Parte 53

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Madrid, lunes 1 de junio del 2009

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Madrid, lunes 1 de junio del 2009

Patricio

El aire fresco de Madrid apenas logra calmar mi mente. Estamos aquí, a miles de kilómetros de casa, con una sola meta: recuperar algo de la vida que Asia siente que ha perdido. Acabamos llegar al aeropuerto, estamos muy contentos de que pudimos viajar, gracias a la ayuda de Margaritte. El día del cumple de Asia, su abuela se comprometió a pagarnos todo, a la mañana siguiente ya teníamos todo para viajar la semana que venía.

Ese día que se confirmó el viaje, Asia contacto a la reumatóloga, que nos pasó la dirección de su consultorio, diciendo que nos esperaría en la tarde. Estamos fuera del aeropuerto, esperando la llegada del taxi para que nos lleve al hotel; la veo muy inquieta, se nota que está emocionada e ilusionada con el tratamiento. Espero que todo salga bien, esto ayudaría mucho a que ella recupere sus ganas de vivir, esas que últimamente le falta mucho.

—¿Te parece desayunar en algún lugar?, después podemos recorrer y por último almorzamos —propongo dulce.

—Puede ser, hay un restaurante muy lindo que podemos ir, hacen unos desayunos increíbles, o al menos así era antes.

Vemos un auto que se estaciona frente a nosotros, damos por sentado que es el taxi que nos vino a buscar, así que sin vueltas ambos nos subimos a la parte de atrás. El camino fue corto, unos diez minutos en los que Asia me hablaba de lugares que me quiere mostrar. Ella vino muchas veces acá, yo, en cambio, solo viaje una vez por la banda; conoce todo, hasta parece que fuera de este lugar y no una extranjera. Por mi parte solo conozco algunas pocas partes turísticas, pero no sé nada de bares, restaurantes o locales.

—¡Es hermoso el hotel que eligió mi abuela! —menciona Asia observando la fachada de afuera.

Es un edificio de seis pisos en color beige con ventanales de cristal en el medio y a los lados ventanas con balcón. Desde afuera, por lo que se puede ver, parece ser prometedor. Nos adentramos hacia la recepción, la cual está poblada de sillones blancos y mesas de nogal en color gris; también hay muchas lámparas y luces. Al final de un largo camino se encuentra la mesa de entrada y a un lado las escaleras hacia los pisos de arriba, donde están los cuartos; allí también tiene al lado un ascensor, para quienes no quieran subir a pie.

Después de completar el check-in en el hotel, decidimos dirigirnos al restaurante que Asia había sugerido para desayunar, el restaurante estaba ubicado en una calle lateral, con mesas al aire libre que ofrecían vistas pintorescas de la ciudad. Entramos y fuimos recibidos por el aroma tentador de café recién hecho y pan recién horneado. El lugar estaba decorado con colores cálidos y detalles rústicos que añadían un encanto acogedor al ambiente. Nos sentamos en una mesa cerca de la ventana, desde donde podíamos ver el ajetreo matutino de Madrid. En un momento observo Asia, quien estaba absorta en el menú con una mezcla de emoción y nostalgia.

Todo lo que fue ➞ Patricio Sardelli - AirbagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora