Capítulo 54

1 1 0
                                    


11

Es año de elecciones y hemos cambiado de partido al mando. Yo no lo considero muy importante hasta que recibo una llamada de Maca. Me dice que Leo se ha marchado.

Le pregunto que a dónde y ella responde que a Ecuador. No me lo creo. ¿Así, sin más?

Parece ser que el padre de Leo tenía negocios que no debía y al cambiar el gobierno se ha ido dejando la casa en venta y con casi todo dentro.

Me parece una noticia típica de película.

Escribo a Hugo y le pregunto. Me dice que al final hicieron las paces pero que todavía no se hablan como antes. Eso me da pena, aunque yo de Leo me fiaba poco antes de que pasara lo de huir del país.

Un día me encuentro con mi amiga, la vecina de Hugo y me cuenta que es verdad. Que se fueron sin decir adiós. Nadie o al menos sus conocidos, saben por qué se han marchado de forma tan precipitada.

Hugo y yo retomamos a medias nuestra historia, pero no funcionamos demasiado bien después de todos los jaleos. Necesitamos un tiempo.

He hecho las paces con Talía, pero nunca me voy a olvidar de lo que ha hecho. Mónica no le ha vuelto a hablar.

Maca sigue en contacto con Leo. Ahora mantiene una relación más seguida y normal que con Enrique –aunque de momento sea a distancia-.

Ya casi nos llega el momento de hacer la selectividad. No hemos sido las grandes estudiantes que esperábamos ser. Maca quiere suspender alguna para repetir y a mí me han quedado las mates y el inglés –cómo no- para septiembre, que será cuando me presente a la selectividad.

Ya nunca veo a Hugo y Juan ha vuelto a meterse en mi vida aprovechando ese hueco. Pero sé que se ve con otra chica. Es todo muy confuso.

Una tarde en la que estoy con Juan en mi casa me dice que ahora le toca a él pasarlo bien, que yo ya he disfrutado mucho. Al principio no lo entiendo, luego me doy cuenta de que lo estamos dejando o algo así. Me dice que de todas formas quiere verme a menudo.

Ahora sí que no entiendo nada.

Lloro. No sé si lloro porque por fin ha llegado el final o porque me siento liberada de su carga. Lloro por la selectividad. Lloro porque no sé qué va a ser de mi futuro. No sé si aprobaré ese examen ni siquiera sé ya qué carrera me gustaría hacer.

Ahora me siento más perdida que nunca. Mucho más que al morir papá, que no fui consciente de lo que estaba pasando. Nunca asumí su pérdida. Todavía hoy en día pienso que va a entrar en casa. Cada vez que escucho el ascensor subir y unas llaves, tengo la esperanza de que será él. Pero nunca lo es y ahora empiezo a verlo. La realidad me aplasta repentinamente. Ahora estoy sola. La mayoría de mis amigas tienen otra vida en la universidad, y las otras están estudiando, tienen parejas, líos, lo que sea.

Me encuentro sola por primera vez.

Algo raro pasóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora