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Maca y yo convencemos a Eva y a Cata para que vengan con nosotras. Son nuestro seguro allí, porque van a ir demasiados chicos y hay que nivelar las fuerzas. Les gusta la idea. En el grupo somos más, pero no tienen ninguna intención de dormir en un saco ni de relacionarse con los amigos de Juan. La verdad es que se llevan fatal todos. Somos muy distintas de ellos. A la que menos conozco es a Eva. Va al instituto con mi mejor amiga, Maca, y aunque hemos salido juntas en muchas ocasiones no hemos hablado demasiado. Somos trece chicas y no nos hemos llevado siempre bien. Pero a Maca le cae fenomenal y como le apetece la aventura dedicamos unos días a planificar la ropa, el calzado, bañadores y lo más importante, cómo vamos a llegar al camping.
Mientras buscamos tiendas para comprar biquinis sexis para esos pocos días que vamos a estar rodeada de chicos, Maca y Cata me sermonean sobre Juan. Que si no debería haber vuelto, que si voy a desaprovechar esa libertad recién adquirida, que no me trata bien, que me merezco algo mejor, que seguro que en el camping y en el pueblo conocemos a mucha gente, que no voy a disfrutar con Juan danzando por allí, etcétera. Eva, como me conoce poco, no se atreve, de momento a meter baza. Pero sé que piensa lo mismo. Es la más pija de todas nosotras y ve en Juan y sus amigos a unos macarras sin interés por nada. Y es cierto. Pero yo sigo a lo mío y no las escucho. Aunque he vuelto con él, en mi cabeza pienso que puedo romper otra vez cuando quiera. No veo el problema. No soy consciente de él. Ese es mi error. Por fin entramos en una tienda pequeña que nos encanta a Maca y a mí. Vemos unos biquinis increíbles, enanos, son de tela con diferentes estampados cada uno, aunque tienen pinta de que cuando se mojan se transparenta todo. Pero nos hemos enamorado. Eva y Cata se ríen de Maca. Le dicen que no la ven con ese biquini. Que ella es más de ponerse cinco camisetas para tapar su cuerpo y que no se imagina que se quede sólo con esas dos prendas mínimas con todos los tíos que va a haber. Pero Maca ya ha elegido. A mí no me dicen nada, saben que me encanta mi cuerpo casi al borde la anorexia, porque se me marcan las costillas y las abdominales y tengo algo de músculo por todo el ejercicio. Me siento tan orgullosa y segura que mi única preocupación es que me baje la regla y depilarme.
Mi madre me enseñó, cuando me desarrollé con once años y me salió vello por todas partes, a depilarme con cuchilla. Pero me asusté por varias razones. Primero, siempre me terminaba cortando y segundo, tenía el vello del cuerpo rubio y al quitarlo se volvió entre pelirrojo y castaño, se veía más que nunca. Entonces me recomendaron la cera. Ahora me depilaba en un sitio especializado, pero me duraba menos de lo que dicen. En quinces días ya lo notaba saliendo. Además, mi esteticién opinaba que me salía duro igualmente y que no era más fino. Ya llevo un año yendo y temo cada vez que me toca ir porque duele mucho. Sobre todo las ingles. Es un suplicio. Pero me da respeto la cuchilla, aunque es cierto que todavía la utilizo si tengo prisa y no hay más remedio. Y la regla...esa siempre aparece cuando huele las vacaciones. No importa que sean las de la playa o las de un simple pantano. Le encantan los eventos. La odio. La odié desde el primer momento en el que bajó. En un verano, por cierto, en la playa. Le encanta el mar, como a mí.
Ya lo tenemos todo listo. Mi madre nos va a llevar a la estación. Hemos decidido no llevar secador. Seguro que en medio del campo no nos hace falta y tampoco nos entra nada más en las mochilas. En la estación de autobuses estamos nerviosas. Maca y yo nos hacemos pis cada diez minutos. Eva y Cata son más tranquilas. Están haciendo muy buenas migas y en parte eso me pone celosa. Hablan mucho de Dawson, que aunque todas somos muy fans, ellas más. Siempre estamos comparando sus aventuras con las nuestras. Yo voy y vengo con Juan como Joe con Dawson, aunque Dawson no trata mal a Joe. A veces me imagino que mi vida depende de lo que les pase a ellos. Como si luego eso me fuera a ocurrir a mí.
Sé que Maca quiere acercarse a Enrique. En los últimos meses ha estado muy presente en nuestras vidas. Él y sus dos mejores amigos. Uno es muy guapo, pero tiene novia. El otro es un poco antipático, pero tiene un punto sexi al pasar completamente de nosotras. Siempre nos mira como lo que somos, unas crías y eso me pone, me pone mucho. Es el hermano del mejor amigo de Juan, así que le hemos empezado a ver mucho por la parcela. Aunque no hemos cruzado muchas palabras, un poco sí nos hemos visto ese año. Al menos sabe quién soy. La novia y ex novia de Juan. La que se va y vuelve. La que habla por los codos y la que se pone siempre roja como un tomate. La que es tímida pero descarada.
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Algo raro pasó
Novela JuvenilJulia emprende un camino espinoso de descubrimientos en los años 90; sus primeras experiencias en el amor, el sexo, los viajes con amigos, el acceso a las discotecas y al alcohol. De este modo, se da cuenta de que todo está por hacer, sumiéndose en...