Estaba viviendo un sueño. Un sueño irreal, mágico, maravilloso. No sabía hacia dónde nos llevaría esa situación. Si acabaríamos formalizando una relación o simplemente se quedaría en un lío momentáneo. Yo la quería, no podía controlar todo lo que sentía por ella; sin embargo, me daba la sensación de que Abril no estaba en el mismo nivel que yo, y eso me hacía querer frenar un poco todo el entusiasmo que sentía. Iba a dejarme llevar, de hecho, ya lo estaba haciendo, pero iba a intentar no ilusionarme demasiado.
Tardamos en desayunar casi una hora. Entre tortita y tortita, no podíamos dejar de besarnos y acariciarnos; como si fuésemos adolescentes viviendo su primer amor. No podía mantener alejadas mis manos de sus muslos, verla vestida tan solo con mi jersey me volvía loco, así que me pasé todo el desayuno acariciándola y jugueteando con el borde del jersey mientras ella soltaba risitas e intentaba mantener el control. Sin mucho éxito.
Aprovechando que Abril se había ido a la ducha, cogí mi teléfono móvil y lo encendí, ya que lo había apagado antes de llegar al lago. Salí al exterior cuando vi que tenía varios mensajes y llamadas de Marga y todos amigos. Todos estaban preocupados porque no sabían nada de mí desde hacía dos días, me sentí bastante culpable al ver lo preocupados que estaban por mí, así que me limité a enviarles a todos el mismo mensaje diciéndoles que estaba bien, sin dar más detalles. No quería contarles qué había pasado entre Abril y yo, si me preguntaban ya tenía pensado decirles que volvíamos a ser amigos; quedándome para mí el detalle que no solo éramos amigos, sino que había algo más. Amigos con derechos. Eso éramos. Mentiría si dijera que no quería algo más que eso, pero tendría que conformarme. Al fin y al cabo era ella quién tenía la última palabra.
Me quedé atontado cuando la vi salir de la furgoneta. Se había vestido con su propia ropa, por desgracia, así que ya no llevaba mi jersey turquesa. Me sonrió y se acercó a mí haciendo una pequeña carrerilla; me rodeó la cintura con sus brazos y al apoyar la cabeza en mi pecho, me llegó el olor a champú. La rodeé por los hombros, apretándola más contra mi cuerpo. Me habría pasado todo el día abrazado a ella, oliendo ese champú con aroma a cítricos.
—¿Qué vamos a hacer hoy?
—Volver a la cama y hacerte gritar con fuerza.
Me gané un tortazo en la espalda.
—Idiota. Me refería a algo decente.
—Me encanta cuando me insultas. —Sonreí y besé su cabeza que aún estaba húmeda—. Había pensado ir a Inverness y después ya volver a Edimburgo.
Se separó un poco para mirarme a la cara.
—¿Tenemos que volver ya?
Su vocecilla llena de ternura y de pena me pareció tan adorable que no me pude resistir a besar sus labios.
—Me encantaría quedarme aquí contigo toda la vida, pero soy un rockstar responsable y mañana tengo ensayo y pasado mañana concierto, así que... además, necesitaré a mi fotógrafa personal favorita.
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Siempre nos quedará Edimburgo #2
Teen FictionATENCIÓN!!!! Esta es una segunda parte. Si no has leído Siempre nos quedará Londres te vas a comer unos cuantos spoilers y no entenderás nada. Sinopsis en el interior para evitar spoilers :)