Tenía la maleta hecha desde hacía muchos días, sin embargo, eso no impidió que repasara por millonésima vez todo lo que me llevaba para el viaje. Con los años me había vuelto algo más maniática. Mis amigas me lo decían, mi madre me lo decía, mi hermana me lo decía, hasta Cleopatra me miraba con desaprobación cada vez que me veía hacer algo por sexta vez. Joder. Cómo echaba de menos a mi gata.
El día antes de nuestra partida a Cork, decidí llamar a Marc para poder ver a mi gatita y despedirme de ella otra vez.
—Abril... en serio, deberías mirarte esta obsesión que tienes con la gata —comentó Marc con hastío. Quizá le sentaba algo mal que le prestara más atención a Cleopatra que a él.
—No tengo ninguna obsesión con... ay mírala, mi bolita bonita, ¿cómo estás? ¿Te está cuidando bien?
Solo recibí un escueto «miau» por parte de ella antes de perderse por el pasillo camino a su habitación. En realidad no era su habitación, era el despacho que utilizábamos los dos pero que la gata lo había convertido en su pequeña guarida.
—¿Estás nerviosa por mañana?
—Un poco... —contesté observando la pantalla con detenimiento por si veía a Cleopatra.
—Todo irá bien, ya lo verás, además quizás... alguien te haga una visita.
Sonrió a la cámara y yo tan solo pude pensar en la gata. Vale, sí, quizás estaba un poquitín obsesionada.
—¿Vendrás con Cleo?
—No. No pienso viajar con un gato.
Me desilusioné, no voy a mentir. Si Marc venía a verme sin Cleopatra le quitaba toda la gracia.
—¿Cuándo vendrás? —pregunté—. ¿Y dónde?
—No lo sé aún... tengo que cuadrar fechas con el trabajo pero te haré una visita, de eso estoy muy seguro. Te echo mucho de menos.
Le dediqué una pequeña sonrisa mientras él hacía carita de pena. Me incomodaba que me dijera aquello porque yo en ningún momento le había echado de menos. Y me hacía sentir mal, muy mal. Debería echarle de menos, debería pensar en él cada noche, sin embargo no era capaz de hacerlo.
—¿Abril? —llamó mi atención ya que me había quedado algo pensativa—. Espero que ahora que te vas por ahí de gira con Supernova no te olvides de mí y me cambies por un cantante de rock.
Solté un ruido parecido a una risita. Si supiera... Marc no sabía nada, no sabía que conocía a Supernova. No sabía que conocía cada centímetro de la anatomía del cantante de rock. Y era mejor así.
—Ya me contarás cómo son Supernova en persona.
—Unos estirados, seguro. Todas las estrellas del rock son así.
Él se rio y negó con la cabeza. Se quedó un rato observándome, como si estuviese guardando cada detalle de mi cara para poder recordarla cada día. Me hizo estremecer, no me gustaba que me mirara de esa manera, así que con la excusa de que tenía que terminar la maleta me despedí de él y apagué el portátil para meterlo en la bolsa de mano que llevaría conmigo dentro del avión.
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Siempre nos quedará Edimburgo #2
Teen FictionATENCIÓN!!!! Esta es una segunda parte. Si no has leído Siempre nos quedará Londres te vas a comer unos cuantos spoilers y no entenderás nada. Sinopsis en el interior para evitar spoilers :)