3. Andrew

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Al llegar al piso que aún compartía con Lío, la presión tan extraña que se había instalado en mi pecho se esfumó, ya podía estar tranquilo porque estaba en casa

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Al llegar al piso que aún compartía con Lío, la presión tan extraña que se había instalado en mi pecho se esfumó, ya podía estar tranquilo porque estaba en casa. Agarré a Bigotes, que se había acercado para saludarme y le di unos cuantos besos antes de volverlo a dejar en el suelo. Como ya era algo tarde me fui directo a la cama sin tan siquiera saludar a Lío, sabía que si me veía me estaría interrogando durante horas y lo único que quería era descansar; demasiadas emociones en una sola tarde.

Hay cosas muy inevitables, como por ejemplo soñar con la chica que una vez me hizo el chico más feliz del universo. Soñé con sus ojos avellana, en su cabellos castaños, su sonrisa perfecta... Soñé que aún me quería, que aún nos queríamos y allí, en mis sueños, volví a ser el chico más feliz del universo.

Pero todo lo bueno acaba. Los rayos de sol que se colaban por mi ventana me despertaron a las once de la mañana. Me levanté y cuando salí del a habitación me encontré a Lío desayunando sus cereales con chocolate.

—Buenos días, viajero. No te escuché llegar anoche.

—Fui silencioso como un ninja —contesté sirviéndome un bol de cereales.

Enarcó una ceja y me di cuenta de que me miraba con intensidad, esperando a que le contara todo lo que había pasado el día anterior. Respiré hondo y se lo expliqué con todo lujo de detalles.

—Así que básicamente te cagaste en los pantalones cuando la viste.

—Más que eso diría que... se me cayeron los huevos al suelo y más cuando vi al atontado de su novio.

—Uy, casi se te nota un poco que estás celoso, ¿eh?

—No, no... bueno sí. Joder debería ser yo el que la haga sonreír, el que la haga feliz, el que la acompañe en el día más importante de su puta vida. Pero no lo soy por culpa de ese puto asshole que me robó todos estos momentos.

—Creo que nunca te había escuchado decir tantas palabrotas juntas como ahora. Pero ya no vale la pena lamentarse, pasado pisado. Ahora tienes la oportunidad de arreglarlo todo, de volver a estar presentes en la vida del otro.

—Pero ella no va a querer —repliqué—. Tiene novio, ha rehecho su vida mientras que yo no soy capaz de ir en serio con nadie.

Lío soltó una carcajada estridente que resonó por todo el salón.

—Abril te va a abrir las puertas de su vida, has sido alguien importante para ella, así que olvídate de cualquier novio. Seguro que en cuanto te vea se olvida de que tiene uno.

—No creo... se les veía felices.

—¿Estás seguro?

¿La había visto sonreír con él? ¿Le brillaban los ojos? Sí que la había visto sonreír pero podía haber sido por cualquier otra cosa... Pero la vi diferente. Ya no brillaba, sus ojos, desde la distancia, parecían más oscuros de lo que eran porque habían perdido ese brillo tan especial. Quizás con él no llegaba a ser feliz, pero era consciente de que no podía volver a su vida de repente como si nada hubiese pasado, había demasiadas heridas abiertas que necesitábamos curar.

Siempre nos quedará Edimburgo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora