ATENCIÓN!!!!
Esta es una segunda parte. Si no has leído Siempre nos quedará Londres te vas a comer unos cuantos spoilers y no entenderás nada.
Sinopsis en el interior para evitar spoilers :)
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Después de la broma del instrumento, Abril salió fuera para respirar aire puro; sabía que tan solo era una excusa para que yo la siguiera, y así lo hice. Unos minutos después de que saliese por la puerta, salí con la excusa de que quería fumar. Al salir, me puse la cazadora, ya que hacía mucho frío y la busqué por los alrededores. La encontré apoyada en una pared, lejos de la puerta de entrada a la sala. En cuanto me vio, me sonrió y me hizo una señal para que me acercara. Siempre he sido obediente, así que fui hacia ella y en cuanto llegué, rodeé su cintura con mis brazos y besé esos labios que me llamaban desde hacía demasiado rato.
—Sigues siendo un cerdo, que lo sepas.
—Si solo has ido una bromita pura e inocente —repliqué atrayéndola hacia mí.
—Ya, sobre todo inocente.
—¿Sabes qué? —Le dejé un besito en el cuello, provocando que se le erizara la piel—. Me ha puesto muy cachondo verte con mi guitarra.
Soltó una risita y mientras me rodeaba el cuello con sus brazos, unió nuestros labios durante tan solo unos segundos.
—Pues métete en el baño para aliviarte.
—Podrías ayudarme, he perdido la memoria y no sé cómo se hace.
—Pobrecito. —Hizo cara de pena fingida—. Tendrás que ver tutoriales en internet.
Se me escapó una sonora carcajada. Los dos miramos a un lado y al otro de la calle por si alguien nos había escuchado, pero estaba desértica, así que pudimos respirar tranquilos. Abril se separó de mí y se apoyó otra vez en la pared.
—Deberías controlar esas carcajadas, recuerda que no nos puede ver nadie.
—Sí, señora.
—Cómo me llames señora otra vez te vas a arrepentir, Andrew.
Me miró con tanta seriedad que me hizo temblar un poquito. Aunque en realidad, me gustó demasiado el tono de advertencia que había usado. Recibí una notificación en el móvil y al ver el mensaje que había recibido, suspiré de hastío.
—Tengo que volver dentro para seguir con el ensayo. ¿Quieres que nos fuguemos después?
—De hecho... tengo pensado un plan para la tarde.
Me sorprendió mucho que ya tuviese pensado un plan para pasar la tarde.
—¿Dónde iremos?
—No te lo pienso decir.
Me dio un beso en los labios y se encaminó hacia la puerta de metal, pero la sujeté de un brazo y tiré de ella para atraerla hacia mí.
—Dímelo —susurré contra sus labios.
—Tendrás que esperar.
Y entonces se abrió la puerta. Nos separamos de sopetón, deseando que quién fuese no nos hubiera visto.