La cabeza me martilleaba. Me daba la sensación de que tenía cientos de pequeños duendes dándole una paliza a mi cerebro.
Los recuerdos de la noche aparecieron ante mí como flashes. El concierto. La sala llena. Los fans. Los fans... abrazos, besos, caricias no permitidas...
Pum. Pum. PUM.
Mi corazón empezó a latir con fuerza. Mierda.
Di la vuelta en la cama quedando boca arriba, abrí los ojos con pesadez y vi que los rayos de sol se colaban por la rendija de las cortinas. No recordaba haber vuelto al hotel. No recordaba haber subido a la habitación. Tampoco recordaba haber corrido las cortinas. No recordaba nada.
Gemí al incorporarme en la cama y de inmediato me llevé las manos a la cabeza, dolía muchísimo, demasiado. Me pareció escuchar el agua correr en el baño pero no podía ser, estaba solo. Estaba solo, ¿verdad? No había vuelto a subir a una fan cualquiera... Tragué saliva, no podía haber vuelto a hacer aquello. Se me humedecieron los ojos, me odié a mí mismo por haber caído otra vez a lo mismo, a subir fans a la habitación y...
Cuando escuché la puerta del baño abrirse me acojoné porque no me apetecía ver la cara de una chica cualquiera, feliz por haber conseguido irse a la cama con su ídolo. Era un puto asco de persona.
Probablemente, si hubiese estado de pie me habría caído de culo porque no salió del baño una desconocida. Respiré tranquilo porque delante de mí, esbozando una tierna sonrisa estaba Abril. Nada más y nada menos que ella. Entonces volvieron los recuerdos. Ella agarrándome la mano para huir, ella agarrándome la cara, ayudándome a respirar. Ella siendo mi salvavidas.
—¿Ya te has despertado? ¿Cómo estás?
Se acercó a mí sentándose en la cama justo a mi lado y empezó a acariciarme el cabello con mucha ternura. Casi parecía que el tiempo hubiese rebobinado tres años atrás. Casi.
—Me duele la cabeza y... tengo mucha sed.
Se levantó de sopetón y se acercó a la mesa donde había una bandeja repleta de comida.
—Te he subido la comida, no sabía si querrías comer algo pero... bueno, te he traído té, café, zumo... no sabía qué te apetecería para beber.
Joder. Si estuviésemos juntos la habría callado con un beso. La habría cogido en brazos, la habría tumbado en la cama y...
—¿Andrew? ¿Qué te apetece beber?
Sacudí la cabeza para quitarme esos pensamientos impuros que empezaban a molestarme. La miré y vi que seguía delante de la mesa esperando una respuesta mientras me observaba con esos ojitos avellana que tan loco me volvieron tres años atrás.
—Agua... mejor agua.
Asintió y mientras llenaba un vaso de agua, me senté con la espalda apoyada en el cabecero. Cuando me lo trajo me lo bebí en dos segundos, estaba tan sediento que me habría bebido hasta el agua del Támesis, me habría muerto de infección en cinco minutos pero por lo menos habría saciado la sed.
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Siempre nos quedará Edimburgo #2
Novela JuvenilATENCIÓN!!!! Esta es una segunda parte. Si no has leído Siempre nos quedará Londres te vas a comer unos cuantos spoilers y no entenderás nada. Sinopsis en el interior para evitar spoilers :)