28. Abril

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No sabía qué hora era, pero debíamos llevar en ese club como tres horas porque había empezado a sudar y empezaba a notar que mi cabeza estaba un poco atontada

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No sabía qué hora era, pero debíamos llevar en ese club como tres horas porque había empezado a sudar y empezaba a notar que mi cabeza estaba un poco atontada. Keyla estaba a mi lado con su cuarta o quinta copa, riéndose de algo que le estaba contando Andrew; y yo estaba demasiado distraída observándole como para prestar atención a lo que decía. Lío y Rick hacía muchísimo rato que habían desaparecido entre la multitud y Mara... bueno, seguía mirándome como si quisiera arrancarme la cabeza.

Estaba harta de sus miradas, de sus gestos obscenos y de sus pequeños empujones cada vez que podía. Así que bebí lo que quedaba de mi copa, me levanté y le tendí la mano a Andrew. ¿Mara quería que me alejara? Genial, estaba dispuesta a demostrarle que ni él ni yo íbamos a alejarnos el uno del otro.

Andrew me miró sin comprender por qué le tendía la mano, así que le sonreí y mirando de reojo a Mara le dije:

—Me apetece bailar, vamos.

—Pero si no sabes, y yo...

—Y tú eres un patoso de mierda, ya lo sé pero quiero bailar. Venga.

Se le escapó una risita y al final aceptó mi mano y se levantó del sofá. Mientras nos encaminábamos hacia la pista de baile, notaba la mirada furiosa de Mara clavada en mi nuca, tuve el impulso de girarme y sonreírle, sin embargo me contuve y llevé a Andrew hacia la pista pero cerca de las mesas para que la loca tuviese buena visión.

Le pasé los brazos por los hombros y lo pegué a mí, él me colocó las manos en la cintura y empezamos a movernos siguiendo el ritmo algo pausado de la música. Contoneé mis caderas contra las suyas, haciendo que él me las apretara con fuerza mientras acercaba su cara a mi cuello.

—Me estás volviendo loco, Abril.

Un fuerte escalofrío viajó por toda mi espalda al escuchar su voz ronca. Al notar un cosquilleo en mi bajo vientre me apreté más contra él, provocando que soltara un fuerte suspiro.

—Será mejor que bailemos de otra forma —susurró aún pegado a mí.

—¿Por qué? Me gusta sentirte tan cerca de mí.

Me arrepentí al instante de haberle dicho aquello, quizás el alcohol aún me estaba haciendo efecto.

Andrew se descojonó a la vez que se apartaba un poco de mí y me miraba con los ojos brillantes.

—Ya sabía yo que te pondrías cariñosona.

—Cállate y baila. —Espeté mirando de reojo a nuestra mesa. Sonreí con satisfacción al ver que Mara no nos quitaba la mirada de encima y además estaba hecha una furia.

—Qué borde. ¿Se puede saber por qué has querido bailar conmigo?

—¿No puedo bailar contigo o qué?

Seguía mirando de reojo a la zona de las mesas para asegurarme de que Mara nos podía ver bien.

—Sí claro, puedes hacer conmigo lo que quieras. —Bajó poco a poco una de sus manos hasta depositarla en mi muslo, una vez allí, se dedicó a juguetear con el borde del vestido.

Siempre nos quedará Edimburgo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora