ¿Iba eso dirigido a mí?
¿Piensa él ahora que no soy más que otro producto del Capitolio y por lo tanto algo intocable? La injusticia de todo eso me llena de furia. Pero está mezclada con el miedo a qué clase de locura hará ahora.
Me hundo junto al fuego, desesperada por comodidad, para trabajar en mi siguiente movimiento. Me tranquilizo pensando que las rebeliones no suceden en un día. Gale no puede hablarles a los mineros hasta mañana. Si puedo llegar hasta Hazelle antes de eso, tal vez lo enderece. Pero no puedo ir allí ahora. Si él está allí, no me dejará entrar. Tal vez esta noche, cuando todo el mundo esté durmiendo . . . Hazelle suele trabajar hasta tarde por las noches terminando la colada. Podría ir entonces, dar unos golpecitos en la ventana, explicarle la situación para que impida a Gale hacer ninguna locura.Me viene a la memoria mi conversación con el Presidente Snow en el estudio.
- Mis asesores estaban preocupados de que fueras difícil, pero no estás planeando ser difícil en absoluto, ¿verdad?
- No.
- Eso es lo que yo les dije. Dije que una chica que llega a tales extremos para preservar su vida no va a estar interesada en echarla por la borda.
Pienso en lo duro que ha trabajado Hazelle para mantener a esa familia con vida. Seguro que estará de mi parte en esta materia. ¿O no?
Debe de ser alrededor de mediodía y los días son tan cortos. No tiene sentido estar en el bosque después de medianoche si no tienes que hacerlo. Sofoco los restos de mi pequeño fuego, limpio los restos de comida, y engancho los guantes de Cinna en mi cinturón. Supongo que me los quedaré durante una temporada. Por si acaso Gale cambia de idea. Pienso en la expresión de su rostro cuando los arrojó al suelo. Qué repelido estaba por ellos, por mí . . .Camino con dificultad por el bosque y llego a mi antigua casa cuando aún hay luz. Mi conversación con Gale fue un claro contratiempo, pero aún estoy determinada a seguir adelante con mi plan de escaparme del Distrito 12. Decido buscar a Peeta el siguiente. De una forma extraña, ya que ha visto algo de lo que yo he visto en el tour, tal vez sea más fácil de convencer que Gale. Me encuentro con él cuando está saliendo de la Aldea de los Vencedores.
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En llamas
Teen FictionSegundo libro de la trilogía "Los Juegos del Hambre" Todos los derechos le pertenecen a la autora Suzanne Collins.