Parte 56

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Buenos Aires domingo 14 de junio del 2009

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Buenos Aires domingo 14 de junio del 2009

Asia

Estoy parada contra la mesada de la cocina, observando desde la ventana el día soleado. Y ahí esta como siempre la margarita: tan hermosa, tan brillante, en comparación a mi, que me encuentro apagada. Ayer tras la visita de mi abuela terminé muy enojada, porque estoy harta de que todos hagan lo que piensan que es mejor para mi, y nunca lo que yo pido. 

—¿Qué haces?  —pregunta Pato acercándose a mi.

Su voz interrumpe mis pensamientos y hace que del susto me tumbe un poco de agua caliente que estaba cargando en mi taza.

—¡Ay! —grito adolorida y suelto la pava en la mesada.

—¿Te quemaste mucho? —pregunta Pato mirándome la mano.

—Me arde mucho —explico desesperada.

Pato me agarra de la otra mano y me lleva hacia el cuarto, seguro trate de curar la herida. Hacia tanto que no me quemaba, no recordaba lo doloroso que es una quemadura cuando tenés fibromialgia, arde el doble que si no tenes la enfermedad.

—¡Banca que pongo una crema! —menciona y va hacia el botiquín del baño. 

Pato regresa del baño con la crema en mano y se sienta al lado de Asia en la cama. Con cuidado, comienza a aplicar la crema sobre la quemadura, su tacto es suave pero firme.

—Esto debería aliviar el ardor —asegura Pato, mientras sus dedos se mueven con cuidado sobre mi piel lastimada.

Siento cómo la crema comienza a surtir efecto, el ardor disminuye poco a poco y la tensión en mi rostro se relaja. Pato se queda conmigo, sosteniendo mi mano entre las suyas, brindándome no solo alivio físico sino también emocional.

—No tenes que preocuparte por todo sola —dice Pato, mirándome a los ojos—. Estoy acá para lo que necesites.

Asiento, sintiendo cómo las palabras de Pato calman algo más que solo su dolor físico. Tal vez no todo cuidado es una carga; tal vez, en ocasiones, es justo lo que necesita.

—Me voy a ver a mi mamá, necesita ayuda con unas cosas —informa sentado en la cama al lado mío—. ¿Queres ir conmigo? 

—No Patito, estoy cansada. Quiero aprovechar que es domingo para descansar.

 —Bueno bombón.

Pato fue en busca de mi café que quedo a medio hacer. Mientras me tomo mi café en la cama, él se encarga de preparar el almuerzo, quería comer temprano ya que mamá precisaba de su presencia en la siesta. 

Pato y yo compartimos el espacio en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos pero cómodos en la compañía del otro. Él me lanza miradas suaves de vez en cuando, sus ojos llenos de una ternura que no necesita palabras.

Todo lo que fue ➞ Patricio Sardelli - AirbagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora