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Aunque habíamos quedado el sábado, Hugo está pesadito y quiere verme un rato el viernes. Le explico que no puedo, que tengo que estudiar, lo que es cierto hasta que Mónica me pide que la acompañe a ver a un chico con el que salía antes y que le quiere decir algo. El problema es que es un barrio de mala muerte y no quiere ir sola hasta allí. Decidimos ir andando y luego, a la vuelta, le digo a Hugo que me paso por ese bar, pero con Mónica y solo para tomar un refresco o una copa. Luego a casa y nos vemos, como ya habíamos decidido, el sábado. Acepta, supongo que resignado.
Nos ponemos medianamente cómodas para ir andando, porque es un buen tramo. Vamos hablando, pero al llegar al lugar donde han quedado no me gusta nada el ambiente, tampoco el tipo de gente con el que ha quedado. Le digo que la espero fuera y que no tarde. Todo tiene pinta de que esos chavales estaban trapicheando hasta que hemos llegado. No sé lo que pasa dentro, ni lo que hacen, pero Mónica no tarda nada. Nos vamos sin mirar atrás. Le comento que vaya mal rollo se respiraba en ese sitio y me dice, como siempre, parca en palabras, «ya».
Le pregunto que si no le importa acompañarme y así cambia de chip. Al fin y al cabo Hugo y el resto tienen mejores pintas y lo más importante, mejor conversación. Escribo un mensaje a Hugo porque vamos a llegar un poco tarde. Le pregunto si va a estar Leo y me responde que no. Mónica se alegra.
Cuando llegamos Hugo está rodeado de chicas. Bastante monas, la verdad. Hay una rubia, pequeñita, que no deja de revolotear alrededor de él. Noto que está de mal humor. Me echa en cara que he llegado tarde y yo que me pongo chulita con poco le respondo que no es nadie para decirme si llego o no tarde y que al menos le he enviado un mensaje, qué no son gratis. Se aplaca un poco y nos pide bebidas. Está enfadado porque su ex novia –la rubia mona- no ha parado de darle el coñazo durante una hora porque quiere volver con él. Dice que es muy pesada y que lo tiene todo el tiempo vigilado. Que ya sabía quién era yo y que es un poco acosadora.
Nos sentamos en círculo y hablamos un buen rato. Pero yo me quiero ir, tengo cosas que estudiar para poder disfrutar del sábado y prefiero dejarlo todo hecho. Vuelve a poner carita de enfadado, pero me despide con un beso. Mañana nos veremos de nuevo.
Mientras subimos, Mónica comenta que es un poco plasta. Que está muy pendiente de lo que hago, de lo que digo y en general de mi persona. No es que sea malo, me dice, pero sí opina lo mismo que yo, que todo es muy precipitado. Apenas nos conocemos y sinceramente, es un chico inteligente, pero le gusta mucho más la música que el cine o la lectura –creo que no lee-. Me río sola recordando Amor Ciego, que no estuvo mal, pero es una chiquillada. No sé, eso dice mucho de una persona, la película con la que vas a quedar en una primera cita. Ni siquiera me preguntó qué tipo de cine me gustaba más.
Son esos pequeños detalles los que me hacen ser reticente con él.
Ya en casa me pongo a estudiar, luego cenamos mamá, Javier y yo y por último veo una de misterio con Javier.
De madrugada ponen una serie que me gusta bastante pero que a Javier le da grima, Queer as Folk, que trata de unos gays pero que no parecen gays. Están buenísimos y me quedo hasta tarde viéndola.
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Algo raro pasó
Teen FictionJulia emprende un camino espinoso de descubrimientos en los años 90; sus primeras experiencias en el amor, el sexo, los viajes con amigos, el acceso a las discotecas y al alcohol. De este modo, se da cuenta de que todo está por hacer, sumiéndose en...