Capítulo 38

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Ya en la habitación queremos refrescarnos, pero es imposible, apenas sale un hilo de agua de la ducha. Intento lavarle el pelo a Martina en el lavabo, pero le queda fatal, casi no lo he podido aclarar y yo prefiero esperar a llegar a otro hotel y probar suerte. Al final es nuestra penúltima noche allí, al, después iremos a Florencia y pasaremos un par de noches allí. Me lavo por encima, me pongo el pijama, me hago una coleta y nos preparamos para otra fiesta. Todavía nos queda algo del alcohol del primer día.

Hoy viene muchas más gente a la habitación. Hay al menos treinta personas. Estamos armando mucho follón y suena el teléfono de la habitación. Es de recepción, nos piden tranquilidad y silencio porque otras personas alojadas al lado se están quejando. Según la recepcionista –y no le llevo la contraria...- algunas personas están viendo ropa que sube y baja por las habitaciones con botellas de alcohol dentro. Me entra la risa porque es cierto. Con el miedo a que se enciendan las malditas luces con sensor de movimientos hemos pensado que sería buena idea intercambiar alcohol así. También nos enviamos notas y otras cosas. Estamos armándola de lo lindo. Es nuestra última noche en Roma y la estamos aprovechando. Pero suenan golpes en la puerta. «Mierda», pienso. Martina me mira. Observo con un poquito de ansiedad a toda la gente metida en la habitación y lo borrachos que estamos. Les pido silencio y que se escondan. Marta sale a la terraza, junto con su amiga Paula. Veo que dos compañeros se esconden en el armario vacio. Otros se meten debajo de la cama y unos cinco se esconden en el ridículo baño. Para más inri, otros dos se esconden bajo las sábanas. Siguen sonando los golpes en la puerta. Abro. El profe de mates me mira y me dice, intentando parecer serio, que sabe que estamos todos aquí, y los otros en la habitación de arriba que ya ha desalojado. Le hago espacio y le señalo la habitación. Está vacía, solo estamos nosotras. Pasa y ve los bultos en la cama. Les hace salir. Vuelve a mirarme. De pronto vemos como Marta está cruzando de una terraza a otra. Los demás intentan impedirlo, porque puede caerse, pero ya ha desaparecido. Poco después sale de la habitación de al lado, donde un matrimonio, ya en la cama, la miran sorprendidos. Sale como si nada y se va a su habitación. El profesor empieza a abrir el armario y se pega un susto de narices al ver a dos personas dentro. Me pregunta quién más está, y le respondo que no hay nadie más. Entonces va hacia el baño y empieza a salir gente. El profesor está sorprendido pero también divertido. Nos dice que mañana hablaremos de esto, todos.

Otra vez nos quedamos solas. Caemos rendidas y dormimos las pocas horas que nos quedan para el día siguiente.

Algo raro pasóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora