6. Abril

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Un caos

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Un caos. Así era mi vida después de saber la noticia de que me iba a Londres durante unos meses. Empecé a preparar cosas para el viaje ante la atenta mirada de Marc que no perdía detalle de todo lo que hacía. Cuando se lo conté, se alegró muchísimo. Diría que estaba mucho más entusiasmado que yo. Lo que me daba más pena era tener que separarme de mi Cleo, pero Marc me juró que la cuidaría como si fuese su propia hija, así que en parte me podía ir algo más tranquila.

Aunque no podía irme muy tranquila sabiendo que me iba a una ciudad que albergaba demasiados recuerdos. Lo bueno era que si finalmente me cogían para el trabajo de aquella gira, no pasaría mucho tiempo en la ciudad. Así que no tendría que hacer frente a tantos recuerdos y tampoco habría la posibilidad de encontrarme con Andrew, así evitaría cualquier presión extraña en el pecho.

Mis amigas, por otro lado, tuvieron la genial idea de adelantar mi mudanza una semana antes solo para ir a un concierto benéfico que me apetecía tanto como comer un kilo de pimientos.

Siempre he odiado los pimientos.

Pero a Miri es imposible decirle que no, así que tuve que aceptar acompañarla al concierto ese que según ella iban a actuar diferentes artistas de todo el país. Tenía seis invitaciones, así que iríamos Claudia y su novia, Carlota y su novio, Miri y yo. Me habría gustado llevar a Marc también pero solo había podido conseguir seis invitaciones porque se habían agotado enseguida, así que el pobre se tendría que quedar en Barcelona. Habíamos cogido los vuelos de ida para el diez de septiembre. Solo quedaban tres días para irnos y aún no lo tenía todo preparado.

El piso que me había conseguido la agencia estaba amueblado pero quería llevarme mi videoconsola, los libros, fotografías... quería llevarme demasiadas cosas y en la maleta no había tanto sitio. Tampoco podía llevarme tres maletas gigantes porque no tenía suficientes manos para llevarlas todas. Así que tuve que ir deshaciéndome de cosas. Le dejé la videoconsola a Marc, que me juró que la trataría bien y no la rompería. Solo puse un par de fotografías y otro par de libros en la maleta porque además tenía que dejar un buen hueco para poder meter la bolsa de la cámara que ya ocupaba casi la mitad del espacio.

Dos días antes de coger el vuelo ya lo tenía todo recogido y metido en la correspondiente maleta. Al final me llevaba una grande y otra de más pequeña para subirla al avión por si me perdían la grande y así no quedarme sin ropa. Marc y yo salimos a comer con Carlota y su novio Joan; últimamente salíamos mucho los cuatro en plan parejas y no podía evitar comparar su relación con la nuestra. Cada vez más mi relación con Marc me parecía más de amigos que de otra cosa pero era consciente que tan solo necesitaba tiempo para acostumbrarme a tener pareja.

—¿Estás seguro que no vas a poder ir a Londres? Molaría tener una compañía masculina —dijo Joan mirando a Marc con ojitos de cordero.

—Qué va... no hay más invitaciones para el concierto, así que me quedaré en casa.

Siempre nos quedará Edimburgo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora