53. Andrew

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Me estaba acostumbrando a despertarme al lado de Abril; de mirarla mientras dormía, aunque suene demasiado psicópata. Verla dormir me llenaba de paz. Era de esos momentos que me habría encantado guardarlos para siempre en una cajita para poder recordarlos siempre que quisiera.

Me levanté de la cama sin hacer mucho ruido y me encerré en la salita para no molestarla mientras abría el portátil y revisaba mis redes sociales. Nunca les he prestado mucha atención; cuando empezamos a ser algo conocidos, sí que intentaba subir alguna foto o hablar con algunos fans por Twitter, pero siempre acababa cansándome de la gente aburrida que intentaba tocarme los huevos insultándome y diciéndome que no llegaría a nada, así que terminaba por cerrarlo todo y solo subir alguna foto a Instagram y ya está. Cuando empezamos a ganar algo más de fama, Marga nos advirtió sobre las redes sociales y los haters. Pero la verdad es que nunca estás realmente preparado para soportar el aluvión de gilipollas que estarán dispuestos a tocarte los cojones. Al principio me costó, pero al final aprendí a ignorar lo malo y centrarme en lo bueno, que eran nuestros fans.

Y ahí estaba yo, esa mañana en Edimburgo revisando Twitter como si fuese mi periódico diario de noticias. Cuando me cansé de revisar mi cuenta principal, pasé a mi cuenta secundaria, la fantasma. La que usaba para infiltrarme entre nuestros fans para saber cómo hablaban de nosotros. Hacerme pasar por fan de mi propia banda era, quizás, una práctica algo rara, pero la verdad es que me divertía mucho con las chorradas que llegaban a escribir nuestros seguidores. El sonido del móvil me hizo dar un respingo en la silla, me extrañó ver que era Marga quién me llamaba, ya que aún era bastante pronto.

—¿Qué pasa? —pregunté al descolgar.

—¿Qué pasa? ¿No has leído las noticias? ¿Twitter? Joder, no dejan de hablar de vosotros.

—Ahora estoy en Twitter y no veo nada que...

Mierda. Mierda, mierda y más mierda. Solo tuve que avanzar un poco en mi timeline para descubrir por qué mi mánager estaba tan nerviosa. Decenas de fans comentaban unas fotos de la fiesta, exactamente una dónde salíamos Abril y yo abrazados mientras bailábamos. En otra, salía ella rodeándome el cuello mientras que yo la rodeaba por la cintura y nos mirábamos atontados perdidos.

—Marga... ¿qué...?

—Mira, no tengo ni idea de cómo han llegado esas fotos ahí. Lo único que sé es que no había periodistas, así que algún invitado ha visto gracioso publicarlas por internet. Ya puedes imaginarte qué está pasando... creen que Abril es tu nueva novia, así que...

—No nos dejarán en paz. Mierda, ¿crees que se olvidarán rápido del tema? ¿Debería decir algo?

—Desmiéntelo, di por Twitter que solo sois amigos y ya está. Si te creen bien, y si no eso ya es problema de ellas. Hablaré con Abril y...

—No. —La interrumpí—. Se lo contaré yo, pero dame tiempo. Aún está algo aturdida por lo que pasó.

—Es verdad, que idiota soy. ¿Cómo está? ¿Sabe que nos vamos en un par de horas?

—Está mejor, más... relajada. —Sonreí al recordar la noche pasada y nuestro baño relajante—. Y sí, sabe que nos vamos en dos horas, no te preocupes que seremos puntuales.

—Eso espero. Bueno, cuando quieras aclara las cosas en Twitter para que se calmen un poco.

—Lo haré, nos vemos luego.

Al colgar, seguí mirando Twitter. No pude evitar reírme de las ocurrencias que tenían nuestros fans respecto a las fotos que habían salido. Incluso había algunas que bromeaban con comprarse una pamela para la hipotética boda. La verdad es que eran bastante creativas con sus tweets, a pesar de que no me hacía mucha gracia que hubieran fotos de Abril recorriendo internet. No quería preocuparla, así que pensé en no decírselo de inmediato.

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Siempre nos quedará Edimburgo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora