Me retumbaba la cabeza. Sentía como si una banda de monos se hubiese peleado dentro de mi cerebro. Al abrir los ojos me asusté, no sabía ni dónde estaba ni con quién; no recordaba nada de la noche anterior. Miré debajo de la sábana y respiré tranquila cuando me di cuenta de que estaba vestida; reconocí en seguida la ropa que llevaba, así que me tranquilicé enseguida. Abrí la luz de la lamparita que había a mi lado y me di cuenta de que las puertas que separaban el dormitorio de la salita estaban cerradas pero por debajo se colaba la luz del interior. Así que me levanté poco a poco para evitar marearme y me acerqué a la puerta de la salita, al abrirla, vi que Andrew estaba sentado mirando con mucho interés algo en su ordenador portátil, lo cerró enseguida en cuanto se dio cuenta de que había entrado en la sala y me había quedado de pie cerca de la puerta. Me sonrió con ternura mientras alargaba los brazos, invitándome a acercarme. Fui hacia él poco a poco, parecía que mi cuerpo se hubiese quedado sin energía vital; mis pies no querían ir más deprisa. Me senté en sus piernas y apoyé la cabeza en su hombro mientras él me rodeaba el cuerpo con sus brazos.
—¿Cómo te encuentras?
—Como si me hubiese atropellado un camión y después me hubiesen tirado al mar para que un grupo de tiburones se divirtiera con mi pobre cuerpo.
—Eso suena bastante mal.
Asentí levemente con la cabeza. Le rodeé la cintura con mis brazos para estrecharme contra él. Le necesitaba. Necesitaba su abrazo, sus caricias, sus besos, su cariño. Pero sobre todo necesitaba la estabilidad que solo él podía darme. Me dio un beso en la cabeza y, como si supiera qué era lo que más necesitaba en ese momento, me apretó contra su cuerpo con fuerza, infundiéndome esa seguridad que tanto anhelaba.
—¿Qué mirabas en el ordenador?
Necesitaba que me hablara de cualquier cosa, sin embargo, en vez de contestarme, todo su cuerpo se tensó y se quedó callado.
—¿Drew? —Cuando levanté la cabeza, nuestras miradas chocaron y me di cuenta de que me miraba con preocupación—. ¿Qué pasa?
—Nada, es que...estaba buscando información.
—¿Sobre qué?
Se encogió de hombros como única respuesta. Rompí el abrazo y lo miré con el ceño fruncido, molesta al ver que me estaba ocultando algo.
—Dijimos que no nos ocultaríamos nada nunca más.
Soltó un suspiro antes de darme un beso en la mejilla. Bajé la mirada hacia mis manos, que reposaban en mi regazo, pero él me levantó el mentón con delicadeza para obligarme a mirarle a los ojos.
—No quiero ocultarte nada, solo que... no sé hasta qué punto quieres saber cosas de anoche.
Volví a fruncir el ceño al no saber a qué se podía referir. No me acordaba de nada de la noche anterior, tenía una especie de laguna negra en mi cerebro que me impedía recordar qué había pasado.
—¿Qué pasó? ¿Me pasó algo? Quiero saberlo, Drew. Si me pasó algo, debo saberlo.
—Por suerte no te pasó nada grave. —Volvió a suspirar mientras volvía a abrazarme con fuerza obligándome a apoyar la cabeza en su hombro—. Rick estaba cerca y pudo ayudarte, pero... joder. Resulta que un tío, no sabemos quién, estuvo charlando contigo y, aprovechando que estabas distraída, te metió algo en la bebida.
—¿Qué? ¿Me drogó?
El corazón me dio un vuelo cuando Drew asintió. Miles de imágenes horribles se me pasaron por la cabeza al imaginar qué habría pasado si hubiese estado sola en esa fiesta. Me sentí aún peor de lo que ya me sentía.
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Siempre nos quedará Edimburgo #2
Novela JuvenilATENCIÓN!!!! Esta es una segunda parte. Si no has leído Siempre nos quedará Londres te vas a comer unos cuantos spoilers y no entenderás nada. Sinopsis en el interior para evitar spoilers :)