El día del concierto benéfico me hicieron levantar demasiado temprano, las chicas estaban entusiasmadas por ir a ese concierto y la verdad es que no entendía la razón. Les pregunté si era algún grupo súper famoso o algo así pero me aseguraron de que no, que iban a actuar varios artistas poco conocidos. Mentiría si dijera que no empecé a sospechar cuando Miriam escondió las entradas con deliberación para que yo no las viese. Pero era absurdo desconfiar de ellas, ¿no? No me harían la jugarreta de ir a ver a Supernova sin yo tener ni idea de nada. No serían capaces.
Se pusieron muy pesadas con la ropa que debía o no debía llevar y a un concierto no pensaba ir con tacones, ni loca me pondría ese instrumento de tortura.
—¡Que os he dicho que no! ¿Podéis dejar que me vista como me de la gana?
—¡Pero tienes que estar genial! —exclamó Marta haciéndome ojitos.
—¡Tienes que brillar!
—¡Tienes que estar impecable!
—¡Tienes que quitarle la respiración a todo el mundo!
—¡Tengo que vestirme como yo quiera!
Les tiré un top de lentejuelas que fue a parar a la cabeza de Claudia y seguí rebuscando en el armario para buscar un buen conjunto. Tras mucho discutir, logré vestirme como yo quería: cómoda y sencilla. Sin ropa ajustadísima, sin falditas, sin tacones... ropa cómoda para disfrutar al cien por cien del concierto. Compartir oxígeno con esas cuatro locas era agotador, por suerte no tardarían en irse y me quedaría sola en Londres; me daba un poco de miedo vivir en esa ciudad sin conocer a nadie pero no tenía más remedio que hacerlo.
Después de comer nos fuimos hacia Brixton, un barrio algo alejado del centro de Londres. Al llegar, Miri empezó a escribir en el móvil con una rapidez sobrehumana; intenté mirar a quién le escribía con tanta felicidad pero me apartó de un manotazo. Claudia y Marta me cogieron de los brazos como si no quisieran que me escapara y nos encaminamos hacia el local dónde sería el concierto, una vez allí vimos que había mucha cola, así que nos colocamos detrás de unos chicos y nos sentamos en el suelo esperando a que abriesen las puertas. Detrás de nosotras se colocaron unas chicas de unos dieciséis años que estaban rojas de emoción y no dejaban de parlotear sobre el concierto.
—¡Tengo tantas ganas de verlos! ¡Sobre todo a Andrew...!
—Es taaan mooono...
Sabía que ese nombre era de lo más común en Inglaterra pero no pude evitar que todos mis sentidos se pusieran en alerta y más cuando vi que Miri las fulminaba con la mirada.
—¿Qué pasa Miri?
—Nada, estoy deseando entrar ya.
—Y yo —contestó Carlota—. Por suerte ya queda poquito.
Se sonrieron entre todas, me limité a rodar los ojos y mirar el teléfono móvil por si Marc me había mandado alguna foto de Cleopatra. Durante esos días me había enviado muchas fotos para que viese que mi gata estaba viva aún, pero aquel día no me había enviado ninguna y empezaba a preocuparme. Era absurdo porque Cleo estaba en muy buenas manos pero... era mi gatita, la que me había sacado de aquel pozo tan oscuro.
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Siempre nos quedará Edimburgo #2
Teen FictionATENCIÓN!!!! Esta es una segunda parte. Si no has leído Siempre nos quedará Londres te vas a comer unos cuantos spoilers y no entenderás nada. Sinopsis en el interior para evitar spoilers :)