Mi cabeza estaba hecha un lío. Que ella fuese nuestra fotógrafa me asustaba a la vez que me encantaba. Después del abrazo que le había dado, me asusté aún más porque me di cuenta de que mi corazón estaba listo para volver a dejar entrar a Abril. Y eso no podía ser. Ella ya estaba con alguien, tenía su vida hecha.
Margaret nos explicó cómo sería la ruta de nuestra gira pero la verdad es que no presté nada de atención; mi mirada se había dirigido hacia Abril, que se había sentado justo enfrente de mí, y allí se había quedado anclada; observando cómo de vez en cuando sonreía con los comentarios de Margaret, cómo prestaba atención a cada una de las cosas que le decía nuestra mánager; de vez en cuando se mordía el labio distraídamente y sin casi quererlo mi mente viajaba tres años atrás cuando hacía ese gesto y me volvía loco. En más de una ocasión ella desviaba la mirada hacia mí y al darse cuenta de que yo la estaba mirando con fijación, apartaba enseguida la mirada y la volvía a desviar hacia Margaret. Estaba nerviosa y era lo más normal del mundo porque yo estaba igual.
No sabía cómo debía comportarme con ella ahora que viajaríamos juntos durante tres meses. De octubre a finales de diciembre. Viajes en avión y en autobús. Días de carretera, de hoteles y conciertos. Tres meses agotadores, sin embargo, me moría de ganas por salir de gira.
Empezaríamos en Londres y de allí volaríamos hacia Cork, Irlanda. En el país de los duendes teníamos cerrados cuatro conciertos; a parte de Cork, iríamos a Waterford, Dublín y Belfast. Viajaríamos por carretera en un autobús de dos plantas dónde podríamos dormir y descansar durante el viaje.
Sería agotador. Lo peor que llevaba de las giras era tener que movernos con el autobús infernal. Pero en ese instante lo que peor llevaba era el hecho de compartir techo en un vehículo estrecho con Abril. Dormiríamos muy cerca el uno del otro, nos encontraríamos en el pasillo estrecho entre asientos, nos veríamos cada día y tendríamos que comunicarnos como si aquella situación no nos afectara para nada.
Al acabar la reunión me dolía la cabeza como si cinco monos hubiesen tenido una pelea dentro de mi cerebro. Margaret secuestró a Abril un rato más manteniéndola en su despacho, así que nos despedimos de las dos y las dejamos charlar tranquilas. Al salir del edificio, Mara se esfumó hecha una furia y los demás nos fuimos hacia el piso de Keyla para charlar un rato.
Todos se abrieron unas cervezas mientras que yo me decanté por una manzanilla, con el dolor de cabeza que tenía solo me faltaba meter alcohol en mi cuerpo. Lío sonrió como si estuviese muy orgulloso de mí por haber controlado mis ganas de beberme una cerveza y le devolví la sonrisa, aunque si supiera que solo la había rechazado por mi horrible dolor de cerebro...
—Ha sido interesante el día, ¿no creéis? —preguntó Keyla.
Los chicos asintieron mirándome fijamente.
—¿Qué? —solté con brusquedad.
—Nada... solo que... de octubre a diciembre vas a convivir con tu... ¿ex? Pero está todo bien, ¿no?
ESTÁS LEYENDO
Siempre nos quedará Edimburgo #2
Teen FictionATENCIÓN!!!! Esta es una segunda parte. Si no has leído Siempre nos quedará Londres te vas a comer unos cuantos spoilers y no entenderás nada. Sinopsis en el interior para evitar spoilers :)