Capítulo 15

2 1 0
                                    


15

Suena una llamada. Es Maca. Ya han pasado varios días desde lo del pueblo. Hemos decidido que lo haremos algún otro fin de semana. A ver si en algún momento no aparecen María y su hermana. Pero antes me intereso por ella y Enrique. No me ha contado nada de lo que hablaron. En resumen, que a él le gusta, que con María no tiene nada serio –aunque no me queda más remedio que contarle cómo le vi marcharse después con ella- y que querían conocerse mejor. Solo eso, no me quiere decir nada más. Si me contase todo igual podría ayudarla, pero se encierra en sí misma. Decido cambiar de tema y hablar de las fiestas, que ya se acercan y pueden ser una buena oportunidad para estar con ellos antes de empezar las clases. Porque no nos quedan apenas días para comenzar el bachillerato y ya no va a ser tiempo de hacer mucho el tonto. Las notas van a contar para la selectividad y será un año duro. Yo todavía no sé si me matricularé en Ciencias Sociales o en Ciencias. No quiero pensar en eso de momento. Primero las fiestas y a ver qué pasa. Me pregunta si sé algo de Juan o de Ángel y le cuento una anécdota que me ha enfadado muchísimo:

Hace dos días estuvieron en casa Juan y Andrés. Andrés se presentó todo simpático a mi madre. Mi madre no sabe todas las historias que estamos tramando y como le encanta que haya gente en casa porque así no escucha el silencio de los fantasmas, les dice que se queden a comer unas chuletillas. Creo que ni se fija en mi cara de espanto. Pero Andrés no da ni un paso atrás y en medio segundo se ha sentado en el sillón del salón. Casi ni Juan se lo cree. Total, que se quedan a comer y mientras veo como le gotea la grasa por la barbilla le hace descaradamente la pelota a mi madre. No dejaba de hablar y comer, con cara de cerdo. Hasta Juan estaba sorprendido. Al final ni siquiera sé a qué vinieron. Fue todo rápido y raro. Juan me dijo, al marcharse –porque los eché en cuanto terminaron- que teníamos que hablar. «Sí, sí,». Ahora es Maca la que está perpleja. Luego le dije a mamá que no me caía bien Andrés y que solo le aguantaba porque iba con el grupo desde hacía unos meses. «No te preocupes, le digo a mamá, el tío se ha sentado muy rápido, ya no había marcha atrás». Además, seguro que lo ven algún sábado, porque subirá un rato con los chicos. Ya que doy por hecho que van a seguir viniendo.

Me equivoco un poco, porque durante un tiempo no les veo tan a menudo y aprovecho alguna tarde para subir a Ángel a ver alguna película. Esto no dura mucho, pero al menos no me están amargando el comienzo de las fiestas.

Algo raro pasóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora