Capítulo 51

1 1 0
                                    


8

Sábado. Mismo ritual de siempre. Hoy Mónica no quiere venir. Quedo con Maca y con otras dos amigas. Nos hemos arreglado bastante. Entramos en el bar que ahora es un lugar común. Ahí están ellos. Camisa blanca, colonia de la cara, camisa blanca. Visten de forma impoluta. Sé que Leo le gusta a Maca, pero a mí también me atrae, aunque no se lo he confesado a nadie. Su lado oscuro es como un imán para mi personalidad y además él no me ha tirado los tejos de manera evidente. Solo hemos tenido miraditas a escondidas. Pero Hugo me acapara. Piden copas para todas. Me sorprende que siempre tengan billetes de 50 euros –sí, ya hemos cambiado a euros para siempre-. Los sacan de la cartera como si nada. Como si los ganasen ellos mismos y fuesen millonarios. Llevan muchos billetes de esos. Nosotras nos dejamos mimar, ¿por qué no?, no hay ninguna ley que nos impida disfrutar del dinero de los demás. Lo que estos chicos no saben es que ni Maca ni yo somos domables. Si tienen esa idea, están equivocados. Hugo hoy se hace un poco más el interesante. Están tanteando el terreno conmigo y parece haberse dado cuenta de que no me gustan las prisas.

Pasada una hora o así el resto de mis amigas se marcha y Maca y yo volvemos a ser un dúo junto a Leo y Hugo. Andamos un poco en la oscuridad de la noche, que ya comienza a ser fresca. Pasamos por una zona donde hay muchas terrazas y gente comiendo de pie. Nos acercamos. Leo es el que lleva la conversación a temas interesantes. Le gusta el cine en blanco y negro y enseguida nos encontramos hablando los tres, dejando un poco de lado, sin querer, a Hugo, que no tiene mucha idea.

Nos gustan las clásicas de Hitchock o del estilo a ¿Qué fue de Baby Jane?, con Bette Davis y Joan Crawford y el magnífico director Robert Aldrich. Nos enzarzamos en una disputa amable sobre quién nos gusta más, qué películas nos han gustado o cuáles nos han decepcionado. Por ejemplo, a mí me encantó Casa Blanca, con Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, pero no me convence Ciudadano Kane, con Orson Welles. Leo es muy fan y me describe los puntos fuertes de esa película en particular, pero yo sigo en mis trece. Así estamos durante un buen rato hasta que Hugo se pone celoso y vuelve a acapararme. Me da la mano, se pone en modo atractivo –y lo cierto es que lo es- pero también lo es Leo. Noto que Hugo es mucho más natural, mejor persona. En cambio, sigo viendo la oscuridad en Leo, aunque no la saca a pasear, es solo una sensación.

Nos hemos puesto por parejas y entramos en un bar que me es desconocido. Es un lugar agradable, con la luz muy baja y cómodos sillones. Sorprendentemente Leo se sienta rápidamente a mi lado, dejado enfrente a Maca y a Hugo. Ahora está enfadado porque no estamos juntos y porque le pillo lejos. Leo es malo y empieza a susurrarme al oído. Se enciende un cigarrillo y fuma de la forma más sexi que he visto nunca. Hugo está cabreadísimo y Maca un poco también. Es verdad que podía haber hecho el cambio. Ponerme al lado de Hugo, pero no he podido evitar portarme, en cierta manera, yo también mal.

Hugo se cansa y se levanta. Quiere largarse ya. Hoy es él el que se quiere ir a casa. Nos acompañan en un taxi hasta nuestro barrio. Nos despedimos un poco forzados. Hugo tira de mí, marcando descaradamente su territorio y me besa.

Terminamos la noche. Maca me pregunta quién me gusta más. Le comento que Hugo –pero es una mentirijilla-, aun así le explico que con Leo parece que tengo más en común, pero vamos, que no me quiero liar con él, si esa es su preocupación.

Nos marchamos cada una a nuestra casa. Me paso la noche en vela, recordando a Leo fumar. Es como un actor de cine clásico. Es perfecto o casi, con esa aura de misterio que le rodea siempre. Me pregunto quién es realmente.

Algo raro pasóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora