Tuve que romper el contacto, ya que si seguía con mis labios rozando su piel, me habría vuelto loco del todo. Le habría besado el cuello, la nariz, la frente, los labios... habría besado cada centímetro de su piel porque mi cuerpo necesitaba sentirla otra vez. Joder. La quería. Seguía queriéndola como el primer día. Y eso dolía porque ya no podía estar conmigo.
Me quedé un rato mirándola, embobado al verla tan sonrojada por el beso que le había dado. Mi corazón estaba exultante de felicidad porque ella confiaba en mí. En vez de creer en la palabra de Mara, había decidido creer en mí y no hacer caso a lo que ella le decía y eso era un gran paso en nuestra relación, teniendo en cuenta que tres años atrás se había creído antes a Héctor que a mí.
—Supongo que ya no me dejo llevar las opiniones de los demás —dijo ella rompiendo el silencio—. No voy a cometer los mismos errores que en el pasado.
—Yo tampoco —aseguré—. Ya tuve suficiente drama.
Asintió mientras se volvía a girar para apoyarse en el muro del puente. Aproveché para mirarla desde atrás, era tan perfecta... sus curvas, sus piernas, su cul...
—Deja de mirarme como un acosador.
Esa chica me conocía demasiado bien. Se me enrojecieron hasta las orejas al ser pillado observando toda su anatomía, me las intenté tapar con el cabello y entonces me coloqué a su lado apoyándome también en el muro.
—No te estaba mirando —musité.
—Ya, claro, y yo soy una cabra.
—Bueno, estás como una cabra, así que...
Me dio un tortazo en el hombro y soltó una risita contenida mientras seguía observando con fijación el río.
—¿Sabes cómo se llama este puente? —era una pregunta absurda, sabía a la perfección que ella no tenía ni idea, negó con la cabeza y sonreí sabiendo que cuando se lo dijera se descojonaría—. Se llama O'Connell Bridge.
Me miró. La miré. Alcé las cejas y entonces el sonido de su carcajada nos envolvió. Su risa era como música celestial para mis oídos. Era tan alegre, tan vivaz... por eso siempre me había gustado hacerla reír, porque su risa era capaz de disipar cualquier nube negra.
—¿Este es tu puente? Vaya, señor O'Connell, no sabía que usted poseyera un puente.
—Como me vuelvas a llamar señor, te tiro al río. Pero sí, este es mi puente y además poseo muchísimas más cosas, tengo tierras. ¿Sabes?
—¿Tú? ¿Tirarme al río? —volvió a reírse—. ¿Tú y cuantos más?
¿Me estaba provocando? La miré y vi que estaba esbozando una sonrisa de lo más insinuante. Sí, me estaba provocando. Me giré hacia ella y coloqué un brazo alrededor de su cintura, cuando vi que tragaba saliva sonreí satisfecho al darme cuenta de que aún la ponía nerviosa.
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Siempre nos quedará Edimburgo #2
Teen FictionATENCIÓN!!!! Esta es una segunda parte. Si no has leído Siempre nos quedará Londres te vas a comer unos cuantos spoilers y no entenderás nada. Sinopsis en el interior para evitar spoilers :)