Es increíble como puede cambiar la vida en tan solo tres años. Pasé de estar hundida en el pozo de la desesperación a estar más feliz que una perdiz. Volví a la psicóloga, prohibí a mis amigas que me hablaran del británico y me deshice de Héctor. No sabía quién era peor, bueno sí, Héctor acabó siendo el peor espécimen humano que jamás había conocido. Después de acabar los estudios, él estuvo mandándome mensajes de ánimo y diciendo que no valía la pena malgastar mis lágrimas en Andrew. Pronto empecé a sospechar, sobre todo cuando en verano empezó a insistir en quedar juntos para ir a la playa o salir simplemente a cenar. Me hablaba a todas horas, me llamaba, me escribía mensajes y si veía que no contestaba se cabreaba. Después de navidades acepté al final salir a cenar con él para que dejara de insistir, aquel día intentó besarme y quiso sobrepasarse toqueteándome demasiado. Entonces fue cuando lo mandé a la mierda pero terminé perdonándole porque él siempre acababa logrando lo que quería. Después de aquello siguió comportándose normal, hasta que todo estalló. Había pasado un año y medio de aquella tarde dónde Andrew y yo nos dijimos cosas horribles. Yo estaba mejor gracias a la psicóloga y a mis amigas, más o menos había superado la ruptura. Héctor, después de una comida que hicimos en su piso, empezó a mostrarse extraño, muy nervioso, como si quisiera decirme algo pero no se atreviera. Después de mucho preguntar, estalló y me gritó, empezó a decirme barbaridades del que teóricamente era su amigo y al final dijo algo que lo cambió todo:
—Si no fuera por mis audios aún estarías con él. Si no fuera porque yo hice de todo para que os separarais ahora... estarías con ese tipo. Y con él no ibas a ser feliz, tú y yo estamos destinados, solo yo puedo hacerte feliz. Él tan solo era algo pasajero.
Todo mi mundo se derrumbó al darme cuenta de que todo había sido mentira, ese audio era mentira, solo había sido una estratagema de Héctor para que me separara de Andrew, y por desgracia funcionó. No tenía ni idea de cómo lo hizo para grabar un audio así con la voz del británico pero no quise saberlo. Le cerré la puerta de mi vida y lo último que supe de Héctor fue que se había ido a Zaragoza otra vez.
Habría podido intentar contactar con Andrew y pedirle perdón. Habría podido explicarle que Héctor lo había destruido todo. Pero no me atreví, fui una cobarde y pensé que ya era demasiado tarde para pedir perdón. Había pasado demasiado tiempo y estaba segura de que él ya había pasado página, como yo.
Tres años después de acabar el curso de fotografía, podía decir que por fin me dedicaba a la fotografía profesionalmente, lo había conseguido y no podía estar más feliz. Aquella tarde de agosto, dónde todo volvió a empezar, estaba yendo hacia la que era mi primera exposición de fotografías. Había logrado, gracias a los contactos que hice en una agencia dónde estaba trabajando, que expusieran mis fotografías en una galería de arte. Estaba muy nerviosa pero sobre todo feliz; hacía tanto tiempo que no me sentía así que me parecía todo un sueño del que no me quería despertar.
Nos dirigíamos hacia allí en coche, no dejaba de tamborilear con los dedos en mis piernas. Estaba histérica. Me había arreglado mucho para la ocasión, ya que era una tarde muy especial. Llevaba un vestido hasta las rodillas de color negro, a pesar de que la falda era de tubo podía mover bien las piernas. El escote, en forma de pico, dejaba ver mi cuello blanquecino y adornado con una gargantilla de piedras rojas. Me había hecho un moño perfecto y la verdad es que me veía bastante rara, ya que casi nunca había llevado ese tipo de peinado.
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Siempre nos quedará Edimburgo #2
Teen FictionATENCIÓN!!!! Esta es una segunda parte. Si no has leído Siempre nos quedará Londres te vas a comer unos cuantos spoilers y no entenderás nada. Sinopsis en el interior para evitar spoilers :)