Semanas de la cuarenta y ocho a la cincuenta y tres ( segunda parte)

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Cuando los chicos se fueron para unirse a las revueltas se llevaron con ellos varios caballos y carros, solo nos quedamos con cuatro caballos y un carruaje, dos de los caballos los usaron Liam y Eider y los dos que nos quedaban se los robó Debra y sus amigos. Cuando regresaron de la ciudad, Liam maldijo a Roberto y a Debra, sabía que Olivia era solo un peón en ese trío, además las cosas en la ciudad no fueron nada bien, había escasez de todo y era complicado conseguir lo que habían ido a buscar. Rodrigo le habló de lo que se ocultaba tras los muros del sótano y decidieron explorarlo, yo también quería verlo y por suerte Liam no se opuso, detrás de la puerta que quedaba medio oculta en una de las habitaciones del piso inferior  se encontraba un túnel largo, frío y oscuro, después de andar unos pocos minutos ese pasillo contenía varias bifurcaciones que recorrían buena parte de la montaña donde estaba ubicado el monasterio, y luego de recorrerlas todas nos llevaron a varias salidas de varios lados de la montaña. Desde una de ellas se podía ver a lo lejos un pedazo de la ciudad de donde horas antes habían partido Liam y Eider, detrás se veía un trozo de mar azul que se mezclaba con el cielo igual de claro. Al final de la otra bifurcación se encontraba las vistas de una larga carretera en malas condiciones en medio de una llanura de escasa vegetación  entre pequeñas montañas que desaparecía tras un bosque cubierto de grandes árboles y un horizonte de tonos anaranjados. Las otras dos bifurcaciones eran más o menos como esta última, árboles, caminos, un rio escondido entre montañas y un largo valle, solo que estaban ubicadas al norte y al este de la montaña. También dentro de aquellos túneles escondidos en la montaña se encontraban varias estancias o habitaciones pequeñas, eran entre ocho y diez metros cuadrados, algunas tenían unas puertas de madera o rejas y otras habían servido de almacén, era un buen lugar para ocultarse sin querían invadirnos o atacarnos, posiblemente ese era su cometido cuando aún vivían los monjes en este lugar. Nos pasamos varios días recorriendo esos túneles y aprovechando para guardar y almacenar mercancía. Los días seguían avanzando, ya había pasado más de una semana desde que Liam y Eider volvieran de la ciudad y todos regresamos a nuestros  trabajos después de que las temperaturas descendieran. Uno de los chicos corrió hacia nosotros y gritó que unos cinco jinetes estaban por llegar al monasterio, al acercarme para ver de quienes se trataban mi cuerpo tembló de miedo. A pesar de que aún faltaban unos cuantos metros para entrar en las instalaciones pude reconocerlo perfectamente. Empecé a respirar con dificultad y mi cuerpo reaccionó al miedo con fuertes temblores por todo el cuerpo, mis amigas se asustaron cuando me vieron así y Liam se acercó para preguntarme que era lo que me estaba ocurriendo. Yo no dejaba de mirar hacia el lugar donde pronto aparecerían aquellos hombres y no podía articular palabra alguna. Liam solo me había visto en ese estado una vez cuando entramos en la ciudad y reconocí a Julio por eso lo comprendió al instante.
_ ¿Es él verdad?, es el tío que te hizo daño en el pasado, ¿no es  cierto?
Mis amigas seguían sin comprender, Liam les pidió que me alejasen de allí  y que se llevasen a los más jóvenes y ancianos a los túneles, él se encargaría de que se fuesen por donde habían venido. Ahora que sabía quién era uno de ellos le hubiese gustado matarlo, pero se arriesgaba a que alguno de los nuestros terminase herido o que tuviésemos que marcharnos nuevamente del lugar y buscar un nuevo alojamiento cuando el invierno estaba cada vez más cerca. Mientras algunas de mis amigas, yo y unas  cuantas personas más nos escondíamos en los túneles, Liam junto con Eider y unos pocos más tenían que vérselas con esa gentuza y aquello me hacía estar inquieta,  ¿a qué habían venido y que buscaban aquí? Mis amigas seguían preocupadas por mi estado y volvieron a preguntarme que estaba ocurriendo, los recuerdos aún seguían muy presentes y dolían igual que el primer día pero ya había superado la humillación y la vergüenza y ellas eran mis amigas por eso se merecían saberlo, yo ya las consideraba como si fuésemos familia. Mientras esperábamos a como se desarrollaba los acontecimientos dos pisos más arriba les conté lo que había ocurrido entre Julio y yo, cuando terminé de relatarles aquel mal episodio no dijeron nada, no hicieron falta palabras, solo sus abrazos para saber que ellas estaban ahí cuando nos necesitásemos. Cada una de nosotras habíamos pasado por algunas situaciones parecidas y horribles en la vida y no nos había ayudado para nada el hecho de haber nacido mujer pero aún así allí estábamos, luchando para seguir viviendo a pesar de todo. Yo había mantenido la esperanza de que con las revueltas Julio se hubiese largado a una ciudad mucho más grande e importante para luchar seguramente en el bando contrario pero me equivoqué y ahora se encontraba en este lugar y no tenía ni idea de cual era el motivo por el que estaba aquí, ¿es que alguien le había contado que yo me encontraba en el monasterio?  Después de varias horas de incertidumbre por fin pudimos regresar de nuevo al piso superior, yo me había ido a mi habitación, aún estaba en estado de shock  y quería evitar por el momento reunirme con los demás. Liam vino a verme unos minutos más tarde y hablamos de lo que había ocurrido mientras yo estaba oculta en los túneles. Al parecer les habían dicho que estaban allí porque sentían curiosidad de cómo vivíamos en este lugar, habían escuchado que unas decenas de personas ocupaban el monasterio y lo convirtieron en su hogar. Venían para brindarnos su ayuda aunque Liam estaba seguro de que esas no eran sus intenciones, habían traído alguna mercancía como comida y ropa y nos la dieron a cambio de otra de un valor mucho menor, les habían hecho preguntas, cuantos éramos, cuantas chicas habían, y sobre todo le preguntó si la chica con la que lo había visto en la ciudad un par de meses atrás era mi novia. Le dijo que él no tenía novia y que yo me había ido del monasterio una semana después de llegar a este lugar. Julio no sabía que yo le había contado a mi amigo lo que había ocurrido entre nosotros. Liam no estaba seguro de que le hubiese creído pero se habían marchado sin provocar ningún enfrentamiento  y esperaba que no regresasen de nuevo, yo tenía mis dudas pero no se las conté a Liam. Aquella noche después de mucho tiempo regresaron de nuevo las pesadillas, mis amigas se acercaron a mí y nos abrazamos, me decían que ahora tenía una familia que me protegería, dormimos juntas aunque a mí me fue difícil conciliar el sueño.  Las siguientes noches no fueron mucho mejor que la primera después de volver a ver a Julio, Liam quería regresar a la ciudad para averiguar que estaba pasando con las revueltas y también a ser posible volver a intentar comprar algo que necesitábamos con más urgencia que eran los medicamentos. Con los alimentos nos íbamos apañando porque cultivábamos nuestros propios productos que luego almacenábamos para la llegada del invierno, teníamos algunos animales que nos proveían de alimento aunque no eran muchos, pero escaseaban en casi todas partes. La llegada de Julio al monasterio lo había complicado todo porque no quería arriesgarse a regresar a la ciudad por el momento y dejar con poca protección el lugar, aun no se fiaba de que aquellos hombres se fuesen así sin más. Yo me sentía mal por ellos porque no quería que ocurriese lo mismo que el invierno pasado si no conseguíamos comprar más medicamentos, había insistido en que debían irse, que solo estarían alejados de aquí unos pocos días y que si aquellos hombres querían regresar no esperaba que lo hiciesen tan pronto, además le superábamos en gente, no creía que fuesen tan idiotas para enfrentarse a un grupo que le superaba con creces. Aún no habían pasado más de dos semanas desde el incidente con Julio cuando por fin Liam decidió regresar a la ciudad, nos había costado convencerlo pero aunque no se iba tranquilo confiaba en que todo marchase con tranquilidad. Estábamos organizándolo todo para la salida de Liam y Eider del monasterio cuando escuchamos de nuevo a uno de los chicos que volvíamos a tener visita. Al acercarme a uno de los ventanales del piso superior y observar entre los cristales vi que a lo lejos un grupo de unos siete u ocho jinetes, no se percibían bien, tomaban el camino que los llevaría hasta este lugar, a medida que se iban acercando  me di cuenta que entre esos hombres se encontraba Julio, tenía un mal presentimiento, ¿qué lo había hecho regresar?, ¿Por qué esta vez eran tantos?, ¿cuáles eran sus intenciones? Sabía con seguridad que el regreso al monasterio de Julio no traería más que problemas y me negué a esconderme, si pretendían atacar este lugar preferiría alejarme de aquí aunque me tuviese que ir con ellos, ya buscaría la manera de morir antes de que me tocase  un solo pelo de nuevo, no estaba dispuesta a que hubiese derramamiento de sangre en este lugar y tener que alejarnos nuevamente para buscar otro alojamiento. Pero Liam y mis amigas acabaron por convencerme de que esconderme de ese idiota era lo mejor, intentaría convencerles de que en este lugar no había nada que les pudiese interesar. De nuevo esperamos con impaciencia en los túneles, desde allí no se escuchaba nada, todos permanecíamos en silencio y eso no me hacía sentir mejor. Cuando había pasado lo que yo creía que era una eternidad les pedí a mis amigas  que cuidasen de los más pequeños, Clara  y mis amigas intentaron  disuadirme de que no subiese a los pisos superiores, que era un error además de peligroso pero yo ya había salido de una de las salas y caminaba por el túnel. Salí de aquellos pasadizos y me moví despacio y vigilante, poco a poco logré escuchar algunas voces a lo lejos, y caminé sin hacer ruido a pesar del miedo que sentía al saber que muy cerca  de allí se encontraba Julio pero por encima de ese miedo estaba el temor de que algo horrible les pudiese ocurrir a los que hacía tiempo los consideraba ya mi familia. Logré acercarme lo suficiente para ver entre la puerta a varios de aquellos hombres que nos visitaron, dos de ellos tenían agarrado a Liam por ambos brazos mientras Julio lo golpeaba con fuerza, otros de aquellos hombres estaban apuntando con sus pistolas a varios de mis amigos, habían hecho varios grupos y los tenían distribuidos por varios puntos de la sala, Elena se encontraba al lado de Rodrigo. Sentí como alguien me tocaba un hombro y luego una mano me tapaba la boca antes de que pudiese gritar, tres de mis amigas, María, Thaisa y Briana no pudieron permanecer en los túneles sabiendo que yo estaba aquí arriba, sabían que en cuanto terminase todo esto recibiríamos una buena reprimenda de Clara y por supuesto que también de Liam. Las cuatro estábamos observando  como mi mayor enemigo preguntaba otra vez por mí  y luego volvía a golpearlo con saña en el estómago, aquello estaba ocurriendo por mi culpa y no podía permitir que siguiesen atacándolo así, necesitaba salir de mi escondite y dar la cara  a pesar de que mis amigas intentaban convencerme de que así no ayudaría a Liam. Cuando vi como habían agarrado a Carla y  con el arma apuntaban a su cabeza mientras su marido Fernando gritaba y se peleaba por salirse del grupo mientras dos de aquellos hombres le obligaban a regresar de nuevo al mismo tiempo que lo golpeaban, mi miedo a enfrentarme a Julio se desvaneció, entré en aquella habitación y les grité que los dejasen tranquilos que yo ya estaba allí y que no había necesidad de ensañarse con ellos.

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