ATENCIÓN!!!!
Esta es una segunda parte. Si no has leído Siempre nos quedará Londres te vas a comer unos cuantos spoilers y no entenderás nada.
Sinopsis en el interior para evitar spoilers :)
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No quería que ese abrazo terminara jamás. Es increíble como un simple gesto te puede dar tanto; tranquilidad, estabilidad, felicidad... vida.
Había conseguido tranquilizarme, ya no me caían las lágrimas sin cesar, sin embargo, seguía aferrado a ella y eso a Abril parecía no importarle. Me acariciaba la espalda con suavidad y de vez en cuando me dejaba algún beso en la cabeza. No había dicho nada desde que había terminado de contarlo todo, por un momento temí que se fuese de la habitación o que me echara de allí, pero no hizo nada de eso. Cuando me abrazó fue todo un alivio, todos mis temores se esfumaron de un plumazo a pesar de que no sabía si realmente me odiaba por lo que había hecho o no.
Ella fue quién rompió el abrazo después de mucho tiempo, se separó un poco de mí para observarme con serenidad.
—¿Me odias? —me daba miedo saber la respuesta pero tenía que preguntarlo.
Suspiró para después alargar la mano y dejarme una tierna caricia en mis mejillas que aún estaban húmedas debido a las lágrimas que había soltado.
—No, no podría odiarte —sentí tanto alivio que la habría abrazado otra vez pero me frené cuando vi que quería seguir hablando—. Pero esto no quiere decir que no me repugne lo que has estado haciendo, sé que no lo has hecho con maldad porque tú no eres así, pero... No sé, Drew, no me esperaba todo esto. Deberías haber ido al psicólogo tal y como te dijo Lío.
—Al final fui, es decir, voy, aún voy —me miró sorprendida—. Empecé a ir a mitad de la gira pasada, Margaret se dio cuenta de que estaba perdiendo el norte y me obligó a ir. De hecho, me acompañó a mi primera sesión para asegurarse que de verdad me presentaba.
Se le escapó una risa al escuchar que Margaret me había acompañado a mi primera sesión. Volvió a alargar la mano y esta vez me apartó un mechón de la frente mientras acariciaba la cicatriz; podría acostumbrarme otra vez a sus caricias, podría acostumbrarme a tenerla otra vez conmigo... sin embargo, ya no podía ser. Ya no.
—¿Te va bien? ¿Crees que haces progresos?
—Sí, sí que me va bien. Por lo menos ya no pienso que soy un desalmado, un cabrón y un mezquino de mierda —sonreí y ella me devolvió la sonrisa—. Bueno, miento, estos últimos días sí que lo he pensado...
—No deberías pensar eso —me cortó—. Tú no eres así, por lo menos el Andrew que yo conocí era una persona maravillosa, cariñosa, divertida...
El corazón me dio un vuelco al escucharla. Fuck. Cómo me habría gustado besarla en ese momento, acariciarla, hacerla sentir especial; hacerla entender que ella era la única...
En vez de lanzarme a por ella como un león, sonreí de lado y acerqué mi rostro al suyo.
—Así que admites que soy divertido y que mis bromas te gustan.