—¡No cabe!
—¡Que te digo que sí! Esto tiene que entrar.
—¡Joder! ¡Andrew déjalo! No. Cabe. Aquí.
Resoplé volviendo a empujar hacia la entrada. Pero Keyla tenía razón. La mesa no cabía por la puerta de su casa.
—Creo que tenemos que desmontarla —comentó desde el otro lado.
Hacía un mes que se había ido a vivir sola a un apartamento cerca de King's Cross y me había extorsionando con comida para lograr que la ayudase con la mudanza. Ahora estábamos intentando meter la mesa del comedor por la puerta del piso pero la mesa era demasiado grande y no cabía.
—¿Pero estas patas se pueden desatornillar?
—Que pocos muebles has montado tú.
Rodó los ojos y se fue hacia dentro del piso, cuando volvió lo hizo con un destornillador eléctrico y se agachó para empezar a desatornillar todas las patas mientras que yo me limitaba a sostener la mesa y mirar cómo lo hacía. Con las cuatro patas desmontadas, pudimos entrar la mesa y colocarla en el sitio dónde ella quería; al lado de un bonito ventanal desde dónde se podía ver la estación de tren. Volvimos a colocar las patas y nos quedamos observando la mesa orgullosos de haberlo conseguido.
—Te has merecido esa pizza que te prometí —me dio unas palmaditas en la espalda y desapareció hacia la cocina para ir a buscar la comida que me había prometido.
Me senté en el sofá justo en el momento que mi teléfono empezó a vibrar, cuando lo abrí observé que tenía varios mensajes de Miriam que me agradecía las seis invitaciones que le había mandado. Me aseguró que Abril iría al concierto benéfico pero decidí no hacerme ilusiones porque me imaginaba que a ella no le haría ninguna gracia volver a Londres y menos para nuestro concierto, aunque fuese benéfico.
Keyla trajo las pizzas y un par de colca-cola y se sentó a mi lado, estiró el cuello para leer lo que había en el teléfono pero lo apagué antes de que leyera mucho más.
—No está bien leer conversaciones ajenas.
—Venga ya, hay confianza —replicó—. ¿Les has mandado seis invitaciones? ¿Tanta gente serán?
—Sí... resulta que Carlota y Claudia vendrán con sus parejas, o eso cree Miriam. Creo que se ha flipado un poco pidiéndome tantas invitaciones.
—Seguro que fallará alguien.
Los dos sabíamos a quién se refería, no hacía falta verbalizarlo. La miré de reojo y me di cuenta de que estaba muy tensa. Si a mí me incomodaba que me hablasen de Abril a Keyla le molestaba muchísimo. Nunca tuvieron una amistad muy cercana como la que tenía con Miriam, sin embargo, cuando ocurrió todo el desastre, Keyla se desentendió del todo de Abril. La culpaba por cómo me había tratado, sabía que yo tampoco me había portado bien con ella, pero mi amiga odiaba verme tan hundido. Siempre he sido un hermano para ella y verme así de destrozado le jodió muchísimo. Así que afloró su instinto maternal y decidió que tampoco quería saber nada de Abril, quería protegerme, quería evitar que me hundiese más en la miseria. Cuando le conté que había sido Héctor quién lo destrozó todo, se le pasó bastante el enfado pero seguía algo dolida con ella. Miriam intentó que se acercaran un poco, sin embargo, ninguna de las dos estuvo por la labor de arreglar las cosas y así seguía la situación.
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Siempre nos quedará Edimburgo #2
Ficção AdolescenteATENCIÓN!!!! Esta es una segunda parte. Si no has leído Siempre nos quedará Londres te vas a comer unos cuantos spoilers y no entenderás nada. Sinopsis en el interior para evitar spoilers :)