45. Abril

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La mano de Andrew se movía arriba y abajo en mi pierna

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La mano de Andrew se movía arriba y abajo en mi pierna. Me acariciaba con suavidad, tan solo rozando la yema de sus dedos por encima de la tela del pantalón.

Estábamos en la furgoneta, faltaba poco para llegar a nuestra parcela y mis nervios iban a peor. Debió notar mis nervios, porque desde entonces no había dejado de acariciarme la pierna queriéndome infundir algo de tranquilidad. Deseaba estar con él pero no podía evitar pensar en Marc. Quería acostarme con Andrew aun sabiendo que para Marc yo era su pareja, que me quería y que él visualizaba un futuro juntos. Un futuro que yo solo veía estando junto a Andrew. Quizás eso me convertía en una mala persona, en alguien ruin y mezquino. Pero quería dejarme llevar, pocas veces en mi vida había conseguido hacer algo por puro instinto, y esta vez quería conseguirlo. Posiblemente no era la mejor manera de actuar pero estaba dispuesta a atenerme a las consecuencias de mis actos.

Al fin llegamos a la parcela. Cuando Drew aparcó, salimos de la cabina para entrar en la parte trasera de la furgoneta. Cerró la puerta corredera y dejó el abrigo colgado en el perchero. Me observó mientras que yo hacía lo mismo con el mío, y nos quedamos uno frente al otro, sin saber qué hacer o qué decir. Di un paso hacia él, algo hipnotizada por el brillo que tenían sus ojos y apoyé mis manos en su pecho. Su corazón latía rápido y con mucha fuerza, al igual que el mío. Él rodeó mi cintura con sus manos y me estrechó hacia su cuerpo, sin llegar a tocarnos del todo.

—Si no quieres no tenemos porqué hacer nada.

Adoraba que fuese tan atento, siempre pendiente de mi opinión. Queriendo saber en todo momento si todo me parecía bien.

—¿Tú quieres? —le pregunté a pocos milímetros de sus labios—. Bueno, diría que sí. —Sonreí al notar su dureza—. Esto es cosa de dos, no solo tienes que estar pendiente de mi opinión.

—Ya, pero tu opinión es más importante que la mía. Si por mi fuera te agarraría ahora mismo y te tumbaría en la cama para hacerte de todo. Pero si no quieres...

—¿Cómo no voy a querer, idiota?

Soltó una risita ahogada. No pudo decir nada más, ya que tiré de él y estampé mis labios en los suyos. Devorándole, saboreándole con urgencia. Paseó sus manos por todo mi cuerpo. Rozándome el pecho, la cintura, el culo... se entretuvo en cada centímetro de mi cuerpo mientras nuestros labios seguían con ese baile frenético. Nos separamos unos segundos para coger aire, estábamos sin aliento y respirábamos entrecortadamente. Ya había besado sus labios lo suficiente, así que le dejé un rastro de besos húmedos por el cuello mientras colaba las manos por debajo de su jersey. Ese jersey que tanto adoraba.

—Me encanta tu jersey —le susurré al oído—. Pero me encantaría más si no lo llevases puesto.

Se separó de mí y al sacarse el jersey, este se enroscó con la camiseta que llevaba debajo y tuvo serios problemas para poder quitárselo todo por la cabeza. Él se echó a reír por el ridículo que estaba haciendo y yo por lo adorable que me estaba pareciendo toda la escena.

Siempre nos quedará Edimburgo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora