30
Ya es Navidad. Ya han llegado mis tíos y primos. Pero nada es lo mismo. Me ocurre constantemente. Me vienen esos pensamientos a la cabeza y no logro sacarlos. Mamá empieza temprano a preparar la cena de Noche Buena. Es una noche especial porque siempre está con su familia. A mí, sin embargo, empiezan a resultarme algo tristes. Al final nos echamos unas risas con algunas anécdotas. A una de mis tías le hemos dicho que para abrir el mazapán tiene que soplar la bolsa y ya lleva cinco minutos soplando y nadie le dice que es broma, todos nos reímos. Mi tío juega haciendo trampas. Otro de mis tíos no deja de hacer chistes malos, pero que a todos nos hacen gracia. Mi prima toca música con una botella de anís.
Al rato llega Juan. Todos están encantados. Me desliza un regalo por debajo de la mesa. Es una cartera de piel. Sabe que me encantan. Le doy las gracias aunque yo no le he comprado nada. No se queda mucho porque él y sus hermanos siempre salen por el barrio esa noche. Nosotros no. Siempre es una celebración casera, hasta la madrugada. A veces salen al portal a bailar, a hacer la Conga y yo me muero de vergüenza, aunque es divertido, pero no suelo participar. Me sale una vena vergonzosa con las cosas más tontas. Además muchas veces no me siento yo misma en familia, pero no sabría explicar por qué tengo esa sensación, o por qué me resisto a las celebraciones. Me gustan, pero al mismo tiempo las odio. Aunque depende de con qué familia esté ese sentimiento es mayor o menor. Creo que me pasa algo en la cabeza, que no gestiono bien algunas emociones.
Juan se marcha y me intenta besar. Le digo que no se pase, que sigo con la idea de que lo hemos dejado.
Me llama Ángel y no me atrevo a decirle que ha acaba de estar Juan. No sé si es una traición. Me pregunta si voy a salir y le respondo que no, que esa noche nunca salgo y además sé que va a ir con Juan y los demás. Qué pereza me están dando ya todos, en serio.
Me despido y vuelvo al salón, pero mi mente está en otra parte, lejos de allí, lejos de todo. Sé que tengo que hablar con Ángel de lo que haremos en Noche Vieja. Pero también tengo que hablar con Maca.
Al día siguiente la llamo. Me dice que estuvo hablando con Enrique y que le dijo que en Noche Vieja habían quedado con María y con algunos amigos más. O sea, ella se negaba a pasar esa noche mirando a Enrique con María. Y yo pasaba de ir sola con Ángel porque no lo veo implicado para nada en la relación. Es raro, porque quiere estar conmigo, y en realidad no lo he dudado ni un segundo en ningún momento, pero es que no toma ninguna decisión, no hacemos nada si no es compañía de Enrique, como si fuera nuestra carabina, qué ya manda huevos que necesitemos estar todo el rato con más personas.
Llamo a Mónica y como a las dos nos apetece dar una vuelta por el centro pero sin ir a ningún sitio en especial, solo tomar algo en algún bar, pues decidimos hacer eso.
Me encuentro un día con Juan y me cuenta que él va a salir solo con Andrés porque no le convencen los planes de los demás. Dice que luego, a última hora, quedará con su hermano, pero para verse un poco, nada más.
Sin saber cómo, termino quedando con Juan en un bar por el que seguro pasaremos Mónica y yo.
Mis amigas no van a salir y si lo hacen va a ser por el barrio.
A mí es que justo este año me apetece hasta probar un peinado nuevo. Decido buscar y probar cómo hacerme un moño bonito. Y bajo de compras, al final elijo un top precioso, sin mangas, de cuello alto con plumas y de color lila. Abajo unos pantalones de vestir negros y unos zapatos con plataforma. El recogido va a ser lo más complicado. Mónica se va a vestir parecido, pero no es tan pija, ni de lejos, como yo. Tiene un estilo más Tecno.
Mi familia ya se ha marchado, así que durante la tarde de noche vieja aprovechan los amigos de Juan para tomarse algo y despedir el año. Solo falta Ángel, que ese día tampoco viene. Sí lo he visto antes, en la parcela, pero sinceramente, hemos hablado poco. Me sigue gustando un montón, pero me está echando para atrás tanta indecisión. Por otro lado y de manera completamente contraria Juan está a tope. Está siendo educado, gracioso, atento. Lo que no me gusta es que siempre esté Andrés a su lado.
Nos hacemos unas fotos antes y después de la cena de Noche Vieja. Mónica y yo salimos y empezamos nuestro periplo. Mónica es la más discreta de mis amigas. A veces me cabrea que no me dé su opinión sobre mis malas decisiones, porque está claro que necesito que alguien las controle. Pero no le parece mal que veamos a Juan y a Andrés, a pesar de que Andrés no le hace mucha gracia. Ella se adapta, lo que por lo general está bien.
Lo estamos pasando genial las dos solas. Estamos bebiendo moderadamente, para variar, porque no queremos terminar tiradas por algún lugar.
Llega el momento del encuentro. El bar tiene buena música y buen ambiente. No me encanta, pero tampoco me desagrada. Saludo a muchos conocidos. Hoy tienen la luz muy baja. La gente baila en parejas. Me sorprende Andrés llevándose a Mónica un poco lejos de mí. Entonces aparece delante Juan. Hoy está guapo. Sabe la ropa que me gusta que lleve y se la ha puesto. Mientras bailamos a ritmo de Lady Gaga me habla. Dice que tendríamos que intentarlo de nuevo, porque... ¿dónde está Ángel?, no le ha visto prácticamente en semanas y sabe que no nos hemos visto tanto como era de esperar por cómo se nos veía al principio. Y tiene razón, eso es lo peor.
Terminamos besándonos y haciendo un pacto de volver a intentarlo, pero que si la cosa sigue así, se rompía. Y vuelven Andrés y Mónica. Ella me mira extrañada. Ya es hora de ir volviendo, pero primero quieren ver a Enrique y el resto. Por el camino le cuento a Mónica la charla que hemos tenido. Yo intento convencerla y convencerme de que es lo mejor, porque es verdad que casi no sé de Ángel nunca. Ella me dice que es mi decisión y que la respeta.
Cuando llegamos donde están todos ya se encuentran en la calle. Veo a Ángel y observo, con algo de pánico, que se dirige directamente dónde estoy yo. Me coge de las manos. Yo abro los ojos porque noto que va a decir algo importante o al menos algo relevante, y lo hace:
«Quiero estar contigo, pero de verdad», mierda, todos nos está mirando. «Qué coño ha pasado esa noche», le miro, con pena y le aparto, me sale instintivo, ni siquiera lo pienso, «ya es tarde», es lo único que me sale. Es que estoy enfadada. ¿Cómo ha podido esperar tantos meses sabiendo que Juan está todo el tiempo cerca y sin dejarme espacio?
Al final nos marchamos Mónica y yo en un taxi. No decimos nada. Llegamos a mi casa y me encuentro todo sin fregar y estoy tan nerviosa que dedico una hora a meter en el lavavajillas todo y a fregar lo que no cabe, ante la atenta mirada de Mónica.
No lo he logrado. No sé qué ha pasado. Vuelvo a estar atrapada.
Cuando llega el día de volver a clase les cuento toda la historia a las de clase. Mis amigas, por supuesto, ya la conocen. No están contentas. Aunque algunas de ellas tampoco puede opinar mucho porque tampoco han tomado grandes decisiones en esos días. Maca sigue enganchada de Enrique. Una amiga de clase está con tío mayor que no la trata demasiado bien y a pesar de saberlo siguen juntos, Mónica tiene relaciones con tíos que no molan nada de zonas que molan menos todavía. Cata y Marian se enrollan con los mismos chicos.
Parece que la mitad de nosotras somos un verdadero desastre y en vez de ayudarnos a salir, solo lo hablamos, comentamos y nos quedamos estancadas.
Lo único interesante es que ya hemos empezado a comentar el viaje de fin de curso. Ya estamos debatiendo dónde iremos y cómo, aunque yo no estoy nada convencida de ir. Mis amigas no vienen conmigo, ni siquiera las de clase porque Mónica y Talía han dejado claro que no pueden ir. Tampoco va mi compañero de exámenes, el jugador de fútbol. Pero ya iremos viendo. Profesores y compañeros y sobre todo mamá no dejan de animarme. No soy a la única a la que tienen que convencer, parece que alguno más va en solitario, pero creen que va a ser una experiencia irrepetible.
Todavía quedan un par de meses para que llegue ese momento, así que lo iré valorando.
ESTÁS LEYENDO
Algo raro pasó
Teen FictionJulia emprende un camino espinoso de descubrimientos en los años 90; sus primeras experiencias en el amor, el sexo, los viajes con amigos, el acceso a las discotecas y al alcohol. De este modo, se da cuenta de que todo está por hacer, sumiéndose en...